Ciudad
del Vaticano, 30 noviembre 2012
(VIS).-En el ámbito del intercambio tradicional de delegaciones en
las festividades de los respectivos patronos -los santos apóstoles
Pedro y Pablo, el 29 de junio en Roma y San Andrés, el 30 de
noviembre en Estambul- el cardenal Kurt Koch, presidente del
Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos,
ha encabezado este año la delegación de la Santa Sede que ha
viajado a la capital turca para celebrar esa festividad con el
Patriarcado Ecuménico de Constantinopla.
La
delegación de la Santa Sede, formada por el cardenal Koch, el obispo
Brian Farrell, monseñor Andrea Palmieri y el nuncio apostólico en
Turquía, arzobispo Antonio Lucibello, ha participado en la solemne
Liturgia Divina presidida por el Patriarca de Constantinopla,
Bartolomeo I en la iglesia patriarcal del Fanar. Seguidamente, ha
tenido lugar un encuentro con el Patriarca y con la comisión sinodal
encargada de las relaciones con la Iglesia Católica.
El
cardenal Koch ha entregado a Bartolomé I un regalo y un mensaje del
Santo Padre Benedicto XVI, que fue leído al final de la Liturgia
Divina y, posteriormente se ha encontrado con los representantes de
la comunidad católica local y con el comité ecuménico del
vicariato apostólico de la Iglesia Católica en Estambul.
En
su mensaje, el Papa recuerda que este intercambio anual de
delegaciones “atestigua de forma concreta el lazo de proximidad
fraternal que nos une. Es una comunión profunda y real, aunque
todavía imperfecta, que no se funda en razones humanas de cortesía
o de conveniencia, sino en la fe común en el Señor Jesucristo (...)
Teniendo ese fundamento, tan sólido, podemos avanzar, juntos y con
confianza, por el camino que lleva al restablecimiento de la plena
comunión”.
“En
nuestros días, el reto más urgente, sobre el cual estamos
perfectamente de acuerdo, (...) es cómo hacer llegar el anuncio del
amor misericordioso de Dios al hombre de nuestra época, tan a menudo
distraído, y más o menos, incapaz de una reflexión profunda sobre
el sentido mismo de su existencia, preso de proyectos y utopías que
no pueden por menos que defraudarlo. La Iglesia no tiene otro mensaje
que el “Evangelio de Dios” y ningún método más que el anuncio
apostólico sostenido y garantizado por el testimonio de santidad de
la vida de los pastores y del pueblo de Dios. El Señor Jesús nos ha
dicho que “la mies es mucha” y no podemos aceptar que se pierda a
causa de nuestras debilidades y divisiones”, afirma el Santo Padre.
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