Ciudad
del Vaticano, 16 octubre 2012
(VIS).-Con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que se
celebra todos los años el 16 de octubre, fecha de fundación de la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), el Santo Padre ha escrito un mensaje al director
de ese organismo José Graziano de Silva.
“Este
año el Día Mundial de la Alimentación -observa el Papa- se celebra
mientras los efectos de la crisis económica afectan cada vez más
las necesidades básicas, como el derecho fundamental de toda persona
a una alimentación sana y adecuada, empeorando especialmente la
situación de los que viven en condiciones de pobreza y
subdesarrollo. Se trata de un contexto similar al que inspiró la
creación de la FAO, y que llama a las instituciones nacionales e
internacionales al compromiso de liberar a la humanidad del hambre
mediante el desarrollo agrícola y el crecimiento de las comunidades
rurales. En la desnutrición, de hecho, juegan un papel clave el
desentendimiento gradual y la competitividad excesiva que amenazan
con hacer olvidar que las soluciones comunes y compartidas pueden
ofrecer respuestas adecuadas a las expectativas de los individuos y
los pueblos”.
De
ahí la satisfacción que expresa el pontífice por la decisión de
dedicar este día a reflexionar sobre el tema "Las cooperativas
agrícolas alimentan al mundo." “No se trata -escribe- sólo
de dar apoyo a las cooperativas como expresión de una forma
diferente de organización económica y social, sino de considerarlas
un verdadero instrumento de acción internacional. La experiencia
adquirida en muchos países, muestra, de hecho, que las
cooperativas, además de impulsar el trabajo agrícola, son una forma
que permite a los agricultores y a la población rural intervenir en
las decisiones y un instrumento eficaz para lograr el desarrollo
integral del cual la persona es fundamento y fin”.
“La
Iglesia Católica, como es sabido, también considera el trabajo y la
empresa cooperativa como una forma de vivir una experiencia de unidad
y de solidaridad que puede hacer superar las diferencias, e incluso
los conflictos sociales, entre las personas y entre los diferentes
grupos. Por eso, con su enseñanza y con su acción, ha apoyado
siempre el modelo de las cooperativas ,ya que está convencida de
que su actividad no se limita puramente a la dimensión económica,
sino que contribuye al crecimiento humano, social, cultural y moral
de cuantos forman parte de ellas y de la comunidad a la que
pertenecen”.
Benedicto
XVI recuerda que cuando se observan las situaciones en que los
conflictos o desastres naturales limitan el trabajo agrícola, hay
que tener siempre en consideración especial, “el papel
insustituible de la mujer llamada, a menudo, a dirigir las
actividades de las cooperativas, a mantener los lazos familiares y a
preservar aquellos inapreciables conocimientos y habilidades propias
del mundo rural”.
“Es
indispensable -concluye- que los poderes públicos que operan a nivel
nacional e internacional pongan a punto los instrumentos legislativos
y financieros necesarios para que en las zonas rurales las
cooperativas sean herramientas eficaces para la producción
agrícola, la seguridad alimentaria, el cambio social y una amplia
mejora de las condiciones de vida. En este nuevo contexto, es
deseable que las nuevas generaciones puedan mirar con renovada
confianza a su futuro, manteniendo los lazos con el trabajo del
campo, el mundo rural y sus valores tradicionales”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario