CIUDAD DEL VATICANO, 19 NOV 2011 (VIS).-El Santo Padre visitó ayer por la tarde la catedral de Cotonou, dedicada a Nuestra Señora de la Misericordia. A su llegada en papamóvil, fue acogido por numerosos fieles.
Benedicto XVI se detuvo un momento en oración ante el Santísimo Sacramento, y a continuación visitó las tumbas de dos arzobispos de Cotonou, Isidore de Sousa y Christophe Adimou. Tras el “Te Deum” y el saludo del actual arzobispo, Antoine Ganyé, el Pontífice pronunció un discurso. Recordando a los dos arzobispos fallecidos, dijo que “fueron valerosos operarios de la viña del Señor; su recuerdo está aún vivo en el corazón de los católicos y de numerosos habitantes de Benín. Estos dos prelados fueron, cada uno a su modo, pastores llenos de celo y caridad. Se dedicaron, sin ahorrar esfuerzos, al servicio del Evangelio y del Pueblo de Dios, especialmente de las personas más vulnerables. Todos vosotros sabéis que Mons. de Sousa fue amigo de la verdad, y que desempeñó un papel determinante en la transición democrática de vuestro país”.
“Os invito a meditar un momento sobre la misericordia infinita de Dios. (…) La historia de la Salvación, que culmina con la Encarnación de Jesús y se cumple plenamente en el Misterio pascual, es una espléndida revelación de la misericordia divina, (…) que no consiste solamente en la remisión de nuestros pecados, sino también en el hecho de que Dios, nuestro Padre, nos reconduce -a veces no sin dolor, aflicción y temor por nuestra parte-, al camino de la verdad y de la luz, porque no quiere que nos perdamos. (…) Releyendo la historia personal de cada uno y la de la evangelización de nuestros países, podemos decir con el salmista: ‘Cantaré eternamente la misericordia del Señor’”.
“La Virgen María experimentó al máximo el misterio del amor divino. (…) Mediante su ‘sí’ a la llamada de Dios, contribuyó a la manifestación del amor divino entre los hombres. En este sentido, es Madre de Misericordia por participación en la misión de su Hijo; y ha recibido el privilegio de poder socorrernos siempre y en cualquier lugar. (…) En María tenemos un modelo de perfección y una ayuda para realizar la comunión con Dios y con nuestros hermanos y hermanas. Madre de Misericordia, ella es una guía segura para los discípulos del Hijo que quieren ponerse al servicio de la justicia, de la reconciliación y de la paz. (…). No tengamos miedo de invocar con confianza a aquélla que no cesa de dispensar a sus hijos las gracias divinas”.
A continuación, Benedicto XVI rogó a Nuestra Señora que interceda por los niños víctimas del hambre y de la guerra, por los enfermos, los afligidos, los pecadores, por África y por toda la humanidad, para que obtenga la salvación y la paz.
La visita concluyó con el rezo del Padre Nuestro y la Salve, y el Papa se trasladó en automóvil hasta la Nunciatura Apostólica.
PV-BENIN/ VIS 20111119 (490)
Benedicto XVI se detuvo un momento en oración ante el Santísimo Sacramento, y a continuación visitó las tumbas de dos arzobispos de Cotonou, Isidore de Sousa y Christophe Adimou. Tras el “Te Deum” y el saludo del actual arzobispo, Antoine Ganyé, el Pontífice pronunció un discurso. Recordando a los dos arzobispos fallecidos, dijo que “fueron valerosos operarios de la viña del Señor; su recuerdo está aún vivo en el corazón de los católicos y de numerosos habitantes de Benín. Estos dos prelados fueron, cada uno a su modo, pastores llenos de celo y caridad. Se dedicaron, sin ahorrar esfuerzos, al servicio del Evangelio y del Pueblo de Dios, especialmente de las personas más vulnerables. Todos vosotros sabéis que Mons. de Sousa fue amigo de la verdad, y que desempeñó un papel determinante en la transición democrática de vuestro país”.
“Os invito a meditar un momento sobre la misericordia infinita de Dios. (…) La historia de la Salvación, que culmina con la Encarnación de Jesús y se cumple plenamente en el Misterio pascual, es una espléndida revelación de la misericordia divina, (…) que no consiste solamente en la remisión de nuestros pecados, sino también en el hecho de que Dios, nuestro Padre, nos reconduce -a veces no sin dolor, aflicción y temor por nuestra parte-, al camino de la verdad y de la luz, porque no quiere que nos perdamos. (…) Releyendo la historia personal de cada uno y la de la evangelización de nuestros países, podemos decir con el salmista: ‘Cantaré eternamente la misericordia del Señor’”.
“La Virgen María experimentó al máximo el misterio del amor divino. (…) Mediante su ‘sí’ a la llamada de Dios, contribuyó a la manifestación del amor divino entre los hombres. En este sentido, es Madre de Misericordia por participación en la misión de su Hijo; y ha recibido el privilegio de poder socorrernos siempre y en cualquier lugar. (…) En María tenemos un modelo de perfección y una ayuda para realizar la comunión con Dios y con nuestros hermanos y hermanas. Madre de Misericordia, ella es una guía segura para los discípulos del Hijo que quieren ponerse al servicio de la justicia, de la reconciliación y de la paz. (…). No tengamos miedo de invocar con confianza a aquélla que no cesa de dispensar a sus hijos las gracias divinas”.
A continuación, Benedicto XVI rogó a Nuestra Señora que interceda por los niños víctimas del hambre y de la guerra, por los enfermos, los afligidos, los pecadores, por África y por toda la humanidad, para que obtenga la salvación y la paz.
La visita concluyó con el rezo del Padre Nuestro y la Salve, y el Papa se trasladó en automóvil hasta la Nunciatura Apostólica.
PV-BENIN/ VIS 20111119 (490)
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