CIUDAD DEL VATICANO, 22 SEP 2011 (VIS).-A las 16.15, el Santo Padre se desplazó desde la Nunciatura Apostólica al Reichstag, donde fue acogido por el presidente del Parlamento Federal alemán. Allí mantuvo un breve encuentro con las cinco mayores autoridades federales: el Presidente, la Canciller, el Presidente del Bundestag, la del Bundesrat y el del Tribunal Constitucional Federal. Asimismo, saludó a los presidentes de los grupos parlamentarios. Seguidamente, fue acompañado al Aula del Parlamento para escuchar las palabras del Presidente del Bundestag, Norbert Lammert.
En su discurso ante el Parlamento, Benedicto XVI afirmó que la política “debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones de fondo para la paz”. Un político puede buscar el éxito porque posibilita la acción política efectiva. Pero el éxito ha de estar subordinado “al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho”; de lo contrario, “el éxito puede constituir una seducción que abra el camino a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia”.
En este sentido, el Papa recordó que los alemanes han experimentado lo que sucede cuando se escinden el poder y el derecho, y el primero pisotea el segundo: “El Estado (…) se había convertido en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar al mundo entero y empujarlo hasta el borde del abismo”.
Es por ello que “servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político”, especialmente en el momento actual. El problema es, entonces, cómo reconocer qué es lo justo. Para Benedicto XVI, “en las cuestiones fundamentales del derecho, en las que está en juego la dignidad del hombre y de la humanidad” el recurso a la voluntad de la mayoría no basta. “Basándose en esta convicción –dijo el Papa- los combatientes de la resistencia reaccionaron contra el régimen nazi y contra otros regímenes totalitarios, prestando así un servicio al derecho y a la humanidad”. Para estas personas era obvio que la legislación vigente “era, en realidad, una injusticia”.
Recuperar el patrimonio cultural de Europa
Sin embargo, por lo que se refiere a las cuestiones fundamentales antropológicas, hoy día no es evidente qué es lo justo y, por tanto, qué puede convertirse en derecho vigente.
En este punto, el Santo Padre recordó que en la historia, los ordenamientos jurídicos han estado casi siempre motivados por la religión. El cristianismo, en cambio, ha puesto la fuente del derecho en la naturaleza y la razón: “Para el desarrollo del derecho y de la humanidad, ha sido decisivo que los teólogos cristianos tomaran posición contra el derecho religioso, exigido por la fe en las divinidades, y se pusieran de parte de la filosofía, reconociendo como fuente jurídica válida para todos la razón y la naturaleza en su mutua relación”.
Con ello, la cuestión sobre los fundamentos de la legislación estuvo clara hasta la Declaración de los Derechos Humanos después de la segunda guerra mundial. Pero en el último medio siglo, afirmó el Pontífice, “ha tenido lugar un dramático cambio en la situación. La idea del derecho natural se considera hoy una doctrina católica más bien singular”, debido al predominio de la concepción positivista de la naturaleza y de la razón.
“Una concepción positivista de la naturaleza, que la comprende de modo puramente funcional (…) no puede tender ningún puente hacia el ‘ethos’ y el derecho (…) Lo mismo vale para la razón en una visión positivista (…) en la que lo que no es verificable, no entra en el ámbito de la razón. (…) Por ello, ‘ethos’ y religión se deben reducir al ámbito de lo subjetivo. (…) Esta es una situación dramática que interesa a todos y sobre la que es necesaria una discusión pública. Invitar urgentemente a ella es una intención esencial de este discurso”.
Benedicto XVI continuó asegurando que la visión positivista del mundo “es, en su conjunto, una parte grandiosa del conocimiento humano (…) a la que no debemos renunciar”. Pero “cuando la razón positivista se considera la única cultura suficiente, (…) reduce al hombre, es más, amenaza su humanidad. Lo digo especialmente con referencia a Europa, donde vastos ambientes intentan reconocer únicamente el positivismo como cultura común y como fundamento común para la formación del derecho, mientras que las demás convicciones y valores de nuestra cultura quedan reducidos al nivel de una subcultura. Con ello, Europa queda, frente a otras culturas del mundo, en una condición de falta de cultura, y se suscitan, al mismo tiempo, corrientes extremistas y radicales”.
De ahí la urgencia de que la razón y la naturaleza reencuentren su grandeza y aparezcan de nuevo “en su verdadera profundidad, con sus exigencias y sus indicaciones”. El Pontífice aseguró que “debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder coherentemente”, teniendo en cuenta que “también el hombre posee una naturaleza que ha de respetar y que no puede manipular a su antojo. (…) El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también es naturaleza, y su voluntad es justa cuando escucha la naturaleza, la respeta, y cuando se acepta a sí mismo como lo que es, y que no se ha creado a sí mismo. Así y solamente así se realiza la verdadera libertad humana”.
El patrimonio cultural de Europa puede ser una ayuda fundamental, ya que “sobre la base de la convicción acerca de la existencia de un Dios creador se han desarrollado la idea de los derechos humanos, la idea de la igualdad de todos los hombres ante la ley, la conciencia de la inviolabilidad de la dignidad humana de cada persona y el reconocimiento de la responsabilidad de los hombres por sus acciones”.
“Estos conocimientos (…) constituyen nuestra memoria cultural. (…) La cultura europea nació (…) del encuentro entre la fe en Dios de Israel, la razón filosófica de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma. (…) En la conciencia de la responsabilidad del hombre ante Dios y en el reconocimiento de la dignidad inviolable del hombre, de cada hombre, este encuentro ha fijado los criterios del derecho; defenderlos es nuestro deber en este momento histórico”.
Tras finalizar su discurso, Benedicto XVI se retiró privadamente durante algunos minutos en espera del sucesivo encuentro con miembros de la comunidad hebrea.
PV-ALEMANIA/ VIS 23110923 (1000)
En su discurso ante el Parlamento, Benedicto XVI afirmó que la política “debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones de fondo para la paz”. Un político puede buscar el éxito porque posibilita la acción política efectiva. Pero el éxito ha de estar subordinado “al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho”; de lo contrario, “el éxito puede constituir una seducción que abra el camino a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia”.
En este sentido, el Papa recordó que los alemanes han experimentado lo que sucede cuando se escinden el poder y el derecho, y el primero pisotea el segundo: “El Estado (…) se había convertido en una cuadrilla de bandidos muy bien organizada, que podía amenazar al mundo entero y empujarlo hasta el borde del abismo”.
Es por ello que “servir al derecho y combatir el dominio de la injusticia es y sigue siendo el deber fundamental del político”, especialmente en el momento actual. El problema es, entonces, cómo reconocer qué es lo justo. Para Benedicto XVI, “en las cuestiones fundamentales del derecho, en las que está en juego la dignidad del hombre y de la humanidad” el recurso a la voluntad de la mayoría no basta. “Basándose en esta convicción –dijo el Papa- los combatientes de la resistencia reaccionaron contra el régimen nazi y contra otros regímenes totalitarios, prestando así un servicio al derecho y a la humanidad”. Para estas personas era obvio que la legislación vigente “era, en realidad, una injusticia”.
Recuperar el patrimonio cultural de Europa
Sin embargo, por lo que se refiere a las cuestiones fundamentales antropológicas, hoy día no es evidente qué es lo justo y, por tanto, qué puede convertirse en derecho vigente.
En este punto, el Santo Padre recordó que en la historia, los ordenamientos jurídicos han estado casi siempre motivados por la religión. El cristianismo, en cambio, ha puesto la fuente del derecho en la naturaleza y la razón: “Para el desarrollo del derecho y de la humanidad, ha sido decisivo que los teólogos cristianos tomaran posición contra el derecho religioso, exigido por la fe en las divinidades, y se pusieran de parte de la filosofía, reconociendo como fuente jurídica válida para todos la razón y la naturaleza en su mutua relación”.
Con ello, la cuestión sobre los fundamentos de la legislación estuvo clara hasta la Declaración de los Derechos Humanos después de la segunda guerra mundial. Pero en el último medio siglo, afirmó el Pontífice, “ha tenido lugar un dramático cambio en la situación. La idea del derecho natural se considera hoy una doctrina católica más bien singular”, debido al predominio de la concepción positivista de la naturaleza y de la razón.
“Una concepción positivista de la naturaleza, que la comprende de modo puramente funcional (…) no puede tender ningún puente hacia el ‘ethos’ y el derecho (…) Lo mismo vale para la razón en una visión positivista (…) en la que lo que no es verificable, no entra en el ámbito de la razón. (…) Por ello, ‘ethos’ y religión se deben reducir al ámbito de lo subjetivo. (…) Esta es una situación dramática que interesa a todos y sobre la que es necesaria una discusión pública. Invitar urgentemente a ella es una intención esencial de este discurso”.
Benedicto XVI continuó asegurando que la visión positivista del mundo “es, en su conjunto, una parte grandiosa del conocimiento humano (…) a la que no debemos renunciar”. Pero “cuando la razón positivista se considera la única cultura suficiente, (…) reduce al hombre, es más, amenaza su humanidad. Lo digo especialmente con referencia a Europa, donde vastos ambientes intentan reconocer únicamente el positivismo como cultura común y como fundamento común para la formación del derecho, mientras que las demás convicciones y valores de nuestra cultura quedan reducidos al nivel de una subcultura. Con ello, Europa queda, frente a otras culturas del mundo, en una condición de falta de cultura, y se suscitan, al mismo tiempo, corrientes extremistas y radicales”.
De ahí la urgencia de que la razón y la naturaleza reencuentren su grandeza y aparezcan de nuevo “en su verdadera profundidad, con sus exigencias y sus indicaciones”. El Pontífice aseguró que “debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder coherentemente”, teniendo en cuenta que “también el hombre posee una naturaleza que ha de respetar y que no puede manipular a su antojo. (…) El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también es naturaleza, y su voluntad es justa cuando escucha la naturaleza, la respeta, y cuando se acepta a sí mismo como lo que es, y que no se ha creado a sí mismo. Así y solamente así se realiza la verdadera libertad humana”.
El patrimonio cultural de Europa puede ser una ayuda fundamental, ya que “sobre la base de la convicción acerca de la existencia de un Dios creador se han desarrollado la idea de los derechos humanos, la idea de la igualdad de todos los hombres ante la ley, la conciencia de la inviolabilidad de la dignidad humana de cada persona y el reconocimiento de la responsabilidad de los hombres por sus acciones”.
“Estos conocimientos (…) constituyen nuestra memoria cultural. (…) La cultura europea nació (…) del encuentro entre la fe en Dios de Israel, la razón filosófica de los griegos y el pensamiento jurídico de Roma. (…) En la conciencia de la responsabilidad del hombre ante Dios y en el reconocimiento de la dignidad inviolable del hombre, de cada hombre, este encuentro ha fijado los criterios del derecho; defenderlos es nuestro deber en este momento histórico”.
Tras finalizar su discurso, Benedicto XVI se retiró privadamente durante algunos minutos en espera del sucesivo encuentro con miembros de la comunidad hebrea.
PV-ALEMANIA/ VIS 23110923 (1000)
la ley natural, no es más que la impresión de la ley eterna en la criatura racional, es para SAn Agustin, la LEX TEMPORALIS, o LEX HUMANA, aplicada al problema de la historicidad de los temas juridicos, la primera denominacion es mas expresiva; con ella se viene a sugerir que, en las diversas legislaciones estatales o temporales, la variabilidad o mudanza no afecta no solamente a la materia regulable, como ocurre en la ley natural, sino tambien a la esencia misma de la ley, pues en tal caso la ley es siempre y de por si temporal, si bien para ser llamada ley deberá ser justa, la ley y el derecho injustos son INACEPTABLES.-En la ontología Agustiniana, todos los seres tienen una naturaleza, lo mismo el hombre que las demas cosas creadas; de por si ninguna naturaleza es mala,toda naturaleza es buena, en cuanto es naturaleza, solamente es mala, en cuanto este corrompida, en cuanto ha perdido su pristino estado.-
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