CIUDAD DEL VATICANO, 23 SEP 2011 (VIS).-Desde el aeropuerto de Erfurt, Benedicto XVI se trasladó en helicóptero a Etzelsbach, donde llegó a las 17.30 para dirigirse a la Wallfahrtskapelle (capilla de la peregrinación) de dicha localidad. En la explanada que la rodea se habían congregado miles de fieles para rezar junto al Pontífice las Vísperas de la liturgia de las horas.
El Santo Padre comenzó su homilía recordando el papel de este santuario mariano en la historia alemana: “En dos dictaduras impías que han tratado de arrancar a los hombres su fe tradicional, las gentes de Eichsfeld estaban convencidas de encontrar aquí, en el santuario de Etzelsbach, una puerta abierta y un lugar de paz interior”.
Seguidamente, pasó a considerar la imagen de la Piedad custodiada en el santuario; presenta como particularidad la posición del Crucificado, que yace con la cabeza hacia el lado derecho, de forma que no se ve la herida del costado. “Creo que dicha representación encierra un profundo significado –afirmó el Papa-. En la imagen milagrosa de Etzelbach, los corazones de Jesús y de su Madre se dirigen uno al otro, se acercan el uno al otro. Se intercambian recíprocamente su amor. (…) En el corazón de María encuentra cabida el amor que su divino Hijo quiere ofrecer al mundo”.
En este punto, Benedicto XVI advirtió que “no es la autorrealización la que lleva a la persona a su verdadero desarrollo, aspecto que hoy es propuesto como modelo de la vida moderna, pero que fácilmente puede convertirse en una forma de egoísmo refinado. Es, sobre todo, la actitud del don de sí mismo, que se orienta hacia el corazón de María y con ello hacia el corazón del Redentor”.
En María, “Dios ha hecho confluir todo el bien y, por medio de Ella, no cesa de difundirlo ulteriormente en el mundo. Desde la Cruz, desde el trono de la gracia y la redención, Jesús ha entregado a los hombres como Madre a María, su propia Madre. (…) Bajo la Cruz, María se hace compañera y protectora de los hombres en el camino de su vida. (…) Pasamos por vicisitudes alternas, pero María intercede por nosotros ante su Hijo y nos comunica la fuerza del amor divino”.
Benedicto XVI, explicó que, cuando la Virgen nos salva del peligro, “con maternal delicadeza, quiere hacernos comprender que toda nuestra vida debe ser una respuesta al amor rico en misericordia de nuestro Dios. Como si nos dijera: entiende que Dios, que es la fuente de todo bien y no quiere otra cosa que tu verdadera felicidad, tiene el derecho de exigirte una vida que se abandone sin reservas y con alegría a su voluntad, y se esfuerce en que los otros hagan lo mismo. ‘Donde está Dios, allí hay futuro’. En efecto: donde dejamos que el amor de Dios actúe totalmente sobre la vida, allí se abre el cielo. (…) Allí, las pequeñas cosas de la vida cotidiana alcanzan su sentido y los grandes problemas encuentran su solución”.
Al término de la celebración, tuvieron lugar la Adoración Eucarística, la bendición final y el rezo de la Salve. Antes de regresar a Erfurt en helicóptero, el Papa regaló un rosario de oro a la imagen de la Virgen, como signo de su profunda veneración.
PV-ALEMANIA/ VIS 20110924 (540)
El Santo Padre comenzó su homilía recordando el papel de este santuario mariano en la historia alemana: “En dos dictaduras impías que han tratado de arrancar a los hombres su fe tradicional, las gentes de Eichsfeld estaban convencidas de encontrar aquí, en el santuario de Etzelsbach, una puerta abierta y un lugar de paz interior”.
Seguidamente, pasó a considerar la imagen de la Piedad custodiada en el santuario; presenta como particularidad la posición del Crucificado, que yace con la cabeza hacia el lado derecho, de forma que no se ve la herida del costado. “Creo que dicha representación encierra un profundo significado –afirmó el Papa-. En la imagen milagrosa de Etzelbach, los corazones de Jesús y de su Madre se dirigen uno al otro, se acercan el uno al otro. Se intercambian recíprocamente su amor. (…) En el corazón de María encuentra cabida el amor que su divino Hijo quiere ofrecer al mundo”.
En este punto, Benedicto XVI advirtió que “no es la autorrealización la que lleva a la persona a su verdadero desarrollo, aspecto que hoy es propuesto como modelo de la vida moderna, pero que fácilmente puede convertirse en una forma de egoísmo refinado. Es, sobre todo, la actitud del don de sí mismo, que se orienta hacia el corazón de María y con ello hacia el corazón del Redentor”.
En María, “Dios ha hecho confluir todo el bien y, por medio de Ella, no cesa de difundirlo ulteriormente en el mundo. Desde la Cruz, desde el trono de la gracia y la redención, Jesús ha entregado a los hombres como Madre a María, su propia Madre. (…) Bajo la Cruz, María se hace compañera y protectora de los hombres en el camino de su vida. (…) Pasamos por vicisitudes alternas, pero María intercede por nosotros ante su Hijo y nos comunica la fuerza del amor divino”.
Benedicto XVI, explicó que, cuando la Virgen nos salva del peligro, “con maternal delicadeza, quiere hacernos comprender que toda nuestra vida debe ser una respuesta al amor rico en misericordia de nuestro Dios. Como si nos dijera: entiende que Dios, que es la fuente de todo bien y no quiere otra cosa que tu verdadera felicidad, tiene el derecho de exigirte una vida que se abandone sin reservas y con alegría a su voluntad, y se esfuerce en que los otros hagan lo mismo. ‘Donde está Dios, allí hay futuro’. En efecto: donde dejamos que el amor de Dios actúe totalmente sobre la vida, allí se abre el cielo. (…) Allí, las pequeñas cosas de la vida cotidiana alcanzan su sentido y los grandes problemas encuentran su solución”.
Al término de la celebración, tuvieron lugar la Adoración Eucarística, la bendición final y el rezo de la Salve. Antes de regresar a Erfurt en helicóptero, el Papa regaló un rosario de oro a la imagen de la Virgen, como signo de su profunda veneración.
PV-ALEMANIA/ VIS 20110924 (540)
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