CIUDAD DEL VATICANO, 20 MAR 2011 (VIS).-Al regreso de su visita pastoral a la parroquia romana de San Corbiniano, el Papa se asomó a mediodía a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
El Santo Padre recordó que el segundo domingo de Cuaresma es el de la Transfiguración, cuando Cristo después de haber anunciado a sus discípulos la Pasión lleva consigo al monte a Pedro, Santiago y Juan y como narra el apóstol Mateo: “Se transfiguró ante ellos de modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestidos blancos como la luz”.
“Para los sentidos la luz del sol es la más intensa de la naturaleza -dijo el Santo Padre-, pero para el espíritu, los discípulos vieron durante unos instantes, un resplandor todavía más intenso, el de la gloria divina de Jesús que ilumina toda la historia de la salvación. (...) La Transfiguración no es un cambio de Jesús, sino la revelación de su divinidad. (...) Pedro, Santiago y Juan, contemplando la divinidad del Señor, se preparan a hacer frente al escándalo de la cruz”.
“Participemos también nosotros en esta visión y en este don sobrenatural, dando espacio a la oración y a la escucha de la Palabra de Dios”, concluyó el pontífice. “Además, en este tiempo de Cuaresma, exhorto, como escribe el Siervo de Dios Pablo VI, a responder al precepto divino de la penitencia con algún acto voluntario que vaya más allá de las renuncias impuestas por el peso de la vida cotidiana”.
Después de rezar el Ángelus Benedicto XVI volvió a hablar de las “preocupantes noticias que en los días pasados llegaban de Libia” y habían suscitado en su persona “inquietud y temor”. “Recé en particular por ello al Señor durante la semana de ejercicios espirituales”, agregó.
“Sigo ahora los últimos acontecimientos con gran aprensión -afirmó-, rezo por los que están involucrados en la dramática situación del país y dirijo un acuciante llamamiento a cuantos tienen responsabilidades políticas y militares, para que se preocupen, ante todo de la incolumidad y la seguridad de los ciudadanos y garanticen el acceso a las ayudas humanitarias. Aseguro a la población mi emocionada cercanía, mientras pido a Dios que surja lo antes posible un horizonte de paz y concordia en Libia y en toda la región norteafricana”.
ANG/ VIS 20110321 (410)
El Santo Padre recordó que el segundo domingo de Cuaresma es el de la Transfiguración, cuando Cristo después de haber anunciado a sus discípulos la Pasión lleva consigo al monte a Pedro, Santiago y Juan y como narra el apóstol Mateo: “Se transfiguró ante ellos de modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestidos blancos como la luz”.
“Para los sentidos la luz del sol es la más intensa de la naturaleza -dijo el Santo Padre-, pero para el espíritu, los discípulos vieron durante unos instantes, un resplandor todavía más intenso, el de la gloria divina de Jesús que ilumina toda la historia de la salvación. (...) La Transfiguración no es un cambio de Jesús, sino la revelación de su divinidad. (...) Pedro, Santiago y Juan, contemplando la divinidad del Señor, se preparan a hacer frente al escándalo de la cruz”.
“Participemos también nosotros en esta visión y en este don sobrenatural, dando espacio a la oración y a la escucha de la Palabra de Dios”, concluyó el pontífice. “Además, en este tiempo de Cuaresma, exhorto, como escribe el Siervo de Dios Pablo VI, a responder al precepto divino de la penitencia con algún acto voluntario que vaya más allá de las renuncias impuestas por el peso de la vida cotidiana”.
Después de rezar el Ángelus Benedicto XVI volvió a hablar de las “preocupantes noticias que en los días pasados llegaban de Libia” y habían suscitado en su persona “inquietud y temor”. “Recé en particular por ello al Señor durante la semana de ejercicios espirituales”, agregó.
“Sigo ahora los últimos acontecimientos con gran aprensión -afirmó-, rezo por los que están involucrados en la dramática situación del país y dirijo un acuciante llamamiento a cuantos tienen responsabilidades políticas y militares, para que se preocupen, ante todo de la incolumidad y la seguridad de los ciudadanos y garanticen el acceso a las ayudas humanitarias. Aseguro a la población mi emocionada cercanía, mientras pido a Dios que surja lo antes posible un horizonte de paz y concordia en Libia y en toda la región norteafricana”.
ANG/ VIS 20110321 (410)
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