CIUDAD DEL VATICANO, 17 DIC 2010 (VIS).-El Santo Padre ha enviado un mensaje al cardenal Crescenzio Sepe, arzobispo de Nápoles (Italia), con motivo de la apertura en esa archidiócesis de un Año Jubilar, comenzado ayer y que se prolongará durante todo el 2011.
Nápoles, escribe el Papa, “cuenta con un patrimonio religioso precioso que exige la coherencia de la fidelidad y el valor del testimonio. En el surco de esa rica tradición ha florecido con abundancia la santidad cristiana, expresándose en figuras célebres que han dejado una huella profunda en la Iglesia y en la sociedad. De esos ejemplos se deriva la obligación de continuar en vuestra tierra esa historia de fe y caridad, actuando con el mismo vigor y empuje apostólico”.
Benedicto XVI recuerda a continuación que hoy “el contexto cultural es muy diverso respecto al pasado y si por una parte nos alegramos en el Señor por la fe genuina y perseverante de tantos cristianos, por otra, es doloroso constatar la difusión de una visión secularizada de la vida y la insurgencia de males que afligen a la sociedad civil, asediada por el individualismo”.
En esa atmósfera, prosigue el Papa, se constata también “la influencia de modelos negativos y desviados que inciden fuertemente en la vida familiar y social, en particular en las nuevas generaciones. Por eso, reafirmo la urgencia de la formación humana y cristiana de los chicos y jóvenes porque están gravemente expuestos al peligro de la desviación”.
“En los diversos ambientes de vida los cristianos están llamados a ser artífices de verdad y testigos valientes del Evangelio; cada uno puede y debe actuar para que los valores espirituales y éticos, traducidos en estilos de vida, aporten una contribución decisiva en la edificación de una sociedad más justa y fraterna. Es necesario comprometerse (...) en relaciones de caridad auténtica que se expresen en formas concretas de solidaridad y servicio, para mostrar formas de vida alternativas, accesibles a todos y al mismo tiempo emblemáticas”.
“Así se reforzará la certeza de que también hoy, como siempre -concluye el Santo Padre- la semilla del Reino de Dios está presente y activa y es una semilla cargada de futuro que, si se acoge de forma personal y generosa, puede transformar incluso las situaciones más difíciles y renovar el corazón y el rostro de Nápoles”.
MESS/ VIS 20101217 (400)
Nápoles, escribe el Papa, “cuenta con un patrimonio religioso precioso que exige la coherencia de la fidelidad y el valor del testimonio. En el surco de esa rica tradición ha florecido con abundancia la santidad cristiana, expresándose en figuras célebres que han dejado una huella profunda en la Iglesia y en la sociedad. De esos ejemplos se deriva la obligación de continuar en vuestra tierra esa historia de fe y caridad, actuando con el mismo vigor y empuje apostólico”.
Benedicto XVI recuerda a continuación que hoy “el contexto cultural es muy diverso respecto al pasado y si por una parte nos alegramos en el Señor por la fe genuina y perseverante de tantos cristianos, por otra, es doloroso constatar la difusión de una visión secularizada de la vida y la insurgencia de males que afligen a la sociedad civil, asediada por el individualismo”.
En esa atmósfera, prosigue el Papa, se constata también “la influencia de modelos negativos y desviados que inciden fuertemente en la vida familiar y social, en particular en las nuevas generaciones. Por eso, reafirmo la urgencia de la formación humana y cristiana de los chicos y jóvenes porque están gravemente expuestos al peligro de la desviación”.
“En los diversos ambientes de vida los cristianos están llamados a ser artífices de verdad y testigos valientes del Evangelio; cada uno puede y debe actuar para que los valores espirituales y éticos, traducidos en estilos de vida, aporten una contribución decisiva en la edificación de una sociedad más justa y fraterna. Es necesario comprometerse (...) en relaciones de caridad auténtica que se expresen en formas concretas de solidaridad y servicio, para mostrar formas de vida alternativas, accesibles a todos y al mismo tiempo emblemáticas”.
“Así se reforzará la certeza de que también hoy, como siempre -concluye el Santo Padre- la semilla del Reino de Dios está presente y activa y es una semilla cargada de futuro que, si se acoge de forma personal y generosa, puede transformar incluso las situaciones más difíciles y renovar el corazón y el rostro de Nápoles”.
MESS/ VIS 20101217 (400)
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