CIUDAD DEL VATICANO, 18 DIC 2010 (VIS).-Hoy se hizo público el mensaje del Santo Padre con ocasión de la XIX Jornada Mundial del Enfermo, que como es tradicional se celebra el 11 de febrero, memoria de Nuestra Señora de Lourdes.
Al inicio del mensaje, el Papa recuerda su visita pastoral a Turín –en mayo pasado-, donde “pude rezar ante la Sábana Santa, frente a ese rostro dolorido, que nos invita a meditar en Aquel que tomó sobre sí la pasión del ser humano de todos los tiempos y todos los lugares, también nuestros sufrimientos, nuestras dificultades, nuestros pecados”.
Tras poner de relieve que “el sufrimiento está siempre lleno de misterio, es difícil de aceptar y de llevar”, Benedicto XVI recuerda que al apóstol Tomás le cuesta creer en la pasión redentora de Jesús, pero “frente a Cristo que muestra sus llagas, su respuesta se transforma en una conmovedora profesión de fe: “¡Señor mío y Dios mío!”.
“Precisamente a través de las llagas de Cristo –continúa- podemos ver, con ojos de esperanza, todos los males que afligen a la humanidad. (…) Dios, la Verdad y el Amor en persona, ha querido sufrir por nosotros y con nosotros; se hizo hombre para poder com-padecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre. En cada pena humana ha entrado uno que comparte el sufrir y el padecer; en cada sufrimiento se difunde la con-solatio, el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza” .
Refiriéndose a la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, en agosto de 2011, el Santo Padre se dirige en especial a los jóvenes “que viven la experiencia de la enfermedad. A menudo, la Pasión, la Cruz de Jesús –escribe- dan miedo porque parecen ser la negación de la vida. ¡En realidad, es exactamente lo contrario! La Cruz es el “sí” de Dios al hombre. (…) Sólo El es capaz de liberar al mundo del mal y hacer crecer su Reino de justicia, de paz y de amor al que todos aspiramos”.
El Papa expresa también su afecto a todos y a cada uno de los enfermos, “participando en los sufrimientos y las esperanzas que vivís cotidianamente en unión con Cristo crucificado y resucitado, para que os done la paz y la curación del corazón. Con El, vela junto a vosotros la Virgen María, a la que invocamos con confianza “Salud de los enfermos y consuelo de los que sufren”.
Al final del mensaje, el Santo Padre invita a las autoridades “a invertir cada vez más energías en centros de salud que ayuden y sostengan a los que sufren, especialmente a los pobres y necesitados”, y dirige un saludo “a los obispos, sacerdotes, personas consagradas, seminaristas, profesionales de la salud, voluntarios y a todos aquellos que se dedican con amor a curar y aliviar las llagas de cada hermano o hermana enfermos, en los hospitales o residencias de enfermos, en las familias: ved siempre en los rostros de los enfermos el Rostro de los rostros: el de Cristo”.
MESS/ VIS 20101220 (520)
Al inicio del mensaje, el Papa recuerda su visita pastoral a Turín –en mayo pasado-, donde “pude rezar ante la Sábana Santa, frente a ese rostro dolorido, que nos invita a meditar en Aquel que tomó sobre sí la pasión del ser humano de todos los tiempos y todos los lugares, también nuestros sufrimientos, nuestras dificultades, nuestros pecados”.
Tras poner de relieve que “el sufrimiento está siempre lleno de misterio, es difícil de aceptar y de llevar”, Benedicto XVI recuerda que al apóstol Tomás le cuesta creer en la pasión redentora de Jesús, pero “frente a Cristo que muestra sus llagas, su respuesta se transforma en una conmovedora profesión de fe: “¡Señor mío y Dios mío!”.
“Precisamente a través de las llagas de Cristo –continúa- podemos ver, con ojos de esperanza, todos los males que afligen a la humanidad. (…) Dios, la Verdad y el Amor en persona, ha querido sufrir por nosotros y con nosotros; se hizo hombre para poder com-padecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre. En cada pena humana ha entrado uno que comparte el sufrir y el padecer; en cada sufrimiento se difunde la con-solatio, el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza” .
Refiriéndose a la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, en agosto de 2011, el Santo Padre se dirige en especial a los jóvenes “que viven la experiencia de la enfermedad. A menudo, la Pasión, la Cruz de Jesús –escribe- dan miedo porque parecen ser la negación de la vida. ¡En realidad, es exactamente lo contrario! La Cruz es el “sí” de Dios al hombre. (…) Sólo El es capaz de liberar al mundo del mal y hacer crecer su Reino de justicia, de paz y de amor al que todos aspiramos”.
El Papa expresa también su afecto a todos y a cada uno de los enfermos, “participando en los sufrimientos y las esperanzas que vivís cotidianamente en unión con Cristo crucificado y resucitado, para que os done la paz y la curación del corazón. Con El, vela junto a vosotros la Virgen María, a la que invocamos con confianza “Salud de los enfermos y consuelo de los que sufren”.
Al final del mensaje, el Santo Padre invita a las autoridades “a invertir cada vez más energías en centros de salud que ayuden y sostengan a los que sufren, especialmente a los pobres y necesitados”, y dirige un saludo “a los obispos, sacerdotes, personas consagradas, seminaristas, profesionales de la salud, voluntarios y a todos aquellos que se dedican con amor a curar y aliviar las llagas de cada hermano o hermana enfermos, en los hospitales o residencias de enfermos, en las familias: ved siempre en los rostros de los enfermos el Rostro de los rostros: el de Cristo”.
MESS/ VIS 20101220 (520)
No hay comentarios:
Publicar un comentario