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lunes, 25 de octubre de 2010

CLAUSURA SINODO ORIENTE MEDIO: NUNCA DEBEMOS RESIGNARNOS A LA FALTA DE PAZ

CIUDAD DEL VATICANO, 24 OCT 2010 (VIS).-Esta mañana, a las 9.30, en la Basílica de San Pedro, Benedicto XVI presidió la celebración de la Eucaristía con los padres sinodales, para clausurar la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, que se ha celebrado en el Aula del Sínodo, en el Vaticano, desde el 10 de octubre de 2010, sobre el tema: “La Iglesia católica en Oriente Medio: comunión y testimonio. “La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma”.

Con el Papa han concelebrado 177 padres sinodales (entre los cuales 19 cardenales, 9 patriarcas, 72 arzobispos, 67 obispos y 10 sacerdotes) y 69 colaboradores.

Han subido al altar para la plegaria eucarística los presidentes delegados: Su Beatitud el cardenal Nasrallah Pierre Sfeir, patriarca de Antioquía de los Maronitas, Obispo de Joubbé, Sarba y Jounieh de los Maronitas (Líbano), ad honorem; Su Beatitud el cardenal Emmanuel III Delly, patriarca de Babilonia de los Caldeos (Irak), ad honorem; el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales (Ciudad del Vaticano); Su Beatitud Ignace Youssif III Younan, patriarca de Antioquía de los Sirios (Líbano); el relator general, Su Beatitud. Antonios Naguib, Patriarca de Alejandría de los Coptos (República árabe de Egipto); el secretario general, arzobispo Nikola Eterovic (Ciudad del Vaticano) y el secretario especial, arzobispo Joseph Soueif, de Chipre de los Maronitas (Chipre).

En su homilía, el Papa observó que la primera Lectura y el Salmo responsorial de la liturgia de hoy “insisten en el tema de la oración, subrayando que ésta es más potente en el corazón de Dios cuanto mayor es la condición de necesidad y aflicción de quien la reza” y agregó: “Tenemos presentes a tantos hermanos y hermanas que viven en la región medio-oriental y que se encuentran en situaciones difíciles, a veces muy duras, tanto por los problemas materiales como por el desánimo, el estado de tensión y, a veces, el miedo”.

“La Palabra de Dios –subrayó- hoy nos ofrece también una luz de esperanza consoladora, allí donde presenta la oración, personificada, que “no desiste hasta que el Altísimo le atiende, juzga a los justos y les hace justicia”. También este vínculo entre oración y justicia nos hace pensar en tantas situaciones en el mundo, en particular en Oriente Medio. El grito del pobre y del oprimido encuentra inmediato eco en Dios, que quiere intervenir para abrir una vía de salida, para restituir un futuro de liberad, un horizonte de esperanza”.

“La Asamblea sinodal que hoy se concluye ha tenido presente siempre la imagen de la primera comunidad cristiana, descrita en los Hechos de los Apóstoles: “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma” .Es una realidad experimentada en los días pasados, durante los cuales hemos compartido las alegrías y los dolores, las preocupaciones y las esperanzas de los cristianos de Oriente Medio. Hemos vivido la unidad de la Iglesia en la variedad de las Iglesias presentes en esa región. (...) Así, hemos valorado la riqueza litúrgica, espiritual y teológica de las Iglesias Orientales Católicas, además de la de la Iglesia Latina. Se ha tratado de un intercambio de dones preciosos, de los cuales se han beneficiado todos los padres sinodales. Deseamos que esta experiencia positiva se repita también en las respectivas comunidades de Oriente Medio, favoreciendo la participación de los fieles en las celebraciones litúrgicas de los demás ritos católicos y, por lo tanto, la apertura a la dimensión de la Iglesia universal”.

“La oración común nos ha ayudado también a afrontar los desafíos de la Iglesia Católica en Oriente Medio. Uno de ellos es la comunión en el interior de cada Iglesia “sui iuris”, así como en las relaciones entre las varias Iglesias Católicas de distintas tradiciones. Como nos ha recordado la página del Evangelio de hoy necesitamos humildad para reconocer nuestros límites, nuestros errores y nuestras omisiones, con objeto de poder formar verdaderamente “un solo corazón y una sola alma”. Una comunión más plena en el interior de la Iglesia Católica favorece también el diálogo ecuménico con las otras Iglesias y Comunidades eclesiales. En esta Asamblea Sinodal la Iglesia Católica ha corroborado también su profunda convicción de proseguir este diálogo”.

“A los cristianos en Oriente Medio -dijo el pontífice- se les pueden aplicar las palabras del Señor Jesús: “No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino”. En efecto, aunque poco numerosos, ellos son portadores de la Buena Nueva del amor de Dios por el hombre, amor que se reveló precisamente en Tierra Santa en la persona de Jesucristo. Esta Palabra de salvación, reforzada con la gracia de los Sacramentos, resuena con particular eficacia en los lugares en los que, por la divina Providencia, fue escrita, y es la única Palabra capaz de romper el círculo vicioso de la venganza, del odio, de la violencia. De un corazón purificado, en paz con Dios y con el prójimo, pueden nacer propósitos e iniciativas de paz a nivel local, nacional e internacional. A esta obra, a cuya realización está llamada toda la comunidad internacional, los cristianos, ciudadanos de pleno derecho, pueden y deben dar su contribución con el espíritu de las bienaventuranzas, convirtiéndose así en constructores de paz y en apóstoles de reconciliación para el beneficio de toda la sociedad.”

“Desde hace demasiado tiempo, en Oriente Medio perduran los conflictos, las guerras, la violencia, el terrorismo. La paz, que es don de Dios, también es el resultado de los esfuerzos de los hombres de buena voluntad, de las instituciones nacionales e internacionales, y en particular de los Estados más implicados en la búsqueda de la solución de los conflictos. Nunca debemos resignarnos a la falta de paz. La paz es posible. La paz es urgente. La paz es la condición indispensable para una vida digna de la persona humana y de la sociedad. La paz es también el mejor remedio para evitar la emigración de Oriente Medio”, exclamó el Santo Padre.

Otra contribución que los cristianos pueden aportar a la sociedad es “la promoción de una auténtica libertad religiosa y de conciencia, uno de los derechos fundamentales de la persona humana que cada Estado debería respetar siempre. En numerosos países de Oriente Medio existe la libertad de culto, pero no pocas veces el espacio de la libertad religiosa es muy limitado. Ampliar este espacio de libertad es una exigencia para garantizar a todos los que pertenecen a las distintas comunidades religiosas la verdadera libertad de vivir y profesar su fe. Este argumento podría ser objeto de diálogo entre los cristianos y los musulmanes, diálogo cuya urgencia y utilidad ha sido ratificada por los Padres sinodales”.

Por último, el Papa recordó que durante los trabajos de la Asamblea “se ha subrayado a menudo la necesidad de volver a proponer el Evangelio a las personas que lo conocen poco o que incluso se han alejado de la Iglesia. Se ha evocado muchas veces la urgente necesidad de una nueva evangelización también para Oriente Medio. (...) Por eso, después de haber consultado al episcopado del mundo entero y después de haber escuchado al Consejo Ordinario de la Secretaría General del Sínodo de los Obispos, he decidido -anunció el pontífice- dedicar la próxima Asamblea General Ordinaria, en 2012, al siguiente tema: “La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”.

“¡Queridos hermanos y hermanas de Oriente Medio! -concluyó Benedicto XVI- Que la experiencia de estos días os asegure que no estáis nunca solos, que os acompañan siempre la Santa Sede y toda la Iglesia, la cual, nacida en Jerusalén, se ha extendido por Oriente Medio y después por el mundo entero”.
HML/ VIS 20101025 (1280)

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