CIUDAD DEL VATICANO, 10 ENE 2010 (VIS).-Como es habitual en la fiesta del Bautismo del Señor, el Papa presidió esta mañana en la Capilla Sixtina la celebración eucarística durante la cual bautizó a catorce recién nacidos, siete niños y siete niñas.
En la homilía, el Santo Padre explicó que "hoy, Jesús se revela en la orillas del Jordán, a Juan y al pueblo de Israel". El bautismo del Precursor "es de penitencia, un signo que invita a la conversión, a cambiar de vida, pues se acerca Aquél que "bautizará en Espíritu Santo y fuego". De hecho, no se puede aspirar a un mundo nuevo permaneciendo sumergidos en el egoísmo y en las costumbres ligadas al pecado".
"El Hijo de Dios, Aquel que no tiene pecado -continuó-, se mezcla entre los pecadores, muestra la cercanía de Dios al camino de conversión del ser humano. Jesús carga sobre sus espaldas el peso de la culpa de toda la humanidad, comienza su misión poniéndose en lugar de los pecadores, en la perspectiva de la cruz".
Refiriéndose a los pequeños que iban a ser bautizados, Benedicto XVI dijo que "reciben como don la gracia del Bautismo y el Espíritu Santo habitará en ellos como en un templo, transformando profundamente sus corazones. (...) Hoy son bautizados en la fe de la Iglesia, profesada por los padres, padrinos y madrinas, y por los cristianos presentes, que después les llevarán de la mano en el seguimiento de Cristo".
El Papa subrayó que "hoy es un gran día para estos niños. Con el Bautismo, participando en la muerte y resurrección de Cristo, comienzan con Él la aventura gozosa y entusiasmante del discípulo".
"El Bautismo ilumina con la luz de Cristo, abre los ojos a su resplandor e introduce en el misterio de Dios a través de la luz divina de la fe. En esta luz, los niños que van a ser bautizados tendrán que caminar durante toda la vida, ayudados por las palabras y el ejemplo de los padres, de los padrinos y madrinas. Éstos tendrán que comprometerse a alimentar con las palabras y el testimonio de su vida las antorchas de la fe de los niños para que pueda resplandecer en este mundo, que con frecuencia camina a tientas en las tinieblas de la duda, y llevar la luz del Evangelio que es vida y esperanza".
Benedicto XVI afirmó que "también en nuestros días la fe es un don que hay que volver a descubrir, cultivar y testimoniar. Que en esta celebración del Bautismo, el Señor conceda a cada uno de nosotros la gracia de vivir la hermosura y la alegría de ser cristianos para que podamos introducir a los niños bautizados en la plenitud de la adhesión a Cristo".
"Encomendamos estos pequeños -concluyó- a la materna intercesión de la Virgen María, pidiéndole que, revestidos con el vestido blanco, signo de su nueva dignidad de hijos de Dios, sean durante toda su vida fieles discípulos de Cristo y valientes testigos del Evangelio".
HML/BAUTISMO/CAPILLA SIXTINA VIS 20100111 (500)
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