CIUDAD DEL VATICANO, 27 DIC 2009 (VIS).-Después de haber rezado el Ángelus, el Santo Padre se trasladó al comedor de la Comunidad de San Egidio, en el barrio romano de Trastevere, para almorzar con 150 personas entre voluntarios de esa institución y personas necesitadas.
Benedicto XVI compartió su mesa con doce personas, entre ellos una familia de gitanos, un refugiado afgano chiíta, un anciano de noventa años viudo y un joven paralítico de 25 años desde su nacimiento, abandonado por su familia, y ofreció dulces como postre. También repartió regalos a los 31 niños presentes.
"Para mí -dijo el Papa-, es una experiencia conmovedora estar con vosotros; estar con los amigos de Jesús, porque Jesús ama a los que sufren, a las personas con dificultades. Durante la comida he escuchado historias dolorosas y cargadas de humanidad. (...) Estoy entre vosotros para deciros que os siento cerca y os quiero mucho".
"También la familia de Jesús, desde sus primeros pasos, encontró dificultades, vivió el malestar de no hallar hospitalidad, se vio obligada a emigrar a Egipto por la violencia del rey Herodes. Vosotros también conocéis el sufrimiento, pero tenéis aquí alguien que os cuida, alguno incluso ha encontrado a su familia gracias al servicio atento de la Comunidad de San Egidio, que ofrece un signo del amor de Dios por los pobres. Hoy aquí pasa lo mismo que en los hogares: el que sirve y ayuda se confunde con el que es ayudado y servido y el primer lugar lo ocupa el que más lo necesita".
"En esta época de gran dificultad económica -agregó el Santo Padre- todos debemos ser señales de esperanza y testigos de un mundo nuevo para aquellos que, encerrados en su egoísmo, creen que pueden ser felices solos y viven con tristeza o con una alegría efímera que deja el corazón vacío".
Finalizado el almuerzo Benedicto XVI descubrió una placa conmemorativa de su visita y regresó al Vaticano.
BXVI-VISITA/ALMUERZO POBRES/SAN EGIDIO VIS 20091228 (340)
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