CIUDAD DEL VATICANO, 18 MAY 2009 (VIS).-Benedicto XVI ha escrito un mensaje al obispo Claudio Giuliodori, de Macerata, Tolentino, Recanati, Cingoli y Treia (Italia), con motivo de las actividades programadas por esa diócesis -entre otras un año jubilar- para conmemorar el IV centenario de la muerte del padre jesuita Mateo Ricci (Pekín, 11mayo de 1610).
El Papa escribe que Mateo Ricci, nacido en Macerata el 6 de octubre de 1552, "dotado de una fe profunda y de un extraordinario ingenio cultural y científico, dedicó largos años de su existencia a tejer un diálogo provechoso entre Occidente y Oriente llevando a cabo, al mismo tiempo, una incisiva acción de radicación del Evangelio en la cultura del gran pueblo chino. Su ejemplo sigue siendo hoy modelo de encuentro entre la civilización europea y la china".
"Considerando su intensa actividad científica y espiritual -prosigue el Santo Padre- nos sentimos impresionados por su capacidad, innovadora y peculiar, de acercarse con pleno respeto a las tradiciones culturales y espirituales chinas. Esa actitud caracterizó su misión encaminada a buscar una armonía posible entre la noble y milenaria civilización china y la novedad cristiana, que es fermento de liberación y de renovación auténtica dentro de todas las sociedades, porque el Evangelio es un mensaje universal de salvación, destinado a todos los seres humanos, sea cual sea el contexto cultural o religioso al que pertenezcan".
"Lo que hizo original y, podríamos decir, profético su apostolado -señala el pontífice- fue con toda seguridad su profunda simpatía por el pueblo chino, por su historia, sus culturas y tradiciones religiosas". El jesuita fue además "modelo de diálogo y de respeto con las otras creencias" e "hizo de la amistad el estilo de su apostolado durante sus 28 años de permanencia en China".
Hasta el fin de su vida, Mateo Ricci fue fiel a ese estilo de evangelización, "sirviéndose de una metodología y una estrategia pastoral basadas, por una parte, en el respeto de las sanas usanzas del lugar que los neófitos chinos no debían abandonar cuando abrazaban la fe cristiana y por otra, en la certeza de que la Revelación podía valorizarlas y completarlas todavía más". Como hicieron los Padres de la Iglesia en la época del encuentro del Evangelio con la cultura grecorromana, el autor del "Tratado sobre la amistad" "fundamentó su clarividente trabajo de enculturación del cristianismo en China buscando un acuerdo constante con los sabios de aquel país".
"¡Ojala nuestras comunidades, donde conviven personas de diversas culturas y religiones, siguiendo su ejemplo, crezcan en espíritu de acogida y respeto recíproco!", concluye el Santo Padre.
MESS/CENTENARIO MATEO RICCI/GIULIODORI VIS 20090518 (440)
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