CIUDAD DEL VATICANO, 24 MAY 2009 (VIS).-Terminada la misa y antes de rezar el Regina Coeli el Papa dijo unas palabras ante los miles de peregrinos congregados en la Plaza Miranda de Cassino, desde hoy llamada Plaza Benedicto XVI.
Refiriéndose a la necesidad que tiene el mundo de "saborear toda la riqueza y el poder de la paz de Cristo", el Santo Padre recordó que en la entrada de la Abadía de Montecassino y de todos los monasterios benedictinos, está escrita, como lema, la palabra "PAX".
"Como sabéis, en mi reciente viaje a Tierra Santa -dijo- me hice peregrino de paz, y hoy -en esta tierra marcada por el carisma benedictino- se me ofrece la oportunidad de subrayar una vez más que la paz es en primer lugar don de Dios, y que por tanto su fuerza está en la oración".
Benedicto XVI subrayó que la paz "es un don confiado, sin embargo, al esfuerzo humano. (…) Por tanto, es fundamental cultivar una auténtica vida de oración para asegurar el progreso social en la paz. (…) Sólo aprendiendo, con la gracia de Cristo, a combatir y vencer el mal dentro de uno mismo y en las relaciones con los demás, se llega a ser auténticos constructores de paz y de progreso civil".
Dirigiéndose a la Virgen María, Reina de la Paz, pidió que "ayude a todos los cristianos, en las diversas vocaciones y situaciones de la vida, a ser testigos de la paz, que Cristo nos ha dado y nos dejó como misión ardua para realizar en todas partes".
El Papa recordó a continuación que "hoy, 24 de mayo, memoria litúrgica de la Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los Cristianos -que es venerada con gran devoción en el santuario de Sheshan, en Shanghai-, se celebra la Jornada de oración por la Iglesia en China. Mi pensamiento se dirige a todo el pueblo chino. En particular, saludo con gran afecto a los católicos en China y les exhorto a renovar en este día su comunión de fe en Cristo y de fidelidad al sucesor de Pedro. Nuestra oración común obtenga una efusión de los dones del Espíritu Santo, para que la unidad entre todos los cristianos, la catolicidad y la universalidad de la Iglesia sean cada vez más profundas y visibles".
Al saludar a los peregrinos en diferentes lenguas, Benedicto XVI pidió que el testimonio espiritual de San Benito "ayude a los pueblos que viven en el continente europeo a ser fieles a sus raíces cristianas y a construir una Europa unida y solidaria, fundada en la búsqueda de la justicia y de la paz".
Concluida la oración mariana, el Santo Padre se dirigió en automóvil a la Abadía de Montecassino, donde almorzó con los monjes benedictinos. De camino a este lugar se detuvo en la Casa de la Caridad, que acoge a personas necesitadas de ayuda, pobres e inmigrantes, donde descubrió una placa en recuerdo de su visita y bendijo e inauguró el edificio.
PV-ITALIA/REGINA COELI/CASSINO VIS 20090525 (440)
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