CIUDAD DEL VATICANO, 22 NOV 2008 (VIS).-Benedicto XVI recibió esta mañana a los participantes en la peregrinación de la archidiócesis italiana de Amalfi-Cava de' Tirreni, a quienes acompañaba el arzobispo Orazio Soricelli. El motivo de la peregrinación a la tumba de San Pedro con las reliquias de San Andrés, patrono de la archidiócesis, es el VIII centenario de su traslación de Constantinopla a Amalfi.
El Papa señaló que el próximo 30 de noviembre finalizará el año jubilar de esa sede con la Santa Misa en la catedral amalfitana celebrada por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado. El momento cumbre del mismo fue el solemne acto conmemorativo del pasado 8 de mayo que presidió el cardenal Walter Kasper, enviado especial del Santo Padre y presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.
A lo largo del año jubilar, recordó, esa archidiócesis ha querido "dar un nuevo impulso a su vocación apostólica y misionera, ensanchando sus perspectivas hacia la esperanza de paz entre los pueblos e intensificando la oración por la unidad de todos los cristianos. Vocación, misión y ecumenismo son, por lo tanto, las tres palabras claves que han orientado este compromiso espiritual y pastoral".
El domingo, 23 de noviembre, se celebra la Solemnidad de Cristo Rey y ese día "la Palabra de Dios también nos recordará -dijo el Papa- que el rostro de Cristo, rey universal, es el del juez, porqué Dios es al mismo tiempo pastor bueno y misericordioso y juez justo".
"El criterio de juicio es decisivo -prosiguió-. Ese criterio es el amor, la caridad concreta con el prójimo, en particular con los más "pequeños", las personas con más dificultades. (...) Cristo se identifica con sus hermanos "más pequeños", y el juicio final será el balance de lo que ha pasado ya en la vida terrena".
"A Dios no le interesa la realeza histórica, quiere reinar en el corazón de las personas y desde allí en el mundo. Es rey de todo el universo, pero (...) la zona donde su reino está en peligro es nuestro corazón, porque allí Dios se encuentra con nuestra libertad. Solo nosotros podemos (...) obstaculizar su realeza en el mundo: en la familia, en la sociedad, en la historia".
"Jesús quiere asociarnos a su realeza -concluyó Benedicto XVI-. Por eso nos invita colaborar en su reino de amor, de justicia y de paz. Somos nosotros los que debemos responderle, no con palabras sino con hechos: eligiendo el camino del amor activo y generoso hacia el prójimo permitimos a Cristo que extienda su señorío en el tiempo y el espacio".
AC/CRISTO REY/AMALFI VIS 20081124 (450)
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