SIN DIOS NO ES POSIBLE CONSTRUIR UNA PAZ ESTABLE

CIUDAD DEL VATICANO, 8 DIC 2007 (VIS).-A primera hora de esta tarde, el Papa se trasladó en papamóvil a la romana Plaza de España, para rendir el tradicional homenaje a la Inmaculada. Durante el recorrido, el Santo Padre saludó a los miles de personas que se agolpaban por las calles.

  Después de llegar al monumento de la Inmaculada, formado por una columna coronada por la estatua de la Virgen, situada frente a la embajada de España ante la Santa Sede, cuya fachada acaba de ser restaurada, Benedicto XVI ofreció una cesta de rosas a María y pronunció una homilía.

  María Inmaculada, dijo el Papa, "recorrió su peregrinación terrena sostenida por una fe intrépida, una esperanza sólida y un amor humilde y sin límites, siguiendo las huellas de su hijo Jesús. Permaneció a su lado con solicitud maternal desde el nacimiento hasta el Calvario, donde asistió a su crucifixión llena de dolor, pero con una esperanza sólida. Después experimentó la alegría de la resurrección".

  "Nuestra madre celestial -preguntó el Santo Padre- ¿no nos invita a huir del mal y a realizar el bien siguiendo dócilmente la ley divina inscrita en el corazón de cada cristiano? Ella, que ha conservado la esperanza en la prueba suprema, no nos pide que no nos desanimemos cuando el sufrimiento y la muerte llaman a la puerta de nuestras casas? ¿No nos pide que miremos a nuestro futuro con confianza? ¿No nos exhorta la Virgen Inmaculada a ser hermanos unos de otros, todos unidos en el compromiso de construir juntos un mundo más justo, solidario y pacífico?".

  El Papa subrayó que la Virgen "nos recuerda que todos somos hermanos y que Dios es nuestro Creador y nuestro Padre. Sin Él, o peor todavía contra Él, nosotros, los hombres, no podremos encontrar nunca el camino que lleva al amor, no podremos derrotar el poder del odio y de la violencia, nunca podremos construir una paz estable".

  En este sentido, Benedicto XVI exhortó a "los seres humanos de todas las naciones y culturas a acoger este mensaje de luz y de esperanza: que lo acojan como don de las manos de María, Madre de toda la humanidad".

  "Si la vida es un camino, y este camino se hace a menudo oscuro, duro y cansado, ¿qué estrella podrá iluminarlo?", preguntó. Citando su encíclica "Spe salvi", el Santo Padre señaló que "en nuestro viaje común por el mar de la historia tenemos necesidad de "luces de esperanza", es decir, de personas que iluminadas por Cristo ofrezcan orientación para toda nuestra travesía".
 
  "Y, ¿quién mejor que María puede ser para nosotros "Estrella de esperanza"? Ella, con su "sí", con la entrega generosa de la libertad recibida del Creador, permitió que se hiciera realidad la esperanza de los milenios, que entrara en este mundo y en su historia", concluyó.

  Antes de terminar, Benedicto XVI se dirigió en francés a los peregrinos congregados en los santuarios marianos de Lourdes y Fourvière (Lyón), con motivo del inicio del año jubilar por el 150 aniversario de las apariciones de María a Santa Bernadette.
BXVI-HOMENAJE/INMACULADA/...                VIS 20071210 (500)