CIUDAD DEL VATICANO, 2 OCT 2007 (VIS).-El arzobispo Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones de la Santa Sede con los Estados, intervino ayer en el debate general de la LXII sesión de la asamblea general de la ONU que se celebra en Nueva York.
El arzobispo Mamberti subrayó al comienzo de su discurso que "el olvido o la aceptación parcial o selectiva" del principio del respeto de la dignidad humana "es el origen de los conflictos, de la degradación del medio ambiente y de las injusticias sociales y económicas".
"La Santa Sede -dijo- aplaude la iniciativa de sostener el Diálogo de Alto Nivel sobre la Comprensión y Cooperación Interreligiosa e Intercultural para la Paz que se va a poner en marcha dentro de poco. En realidad, el diálogo entre los pueblos de diferentes culturas y religiones no es una opción; es algo indispensable para la paz y para la renovación de la vida internacional".
Refiriéndose a la prevención de los conflictos y al mantenimiento y consecución de la paz, el secretario para las Relaciones con los Estados aseguró que la Santa Sede "espera con impaciencia el día en el que los esfuerzos por mantener la paz en Darfur sean plenamente activos". También señaló que es necesario "un compromiso renovado por parte de todos los Estados miembros en la pacificación y reconstrucción de Irak, que sigue sufriendo tanto" y en la "búsqueda de una solución, por medio del diálogo, del conflicto entre israelíes y palestinos".
El arzobispo Mamberti pidió asimismo un compromiso renovado "para asegurar que Líbano siga siendo un país libre e independiente" y hablando de la situación en Myanmar reiteró el llamamiento de Benedicto XVI del pasado domingo: "Que a través del diálogo, la buena voluntad y un espíritu de humanidad, se halle una solución a la crisis".
Tras recordar que en 2008 se conmemora el LX aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el arzobispo afirmó que "la parte más importante de nuestro trabajo en este contexto consiste en asegurar que el derecho a la vida sea respetado en todas partes".
"Tenemos que hacer lo posible -terminó- para frenar y cambiar la cultura de la muerte, aceptada por algunas estructuras sociales y jurídicas, que tratan de hacer admisible la supresión de la vida como si fuera un servicio médico o social. En este sentido, la abolición de la pena de muerte debería ser considerada una consecuencia del pleno respeto del derecho a la vida
SS/PAZ:DERECHOS HUMANOS/ONU:MAMBERTI VIS 20071002 (420)
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