CIUDAD DEL VATICANO, 1 MAY 2007 (VIS).-Hoy se hizo público un mensaje del Santo Padre dirigido a la presidenta de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, la profesora Mary Ann Glendon y a los participantes en la XIII sesión plenaria, que se ha celebrado del 27 de abril al 1 de mayo en el Vaticano, sobre el tema: "Caridad y justicia en las relaciones entre pueblos y naciones".
En el mensaje, el Papa afirma que según el principio esencial del "destino universal de todos los bienes de la creación, todo lo que la tierra produce y todo lo que el ser humano transforma y confecciona, todo su conocimiento y tecnología, está destinado a servir al desarrollo material y espiritual de la familia humana y de todos sus miembros".
Benedicto XVI señala que el mundo actual se enfrenta a tres desafíos, que "sólo se pueden afrontar a través de un compromiso convencido al servicio de esa justicia más grande que está inspirada por la caridad".
Refiriéndose al primer desafío, el del ambiente y un desarrollo sostenible, el Papa recuerda el deber de todos los pueblos de establecer políticas para "la protección del ambiente con el fin de prevenir la destrucción del patrimonio natural cuyos frutos son necesarios para el bienestar de la humanidad". Además, continúa, "es necesario ser capaces de valorar y prever, de seguir la evolución de los cambios medioambientales y del desarrollo sostenible, de delinear y aplicar soluciones a nivel internacional".
"Un desarrollo que se limitara al aspecto técnico y económico, descuidando la dimensión moral y religiosa, no sería un desarrollo humano integral y, al ser unilateral, terminaría fomentando la capacidad destructiva del hombre", dice citando su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2007.
El Santo Padre afirma que el segundo desafío concierne "a nuestro concepto de persona humana y como consecuencia, a nuestras relaciones recíprocas". En este contexto, subraya que "si los seres humanos no son vistos como personas, hombre y mujer, creados a imagen de Dios, dotados con una dignidad inviolable, será muy difícil lograr una justicia plena en el mundo. A pesar del reconocimiento de los derechos de la persona en declaraciones internacionales y en instrumentos legales, hay que progresar mucho para que ese reconocimiento tenga consecuencias en los problemas globales, como el de las crecientes diferencias entre pases ricos y pobres".
En cuanto al tercer desafío, que está relacionado con "los valores del espíritu", el Papa explica que, a diferencia de los bienes materiales, "los bienes espirituales que son propios del ser humano se extienden y se multiplican cuando se comunican: al contrario de los bienes divisibles, los bienes espirituales como el conocimiento y la educación son indivisibles".
Tras hacer hincapié en la necesidad de "una justa igualdad de oportunidades, especialmente en el campo de la educación y de la transmisión de conocimientos", el Papa lamenta que "la educación, especialmente a nivel primario, sigue siendo dramáticamente insuficiente en muchas partes del mundo".
Benedicto XVI concluye afirmando que para hacer frente a esos desafíos "sólo el amor al prójimo puede inspirar en nosotros la justicia al servicio de la vida y de la promoción de la dignidad humana. Solo el amor dentro de la familia, fundada sobre un hombre y una mujer, creados a imagen de Dios, puede asegurar aquella solidaridad inter-generacional que transmite amor y justicia a las generaciones futuras. Sólo la caridad puede animarnos a poner a la persona humana una vez más en el centro de la vida en la sociedad y en el centro de un mundo globalizado gobernado por la justicia".
MESS/CARIDAD:JUSTICIA/GLENDON VIS 20070502 (600
En el mensaje, el Papa afirma que según el principio esencial del "destino universal de todos los bienes de la creación, todo lo que la tierra produce y todo lo que el ser humano transforma y confecciona, todo su conocimiento y tecnología, está destinado a servir al desarrollo material y espiritual de la familia humana y de todos sus miembros".
Benedicto XVI señala que el mundo actual se enfrenta a tres desafíos, que "sólo se pueden afrontar a través de un compromiso convencido al servicio de esa justicia más grande que está inspirada por la caridad".
Refiriéndose al primer desafío, el del ambiente y un desarrollo sostenible, el Papa recuerda el deber de todos los pueblos de establecer políticas para "la protección del ambiente con el fin de prevenir la destrucción del patrimonio natural cuyos frutos son necesarios para el bienestar de la humanidad". Además, continúa, "es necesario ser capaces de valorar y prever, de seguir la evolución de los cambios medioambientales y del desarrollo sostenible, de delinear y aplicar soluciones a nivel internacional".
"Un desarrollo que se limitara al aspecto técnico y económico, descuidando la dimensión moral y religiosa, no sería un desarrollo humano integral y, al ser unilateral, terminaría fomentando la capacidad destructiva del hombre", dice citando su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2007.
El Santo Padre afirma que el segundo desafío concierne "a nuestro concepto de persona humana y como consecuencia, a nuestras relaciones recíprocas". En este contexto, subraya que "si los seres humanos no son vistos como personas, hombre y mujer, creados a imagen de Dios, dotados con una dignidad inviolable, será muy difícil lograr una justicia plena en el mundo. A pesar del reconocimiento de los derechos de la persona en declaraciones internacionales y en instrumentos legales, hay que progresar mucho para que ese reconocimiento tenga consecuencias en los problemas globales, como el de las crecientes diferencias entre pases ricos y pobres".
En cuanto al tercer desafío, que está relacionado con "los valores del espíritu", el Papa explica que, a diferencia de los bienes materiales, "los bienes espirituales que son propios del ser humano se extienden y se multiplican cuando se comunican: al contrario de los bienes divisibles, los bienes espirituales como el conocimiento y la educación son indivisibles".
Tras hacer hincapié en la necesidad de "una justa igualdad de oportunidades, especialmente en el campo de la educación y de la transmisión de conocimientos", el Papa lamenta que "la educación, especialmente a nivel primario, sigue siendo dramáticamente insuficiente en muchas partes del mundo".
Benedicto XVI concluye afirmando que para hacer frente a esos desafíos "sólo el amor al prójimo puede inspirar en nosotros la justicia al servicio de la vida y de la promoción de la dignidad humana. Solo el amor dentro de la familia, fundada sobre un hombre y una mujer, creados a imagen de Dios, puede asegurar aquella solidaridad inter-generacional que transmite amor y justicia a las generaciones futuras. Sólo la caridad puede animarnos a poner a la persona humana una vez más en el centro de la vida en la sociedad y en el centro de un mundo globalizado gobernado por la justicia".
MESS/CARIDAD:JUSTICIA/GLENDON VIS 20070502 (600
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