CIUDAD DEL VATICANO, 25 OCT 2006 (VIS).-En la audiencia general de los miércoles, Benedicto XVI, que finalizó la semana pasada la catequesis sobre los doce apóstoles, anunció que las próximas estarán dedicadas a "otros personajes importantes de la Iglesia primitiva", comenzando por San Pablo, "el apóstol número trece". A la audiencia, celebrada en la Plaza de San Pedro, asistieron 25.000 personas.
El Papa trazó a grandes rasgos la vida de Saulo de Tarso, ciudad entre Siria y Anatolia, judío de la diáspora, llegado a Jerusalén para estudiar la ley mosaica y aprender el oficio de tejedor, que más tarde le sirvió para "sustentarse personalmente y no pesar sobre las iglesias".
Para el apóstol fue decisivo "conocer la comunidad de los que se profesaban discípulos de Jesús, (...) para los que era central no tanto la Ley de Dios sino la persona de Jesús, (...) a quien se ligaba el perdón de los pecados". Saulo, como judío, consideraba este hecho escandaloso, hasta el punto de sentirse obligado a perseguir a los cristianos incluso fuera de Jerusalén. Pero yendo a Damasco "fue fulminado por Cristo; (...) la luz del Resucitado lo iluminó y cambió toda su vida".
El mismo Pablo habla "no sólo de visión, sino de iluminación y sobre todo de revelación y vocación en el encuentro con el Resucitado". Se define "apóstol por voluntad de Dios -dijo el Santo Padre-, como para subrayar que su conversión no es el resultado de una serie de (...) reflexiones, sino fruto de un acto divino, de una imprevista gracia divina" y "desde aquel momento puso todas sus energías al servicio de Cristo y del Evangelio".
"De este hecho se deriva una lección muy importante: lo que cuenta realmente es que Cristo sea el centro de nuestra vida", subrayó Benedicto XVI, mientras otra enseñanza del apóstol es "el carácter universal de su apostolado: la salvación se ofrece a todos los hombres sin excepción (...) y el anuncio de la gracia, del ser humano destinado a reconciliarse con Dios y con los demás, no concierne solo a los judíos, o a un grupo de personas, sino a todos, porque Dios es el Dios de todos".
Benedicto XVI mencionó al final los numerosos viajes que San Pablo realizó partiendo de Antioquía y su deseo de llegar hasta España, "hasta el final de la tierra desconocida", para difundir la Buena Nueva, así como su martirio y muerte en Roma bajo el emperador Nerón.
AG/PABLO/... VIS 20061025 (410)
El Papa trazó a grandes rasgos la vida de Saulo de Tarso, ciudad entre Siria y Anatolia, judío de la diáspora, llegado a Jerusalén para estudiar la ley mosaica y aprender el oficio de tejedor, que más tarde le sirvió para "sustentarse personalmente y no pesar sobre las iglesias".
Para el apóstol fue decisivo "conocer la comunidad de los que se profesaban discípulos de Jesús, (...) para los que era central no tanto la Ley de Dios sino la persona de Jesús, (...) a quien se ligaba el perdón de los pecados". Saulo, como judío, consideraba este hecho escandaloso, hasta el punto de sentirse obligado a perseguir a los cristianos incluso fuera de Jerusalén. Pero yendo a Damasco "fue fulminado por Cristo; (...) la luz del Resucitado lo iluminó y cambió toda su vida".
El mismo Pablo habla "no sólo de visión, sino de iluminación y sobre todo de revelación y vocación en el encuentro con el Resucitado". Se define "apóstol por voluntad de Dios -dijo el Santo Padre-, como para subrayar que su conversión no es el resultado de una serie de (...) reflexiones, sino fruto de un acto divino, de una imprevista gracia divina" y "desde aquel momento puso todas sus energías al servicio de Cristo y del Evangelio".
"De este hecho se deriva una lección muy importante: lo que cuenta realmente es que Cristo sea el centro de nuestra vida", subrayó Benedicto XVI, mientras otra enseñanza del apóstol es "el carácter universal de su apostolado: la salvación se ofrece a todos los hombres sin excepción (...) y el anuncio de la gracia, del ser humano destinado a reconciliarse con Dios y con los demás, no concierne solo a los judíos, o a un grupo de personas, sino a todos, porque Dios es el Dios de todos".
Benedicto XVI mencionó al final los numerosos viajes que San Pablo realizó partiendo de Antioquía y su deseo de llegar hasta España, "hasta el final de la tierra desconocida", para difundir la Buena Nueva, así como su martirio y muerte en Roma bajo el emperador Nerón.
AG/PABLO/... VIS 20061025 (410)
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