CIUDAD DEL VATICANO, 10 SEP 2006 (VIS).-El Santo Padre celebró misa esta mañana en la explanada de la "Neue Messe" de Munich, la Feria Nueva, a la que asistieron 250.000 personas.
Comentando las tres lecturas bíblicas de la misa de hoy, el Papa afirmó que todas "hablan de Dios como el centro de la realidad y de nuestra vida personal".
Benedicto XVI elogió a la Iglesia en Alemania "por sus actividades sociales, por su disponibilidad en ayudar donde sea necesario". En este contexto, contó que durante sus visitas "ad limina", los obispos, últimamente los africanos, agradecen la generosidad de los católicos alemanes.
Sin embargo, continuó, "si sólo se transmiten conocimientos, habilidades, capacidad técnica e instrumentos, se transmite poco. Entonces entran en seguida en juego los mecanismos de la violencia, y la capacidad de destruir y de matar se convierte en la capacidad predominante para alcanzar el poder. (...) De esta forma, se aleja cada vez más de la reconciliación, del compromiso común por la justicia y el amor".
El Papa señaló que "las poblaciones de Africa y de Asia admiran nuestras capacidades técnicas y nuestra ciencia, pero al mismo tiempo, se asustan frente a un tipo de razón que excluye totalmente a Dios de la visión del hombre, considerando ésta la forma más sublime de la razón, que hay que imponer también a sus culturas. La verdadera amenaza para su identidad no la ven en la fe cristiana, sino en el desprecio de Dios y en el cinismo que considera la falta de respeto por lo sagrado un derecho de la libertad y convierte la utilidad en criterio moral supremo para los futuros éxitos de la investigación".
"¡Este cinismo -exclamó- no es el tipo de tolerancia y de apertura cultural que esperan los pueblos y que deseamos todos! La tolerancia de la que tenemos necesidad urgente comprende el temor de Dios, el respeto de lo que para otros es sagrado. (...) Este sentido de respeto sólo puede ser regenerado en el mundo occidental si crece de nuevo la fe en Dios, si Dios está presente de nuevo en nosotros. Esta fe no la imponemos a nadie. (...) La fe solo se puede desarrollar en la libertad. Sin embargo, pedimos a los seres humanos que, en el ejercicio de su libertad, se abran a Dios, que lo busquen y lo escuchen".
Benedicto XVI subrayó que "el mundo tiene necesidad e Dios. Nosotros tenemos necesidad de Dios. ¿De qué Dios?". Del Dios, dijo, cuya "venganza" es la Cruz: el "No" a la violencia, "el amor hasta el final". No somos irrespetuosos con las otras religiones y culturas, con la profunda veneración por su fe, si confesamos con voz alta y sin medios términos a aquel Dios que opone su sufrimiento a la violencia; que frente al mal y a su poder eleva, como límite y superación, su misericordia. Dirigimos a El nuestra súplica -concluyó-, para que esté con nosotros y nos ayude a ser sus testigos creíbles".
Después de la celebración eucarística y antes de rezar el Angelus, el Santo Padre se dirigió a María: "Ella es y sigue siendo la sierva del Señor, que nunca se pone en el centro, sino que quiere guiarnos hacia Dios, quiere enseñarnos un estilo de vida en el que Dios es reconocido como centro de la realidad y de nuestra misma vida personal".
El Papa se trasladó a continuación al palacio arzobispal de Munich para almorzar con los miembros de su séquito y los cardenales invitados.
PV-ALEMANIA/MISA:ANGELUS/MUNICH VIS 20060911 (590)
Comentando las tres lecturas bíblicas de la misa de hoy, el Papa afirmó que todas "hablan de Dios como el centro de la realidad y de nuestra vida personal".
Benedicto XVI elogió a la Iglesia en Alemania "por sus actividades sociales, por su disponibilidad en ayudar donde sea necesario". En este contexto, contó que durante sus visitas "ad limina", los obispos, últimamente los africanos, agradecen la generosidad de los católicos alemanes.
Sin embargo, continuó, "si sólo se transmiten conocimientos, habilidades, capacidad técnica e instrumentos, se transmite poco. Entonces entran en seguida en juego los mecanismos de la violencia, y la capacidad de destruir y de matar se convierte en la capacidad predominante para alcanzar el poder. (...) De esta forma, se aleja cada vez más de la reconciliación, del compromiso común por la justicia y el amor".
El Papa señaló que "las poblaciones de Africa y de Asia admiran nuestras capacidades técnicas y nuestra ciencia, pero al mismo tiempo, se asustan frente a un tipo de razón que excluye totalmente a Dios de la visión del hombre, considerando ésta la forma más sublime de la razón, que hay que imponer también a sus culturas. La verdadera amenaza para su identidad no la ven en la fe cristiana, sino en el desprecio de Dios y en el cinismo que considera la falta de respeto por lo sagrado un derecho de la libertad y convierte la utilidad en criterio moral supremo para los futuros éxitos de la investigación".
"¡Este cinismo -exclamó- no es el tipo de tolerancia y de apertura cultural que esperan los pueblos y que deseamos todos! La tolerancia de la que tenemos necesidad urgente comprende el temor de Dios, el respeto de lo que para otros es sagrado. (...) Este sentido de respeto sólo puede ser regenerado en el mundo occidental si crece de nuevo la fe en Dios, si Dios está presente de nuevo en nosotros. Esta fe no la imponemos a nadie. (...) La fe solo se puede desarrollar en la libertad. Sin embargo, pedimos a los seres humanos que, en el ejercicio de su libertad, se abran a Dios, que lo busquen y lo escuchen".
Benedicto XVI subrayó que "el mundo tiene necesidad e Dios. Nosotros tenemos necesidad de Dios. ¿De qué Dios?". Del Dios, dijo, cuya "venganza" es la Cruz: el "No" a la violencia, "el amor hasta el final". No somos irrespetuosos con las otras religiones y culturas, con la profunda veneración por su fe, si confesamos con voz alta y sin medios términos a aquel Dios que opone su sufrimiento a la violencia; que frente al mal y a su poder eleva, como límite y superación, su misericordia. Dirigimos a El nuestra súplica -concluyó-, para que esté con nosotros y nos ayude a ser sus testigos creíbles".
Después de la celebración eucarística y antes de rezar el Angelus, el Santo Padre se dirigió a María: "Ella es y sigue siendo la sierva del Señor, que nunca se pone en el centro, sino que quiere guiarnos hacia Dios, quiere enseñarnos un estilo de vida en el que Dios es reconocido como centro de la realidad y de nuestra misma vida personal".
El Papa se trasladó a continuación al palacio arzobispal de Munich para almorzar con los miembros de su séquito y los cardenales invitados.
PV-ALEMANIA/MISA:ANGELUS/MUNICH VIS 20060911 (590)
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