CIUDAD DEL VATICANO, 15 ABR 2006 (VIS).-A las 22,00 de hoy, el Papa presidió en la basílica de San Pedro la solemne Vigilia de la Noche Santa de Pascua, durante la cual administró el Bautismo y la Confirmación a siete catecúmenos procedentes de Albania, Bielorrusia, Perú, Japón, Colombia y Camerún.
La Vigilia comenzó en el atrio de la basílica. Allí el Santo Padre bendijo el fuego nuevo y encendió el cirio pascual. Tras la procesión hacia el altar con el cirio y el canto del Exultet se procedió a la Liturgia de la Palabra, la Liturgia Bautismal y la Liturgia Eucarística, concelebrada con los cardenales.
Refiriéndose al significado de la resurrección de Cristo, Benedicto XVI dijo que es "la mayor "mutación", el salto más decisivo en absoluto hacia una dimensión totalmente nueva, que se haya producido jamás en la larga historia de la vida y de sus desarrollos: un salto de un orden completamente nuevo, que nos afecta y que atañe a toda la historia".
"Está claro -afirmó- que este acontecimiento no es un milagro cualquiera del pasado, cuya realización podría ser en el fondo indiferente para nosotros. Es un salto cualitativo en la historia de la "evolución" y de la vida en general hacia una nueva vida futura, hacia un mundo nuevo que, partiendo de Cristo, entra ya continuamente en este mundo nuestro, lo transforma y lo atrae hacia sí".
El Papa se preguntó cómo la resurrección puede llevarnos hacia El: "Este acontecimiento -dijo- me llega mediante la fe y el bautismo. Por eso el Bautismo es parte de la Vigilia pascual. (...). El Bautismo es algo muy diverso de un acto de socialización eclesial, de un ritual un poco fuera de moda y complicado para acoger a las personas en la Iglesia. También es más que una simple limpieza, una especie de purificación y embellecimiento del alma. Es realmente muerte y resurrección, renacimiento, transformación en una nueva vida".
"El gran estallido de la resurrección nos ha alcanzado en el Bautismo para atraernos. Quedamos así asociados a una nueva dimensión de la vida en la que, en medio de las tribulaciones de nuestro tiempo, estamos ya de algún modo inmersos. Vivir la propia vida como un continuo entrar en este espacio abierto: éste es el sentido del ser bautizado, del ser cristiano. Ésta es la alegría de la Vigilia pascual".
El Santo Padre hizo hincapié en que la resurrección "no ha pasado, la resurrección nos ha alcanzado e impregnado. A ella, es decir al Señor resucitado, nos sujetamos, y sabemos que también Él nos sostiene firmemente cuando nuestras manos se debilitan. Nos agarramos a su mano, y así nos damos la mano unos a otros, nos convertimos en un sujeto único y no solamente en una sola cosa".
"Yo, pero no más yo": si vivimos de este modo transformamos el mundo. Es la fórmula de contraste con todas las ideologías de la violencia y el programa que se opone a la corrupción y a las aspiraciones del poder y del poseer. (...) "Yo, pero no más yo": ésta es la vía de la Cruz, la vía -terminó- que "cruza" una existencia encerrada solamente en el yo, abriendo precisamente así el camino a la alegría verdadera y duradera".
BXVI-SEMANA SANTA/SABADO SANTO/... VIS 20060420 (550)
La Vigilia comenzó en el atrio de la basílica. Allí el Santo Padre bendijo el fuego nuevo y encendió el cirio pascual. Tras la procesión hacia el altar con el cirio y el canto del Exultet se procedió a la Liturgia de la Palabra, la Liturgia Bautismal y la Liturgia Eucarística, concelebrada con los cardenales.
Refiriéndose al significado de la resurrección de Cristo, Benedicto XVI dijo que es "la mayor "mutación", el salto más decisivo en absoluto hacia una dimensión totalmente nueva, que se haya producido jamás en la larga historia de la vida y de sus desarrollos: un salto de un orden completamente nuevo, que nos afecta y que atañe a toda la historia".
"Está claro -afirmó- que este acontecimiento no es un milagro cualquiera del pasado, cuya realización podría ser en el fondo indiferente para nosotros. Es un salto cualitativo en la historia de la "evolución" y de la vida en general hacia una nueva vida futura, hacia un mundo nuevo que, partiendo de Cristo, entra ya continuamente en este mundo nuestro, lo transforma y lo atrae hacia sí".
El Papa se preguntó cómo la resurrección puede llevarnos hacia El: "Este acontecimiento -dijo- me llega mediante la fe y el bautismo. Por eso el Bautismo es parte de la Vigilia pascual. (...). El Bautismo es algo muy diverso de un acto de socialización eclesial, de un ritual un poco fuera de moda y complicado para acoger a las personas en la Iglesia. También es más que una simple limpieza, una especie de purificación y embellecimiento del alma. Es realmente muerte y resurrección, renacimiento, transformación en una nueva vida".
"El gran estallido de la resurrección nos ha alcanzado en el Bautismo para atraernos. Quedamos así asociados a una nueva dimensión de la vida en la que, en medio de las tribulaciones de nuestro tiempo, estamos ya de algún modo inmersos. Vivir la propia vida como un continuo entrar en este espacio abierto: éste es el sentido del ser bautizado, del ser cristiano. Ésta es la alegría de la Vigilia pascual".
El Santo Padre hizo hincapié en que la resurrección "no ha pasado, la resurrección nos ha alcanzado e impregnado. A ella, es decir al Señor resucitado, nos sujetamos, y sabemos que también Él nos sostiene firmemente cuando nuestras manos se debilitan. Nos agarramos a su mano, y así nos damos la mano unos a otros, nos convertimos en un sujeto único y no solamente en una sola cosa".
"Yo, pero no más yo": si vivimos de este modo transformamos el mundo. Es la fórmula de contraste con todas las ideologías de la violencia y el programa que se opone a la corrupción y a las aspiraciones del poder y del poseer. (...) "Yo, pero no más yo": ésta es la vía de la Cruz, la vía -terminó- que "cruza" una existencia encerrada solamente en el yo, abriendo precisamente así el camino a la alegría verdadera y duradera".
BXVI-SEMANA SANTA/SABADO SANTO/... VIS 20060420 (550)
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