CIUDAD DEL VATICANO, 25 MAR 2006 (VIS).-Benedicto XVI presidió esta mañana la concelebración eucarística en la Plaza de San Pedro, con los nuevos cardenales creados en el consistorio de ayer viernes y durante la cual entregó a los purpurados el anillo cardenalicio, "señal de dignidad, solicitud pastoral y comunión más sólida con la sede de Pedro".
Después de la proclamación del Evangelio, el Papa pronunció la homilía, comenzando por recordar que la concelebración coincidía con la solemnidad litúrgica de la Encarnación del Señor, en la que "reconocemos los inicios de la Iglesia".
"Todo procede de allí -dijo el Santo Padre-, toda realización histórica de la Iglesia y también cada una de sus instituciones deben referirse a esa fuente originaria. Deben referirse a Cristo, el Verbo de Dios encarnado".
El Papa explicó después que la palabra "amada", con la que el arcángel Gabriel se dirige a María durante la Anunciación, "nunca antes, como observaba ya Orígenes, se había dirigido a un ser humano y no encuentra igual en la Sagrada Escritura. Es un título expresado en pasivo, pero esta "pasividad" de María (...) implica su consenso libre. (...) Al "ser amada", María es plenamente "activa", porque acoge con disponibilidad personal la onda del amor de Dios que se expande en ella".
Benedicto XVI se refirió a la Carta a los Hebreos, la epístola de hoy, en la que se explica cómo Cristo vino al mundo a cumplir la voluntad del Padre, y afirmó que el misterio del doble sí a Dios de Cristo y de la Virgen debía iluminar la vida de los ministros de la Iglesia y sostener a los cardenales en su misión de "eminente Senado del sucesor de Pedro".
En la ceremonia de hoy "resalta de modo particular -prosiguió el Papa-, el principio "petrino" de la Iglesia a la luz de otro principio, el "mariano", que todavía es más originario y fundamental. La importancia del principio mariano en la Iglesia fue particularmente evidenciada, después del Concilio, por Juan Pablo II, en continuidad con su lema "Totus tuus".
"Todo en la Iglesia, toda institución y ministerio, incluido el de Pedro y sus sucesores está "comprendido" bajo el manto de la Virgen, en el espacio lleno de gracia de su sí a la voluntad de Dios. (...) El tema de la relación entre los principios petrino y mariano se encuentra también en el símbolo del anillo que os entregaré dentro de poco. El anillo es siempre un signo nupcial (...) que os recuerda en primer lugar vuestra unión íntima con Cristo, para cumplir la misión de esposos de la Iglesia (...) a la que estáis llamados a servir con amor esponsal. Las dos dimensiones de la Iglesia (...) se encuentran, por lo tanto, en lo que constituye el cumplimiento de ambas, el valor supremo de la caridad, el carisma más grande".
"Todo pasa en este mundo. En la eternidad, lo único que permanece es el amor", exclamó el Papa, recordando después que la Virgen tras recibir el anuncio del ángel fue a visitar a su prima Isabel "para prestarle servicio. (...) Quienes aman se olvidan de sí mismo y se ponen al servicio de los demás".
"¡He aquí la imagen y el modelo de la Iglesia! -concluyó Benedicto XVI-. Toda comunidad eclesial, como la Madre de Cristo, está llamada a acoger con disponibilidad plena el misterio de Dios que viene a morar en ella y la lleva por el camino del amor. Este es el camino con el que he querido abrir mi pontificado, invitando a todos, con mi primera encíclica, a edificar la Iglesia en la caridad, como comunidad de amor".
Después de la homilía, el Papa entregó a los quince nuevos cardenales el anillo.
Una vez finalizada la ceremonia, el Santo Padre se trasladó al atrio del Aula Pablo VI para almorzara con los miembros del Colegio Cardenalicio.
HML/PRINCIPIO PETRINO:MARIANO/... VIS 20060327 (650)
Después de la proclamación del Evangelio, el Papa pronunció la homilía, comenzando por recordar que la concelebración coincidía con la solemnidad litúrgica de la Encarnación del Señor, en la que "reconocemos los inicios de la Iglesia".
"Todo procede de allí -dijo el Santo Padre-, toda realización histórica de la Iglesia y también cada una de sus instituciones deben referirse a esa fuente originaria. Deben referirse a Cristo, el Verbo de Dios encarnado".
El Papa explicó después que la palabra "amada", con la que el arcángel Gabriel se dirige a María durante la Anunciación, "nunca antes, como observaba ya Orígenes, se había dirigido a un ser humano y no encuentra igual en la Sagrada Escritura. Es un título expresado en pasivo, pero esta "pasividad" de María (...) implica su consenso libre. (...) Al "ser amada", María es plenamente "activa", porque acoge con disponibilidad personal la onda del amor de Dios que se expande en ella".
Benedicto XVI se refirió a la Carta a los Hebreos, la epístola de hoy, en la que se explica cómo Cristo vino al mundo a cumplir la voluntad del Padre, y afirmó que el misterio del doble sí a Dios de Cristo y de la Virgen debía iluminar la vida de los ministros de la Iglesia y sostener a los cardenales en su misión de "eminente Senado del sucesor de Pedro".
En la ceremonia de hoy "resalta de modo particular -prosiguió el Papa-, el principio "petrino" de la Iglesia a la luz de otro principio, el "mariano", que todavía es más originario y fundamental. La importancia del principio mariano en la Iglesia fue particularmente evidenciada, después del Concilio, por Juan Pablo II, en continuidad con su lema "Totus tuus".
"Todo en la Iglesia, toda institución y ministerio, incluido el de Pedro y sus sucesores está "comprendido" bajo el manto de la Virgen, en el espacio lleno de gracia de su sí a la voluntad de Dios. (...) El tema de la relación entre los principios petrino y mariano se encuentra también en el símbolo del anillo que os entregaré dentro de poco. El anillo es siempre un signo nupcial (...) que os recuerda en primer lugar vuestra unión íntima con Cristo, para cumplir la misión de esposos de la Iglesia (...) a la que estáis llamados a servir con amor esponsal. Las dos dimensiones de la Iglesia (...) se encuentran, por lo tanto, en lo que constituye el cumplimiento de ambas, el valor supremo de la caridad, el carisma más grande".
"Todo pasa en este mundo. En la eternidad, lo único que permanece es el amor", exclamó el Papa, recordando después que la Virgen tras recibir el anuncio del ángel fue a visitar a su prima Isabel "para prestarle servicio. (...) Quienes aman se olvidan de sí mismo y se ponen al servicio de los demás".
"¡He aquí la imagen y el modelo de la Iglesia! -concluyó Benedicto XVI-. Toda comunidad eclesial, como la Madre de Cristo, está llamada a acoger con disponibilidad plena el misterio de Dios que viene a morar en ella y la lleva por el camino del amor. Este es el camino con el que he querido abrir mi pontificado, invitando a todos, con mi primera encíclica, a edificar la Iglesia en la caridad, como comunidad de amor".
Después de la homilía, el Papa entregó a los quince nuevos cardenales el anillo.
Una vez finalizada la ceremonia, el Santo Padre se trasladó al atrio del Aula Pablo VI para almorzara con los miembros del Colegio Cardenalicio.
HML/PRINCIPIO PETRINO:MARIANO/... VIS 20060327 (650)
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