CIUDAD DEL VATICANO, 30 MAR 2006 (VIS).-Hoy se hizo público el mensaje del Santo Padre con motivo de la XLIII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el próximo 7 de mayo, cuarto domingo de Pascua, y cuyo tema es: "Vocación en el misterio de la Iglesia".
"El peso de dos milenios de historia hace difícil percibir la novedad del misterio fascinante de la adopción divina, que está en el centro de la enseñanza de San Pablo. (...) Estamos llamados -escribe el Papa en el mensaje fechado el 5 de marzo- a vivir como hermanos y hermanas de Jesús, a sentirnos hijos e hijas del mismo Padre. Es un don que supera toda idea o proyecto exclusivamente humanos".
Benedicto XVI se pregunta entonces: "¿Qué decir de la tentación, muy fuerte en nuestros días, de sentirnos autosuficientes hasta cerrarnos al misterioso plan divino con nosotros? El amor del Padre, que se revela en la persona de Cristo, nos interpela".
Tras recordar que a lo largo de los siglos muchos hombres y mujeres, "transformados por el amor divino, han consagrado su propia existencia a la causa del Reino" y "han conocido por medio de Cristo el misterio del amor del Padre", el Papa señala que "representan la multiplicidad de las vocaciones presentes desde siempre en la Iglesia".
En el contexto de la llamada universal a la santidad, que puso de relieve el Concilio Vaticano II, el Santo Padre afirma que Cristo llama a personas para que "cuiden de su pueblo; en particular, a hombres que ejerzan mediante el ministerio sacerdotal una función paterna. (...) La misión del sacerdote en la Iglesia es insustituible. Por tanto, a pesar de que en algunas regiones existe una disminución del clero, no hay que perder nunca la certeza de que Cristo seguirá suscitando vocaciones sacerdotales".
"Otra vocación especial, que ocupa un lugar de honor en la Iglesia -continúa- es la llamada a la vida consagrada. (...) Aun desarrollando diversos servicios en el campo de la formación humana y en el cuidado de los pobres, en la enseñanza o en la asistencia a los enfermos, los consagrados no consideran estas actividades el objetivo principal de su vida, porque como bien subraya el Código de Derecho Canónico (can. 663, párrafo 1), "La contemplación de las cosas divinas y la unión asidua con Dios en la oración debe ser el primer y principal deber de todos los religiosos".
Benedicto XVI concluye pidiendo rezar con urgencia "por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. (...) La santidad de la Iglesia depende esencialmente de la unión con Cristo y de la apertura al misterio de la gracia que obra en el corazón de los creyentes. Por eso, invito a todos los fieles a cultivar una íntima relación con Cristo, Maestro y Pastor de su pueblo, imitando a María, que guardaba en el corazón los misterios divinos y los meditaba asiduamente".
MESS/JORNADA ORACION VOCACIONES/... VIS 20060330 (500)
"El peso de dos milenios de historia hace difícil percibir la novedad del misterio fascinante de la adopción divina, que está en el centro de la enseñanza de San Pablo. (...) Estamos llamados -escribe el Papa en el mensaje fechado el 5 de marzo- a vivir como hermanos y hermanas de Jesús, a sentirnos hijos e hijas del mismo Padre. Es un don que supera toda idea o proyecto exclusivamente humanos".
Benedicto XVI se pregunta entonces: "¿Qué decir de la tentación, muy fuerte en nuestros días, de sentirnos autosuficientes hasta cerrarnos al misterioso plan divino con nosotros? El amor del Padre, que se revela en la persona de Cristo, nos interpela".
Tras recordar que a lo largo de los siglos muchos hombres y mujeres, "transformados por el amor divino, han consagrado su propia existencia a la causa del Reino" y "han conocido por medio de Cristo el misterio del amor del Padre", el Papa señala que "representan la multiplicidad de las vocaciones presentes desde siempre en la Iglesia".
En el contexto de la llamada universal a la santidad, que puso de relieve el Concilio Vaticano II, el Santo Padre afirma que Cristo llama a personas para que "cuiden de su pueblo; en particular, a hombres que ejerzan mediante el ministerio sacerdotal una función paterna. (...) La misión del sacerdote en la Iglesia es insustituible. Por tanto, a pesar de que en algunas regiones existe una disminución del clero, no hay que perder nunca la certeza de que Cristo seguirá suscitando vocaciones sacerdotales".
"Otra vocación especial, que ocupa un lugar de honor en la Iglesia -continúa- es la llamada a la vida consagrada. (...) Aun desarrollando diversos servicios en el campo de la formación humana y en el cuidado de los pobres, en la enseñanza o en la asistencia a los enfermos, los consagrados no consideran estas actividades el objetivo principal de su vida, porque como bien subraya el Código de Derecho Canónico (can. 663, párrafo 1), "La contemplación de las cosas divinas y la unión asidua con Dios en la oración debe ser el primer y principal deber de todos los religiosos".
Benedicto XVI concluye pidiendo rezar con urgencia "por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. (...) La santidad de la Iglesia depende esencialmente de la unión con Cristo y de la apertura al misterio de la gracia que obra en el corazón de los creyentes. Por eso, invito a todos los fieles a cultivar una íntima relación con Cristo, Maestro y Pastor de su pueblo, imitando a María, que guardaba en el corazón los misterios divinos y los meditaba asiduamente".
MESS/JORNADA ORACION VOCACIONES/... VIS 20060330 (500)
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