CIUDAD DEL VATICANO, 20 FEB 2006 (VIS).-Benedicto XVI recibió hoy en el Vaticano las cartas credenciales de Ali Achour, nuevo embajador de Marruecos ante la Santa Sede. Tras agradecer los saludos enviados a través del diplomático por el Rey de Marruecos, Mohamed VI, el Papa reafirmó su estima "por la tradición de acogida y de comprensión que, desde hace siglos, caracteriza las relaciones del Reino de Marruecos con la Iglesia Católica".
El Santo Padre recordó que Marruecos acaba de celebrar el cincuenta aniversario de su independencia y elogió sus intentos de encaminarse hacia "un futuro moderno, democrático y próspero". Los logros conseguidos en estos años, prosiguió, "deberían permitir a todos los marroquíes vivir con seguridad y dignidad, de modo que puedan participar activamente en la vida social y política del país".
El Papa se refirió después a la "colaboración siempre más estrecha entre los países ribereños del Mediterráneo, (...) llamado a ser más que nunca un lugar de encuentro y de diálogo entre los pueblos y entre las culturas", y se centró en algunos de los graves problemas con que se enfrentan esos países, como "el fenómeno migratorio", que "constituye un dato importante en las relaciones entre los Estados".
"Cada vez son más numerosos -dijo el Papa- los emigrantes que procedentes de regiones menos favorecidas y en busca de mejores condiciones de vida, llaman a las puertas de Europa". Por ello es necesario "que las instituciones de los países de acogida o de tránsito no consideren a estas personas simplemente como mercancía o fuerza de trabajo, y respeten sus derechos fundamentales y su dignidad".
"La situación precaria de tantos extranjeros -recalcó el Papa-, debería favorecer la solidaridad entre las naciones concernidas, para contribuir al desarrollo de los países de origen de los emigrantes. En efecto, estos problemas no pueden ser resueltos por políticas únicamente nacionales. Sólo una colaboración siempre más intensa entre todos los países involucrados favorecerá la búsqueda de soluciones a estas situaciones dolorosas".
Después, Benedicto XVI subrayó la contribución de Marruecos a "la consolidación del diálogo entre las civilizaciones, las culturas y las religiones", y recordó que "en el contexto internacional actual, la Iglesia católica está convencida de que, para favorecer la paz y la comprensión entre los pueblos (...) es necesario y urgente que las religiones y sus símbolos sean respetados, y que los creyentes no sean objeto de provocaciones que hieran (...) sus sentimientos religiosos.".
"Sin embargo, la intolerancia y la violencia -agregó el Santo Padre- jamás pueden justificarse como respuestas a las ofensas, porque no son compatibles con los principios sagrados de la religión. Por eso, no podemos sino lamentar las acciones de los que sacan provecho deliberadamente de la ofensa causada a los sentimientos religiosos para fomentar actos violentos, ya que su fines son extraños a la religión".
El Papa concluyó recordando que tanto para los creyentes como para todos los hombres de buena voluntad, el único camino que lleva a la paz y la fraternidad es el del "respeto de las convicciones y de las prácticas religiosas de los demás", para que "de forma recíproca en todas las sociedades, todos tengan asegurado el ejercicio de la religión que han escogido libremente".
CD/CREDENCIALES/MARRUECOS:ACHOUR VIS 20060220 (530)
El Santo Padre recordó que Marruecos acaba de celebrar el cincuenta aniversario de su independencia y elogió sus intentos de encaminarse hacia "un futuro moderno, democrático y próspero". Los logros conseguidos en estos años, prosiguió, "deberían permitir a todos los marroquíes vivir con seguridad y dignidad, de modo que puedan participar activamente en la vida social y política del país".
El Papa se refirió después a la "colaboración siempre más estrecha entre los países ribereños del Mediterráneo, (...) llamado a ser más que nunca un lugar de encuentro y de diálogo entre los pueblos y entre las culturas", y se centró en algunos de los graves problemas con que se enfrentan esos países, como "el fenómeno migratorio", que "constituye un dato importante en las relaciones entre los Estados".
"Cada vez son más numerosos -dijo el Papa- los emigrantes que procedentes de regiones menos favorecidas y en busca de mejores condiciones de vida, llaman a las puertas de Europa". Por ello es necesario "que las instituciones de los países de acogida o de tránsito no consideren a estas personas simplemente como mercancía o fuerza de trabajo, y respeten sus derechos fundamentales y su dignidad".
"La situación precaria de tantos extranjeros -recalcó el Papa-, debería favorecer la solidaridad entre las naciones concernidas, para contribuir al desarrollo de los países de origen de los emigrantes. En efecto, estos problemas no pueden ser resueltos por políticas únicamente nacionales. Sólo una colaboración siempre más intensa entre todos los países involucrados favorecerá la búsqueda de soluciones a estas situaciones dolorosas".
Después, Benedicto XVI subrayó la contribución de Marruecos a "la consolidación del diálogo entre las civilizaciones, las culturas y las religiones", y recordó que "en el contexto internacional actual, la Iglesia católica está convencida de que, para favorecer la paz y la comprensión entre los pueblos (...) es necesario y urgente que las religiones y sus símbolos sean respetados, y que los creyentes no sean objeto de provocaciones que hieran (...) sus sentimientos religiosos.".
"Sin embargo, la intolerancia y la violencia -agregó el Santo Padre- jamás pueden justificarse como respuestas a las ofensas, porque no son compatibles con los principios sagrados de la religión. Por eso, no podemos sino lamentar las acciones de los que sacan provecho deliberadamente de la ofensa causada a los sentimientos religiosos para fomentar actos violentos, ya que su fines son extraños a la religión".
El Papa concluyó recordando que tanto para los creyentes como para todos los hombres de buena voluntad, el único camino que lleva a la paz y la fraternidad es el del "respeto de las convicciones y de las prácticas religiosas de los demás", para que "de forma recíproca en todas las sociedades, todos tengan asegurado el ejercicio de la religión que han escogido libremente".
CD/CREDENCIALES/MARRUECOS:ACHOUR VIS 20060220 (530)
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