CIUDAD DEL VATICANO, 24 FEB 2005 (VIS).-El arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas, intervino el pasado 22 de febrero en las consultas informales de la LIX Asamblea General sobre el Informe de expertos de alto nivel acerca de las amenazas, desafíos y cambios del Plan práctico para conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).
El prelado subrayó el interés de la Santa Sed en la recomendación número 7, que tiene por objeto la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), que debe basarse en las necesidades actuales y no en los objetivos previamente fijados. "Muchos expertos -dijo- concuerdan en que la pobreza extrema y el hambre derivan en gran manera de la desigualdad en la distribución del rédito por una parte y por otra del exceso de consumo".
"Mi delegación está firmemente convencida de que hay que reformar el entero sistema de solidaridad: la AOD debe aumentar y no solo emplearse mejor y, sobre todo, las políticas de erradicación de la pobreza deben concentrarse no solo en 'qué' o 'cómo', sino antes que nada en 'quienes'. Hay que tener una idea clara de quienes son los pobres, y la asistencia que reciben, mediante políticas centradas en la gente, debe ser práctica, directa y personal".
"La Santa Sede -afirmó el arzobispo- se complace de formar parte de las delegaciones que apoyan una política social que incluya la justicia distributiva", y agregó que políticas como esa "deberían ser el criterio básico de medida de la calidad y la marcha del desarrollo".
Por cuanto se refiere al Plan práctico, "hay que seguir poniendo el acento en las inversiones que capaciten a los pobres, sobre todo a las mujeres, y que respeten la voluntad de los individuos sin llevarles a aceptar condiciones inaceptables contrarias a la libertad de aquellos a quienes se les ofrece asistencia. (...) Estamos convencidos que los ODM solo se pueden conseguir si las políticas de erradicación de la pobreza consideran a los pobres como personas con el mismo valor que los demás; si se progresa en el buen gobierno y en la lucha a la corrupción, si la reforma financiera y del mercado se encamina a lograr que los mercados trabajen en favor de los países en desarrollo; si las antiguas promesas del 0,7% del PNB (producto nacional bruto) se cumplen en nombre de la justicia y la solidaridad y si se condona la deuda en todos los casos aplicables".
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