CIUDAD DEL VATICANO, 9 DIC 2004 (VIS).-Se ha publicado hoy el mensaje de Juan Pablo II para la XCI Jornada Mundial de los Emigrantes y Refugiados 2005. El texto, en inglés, francés, español, italiano, portugués y alemán, está fechado el 24 de noviembre de 2004 y se centra en el tema "Integración intercultural".
El Papa comienza citando la Instrucción "Erga migrantes caritas Christi" (La caridad de Cristo hacia los emigrantes) donde afirma: "La integración (...) es un proceso largo, encaminado a formar sociedades y culturas, haciendo que sean cada vez más reflejo de los multiformes dones de Dios a los hombres. En ese proceso, el emigrante se esfuerza por dar los pasos necesarios para la integración social, como el aprendizaje de la lengua nacional y la adecuación a las leyes y a las exigencias del trabajo, a fin de evitar la creación de una diferenciación exasperada."
En el mensaje, centrado en las implicaciones de la dimensión intercultural de la emigración, el Santo Padre escribe: "Al insertarse en un ambiente nuevo, el inmigrante con frecuencia toma mayor conciencia de quién es, especialmente cuando siente la falta de personas y valores que son importantes para él. En nuestras sociedades, marcadas por el fenómeno global de la migración, es preciso buscar un justo equilibrio entre el respeto de la propia identidad y el reconocimiento de la ajena. En efecto, es necesario reconocer la legítima pluralidad de las culturas presentes en un país, en compatibilidad con la tutela del orden, del que dependen la paz social y la libertad de los ciudadanos".
"En efecto -subraya- se deben excluir tanto los modelos de asimilación, que tienden a hacer que el otro sea una copia de sí, como los modelos de marginación de los inmigrantes, con actitudes que pueden llevar incluso a la práctica del 'apartheid'. Es preciso (...) el diálogo entre hombres de culturas diversas en un marco de pluralismo que vaya más allá de la simple tolerancia y llegue a la simpatía. (...) En cambio, se debería promover una fecundación recíproca de las culturas".
Refiriéndose después a la tarea de los cristianos en este contexto, Juan Pablo II observa: "Los cristianos (...) saben reconocer la presencia en las diversas culturas de 'valiosos elementos religiosos y humanos'. (...) Obviamente, es preciso conjugar el principio del respeto de las diferencias culturales con el de la tutela de los valores comunes irrenunciables, porque están fundados en los derechos humanos universales".
"Los cristianos -concluye- deben predicar el Evangelio de Cristo a todas las gentes (...) respetando la conciencia de los demás. Deben ante todo escuchar el grito de ayuda que lanzan tantos inmigrantes y refugiados, y luego deben promover, con un compromiso activo, perspectivas de esperanza, que anticipen el alba de una sociedad más abierta y solidaria. A ellos, en primer lugar, corresponde descubrir la presencia de Dios en la historia, incluso cuando todo parece estar aún envuelto en las tinieblas".
MESS/EMIGRANTES:REFUGIADOS/... VIS 20041209 (490)
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