CIUDAD DEL VATICANO, 3 OCT 2004 (VIS).-El Santo Padre presidió esta mañana en la Plaza de San Pedro la celebración eucarística durante la que beatificó a los Siervos de Dios Pierre Vigne (1670-1740); Joseph-Marie Cassant (1878-1903); Anna Katharina Emmerick (1774-1824); María Ludovica De Angelis (1880-1962) y Carlos de Austria (1887-1922).
En la homilía, el Papa trazó una breve biografía de los cinco nuevos beatos, que, dijo, "se dejaron guiar por la Palabra de Dios como por un faro luminoso y seguro, que nunca dejó de iluminar su camino". Del padre Vigne, fundador de la Congregación de las Religiosas del Santísimo Sacramento, dijo que "al contemplar a Cristo presente en la Eucaristía y la Pasión salvífica, fue conducido a ser un auténtico discípulo y un misionero fiel a la Iglesia. ¡Que su ejemplo otorgue a los fieles el deseo de obtener del amor a la Eucaristía y de la adoración al Santísimo Sacramento la audacia por la misión! Pidamos que toque el corazón de los jóvenes, para que acepten consagrarse totalmente a El en el sacerdocio o la vida religiosa, si son llamados por Dios".
"El hermano Joseph-Marie Cassant, sacerdote, monje de la Orden del Císter Reformado, siempre confió en Dios, en la contemplación del misterio de la Pasión y en la unión con Cristo presente en la Eucaristía. (...) En medio de las pruebas, con los ojos puestos en Cristo, ofrecía sus sufrimientos por el Señor y por la Iglesia. ¡Que nuestros contemporáneos, en particular los contemplativos y los enfermos, puedan descubrir, siguiendo su ejemplo, el misterio de la oración, que eleva el mundo a Dios y que da fuerza en las pruebas!".
Refiriéndose a la beata María Ludovica De Angelis, virgen, de la Congregación de las Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia de Savona, Juan Pablo II destacó su "corazón de madre, sus cualidades de líder y la audacia propia de los santos. Con los niños enfermos -dijo- tuvo un amor concreto y generoso, afrontando sacrificios para aliviarlos; con sus colaboradores en el Hospital de La Plata fue modelo de alegría y responsabilidad, creando un ambiente de familia; para sus Hermanas de la comunidad fue un auténtico ejemplo. (...) En todo estuvo sostenida por la oración, haciendo de su vida una comunicación continua con el Señor".
La beata Anna Katharina Emmerick, de la Orden de las Canónigas Regulares de San Agustín, "mostró y experimentó en su propia piel 'la amarga Pasión de Nuestro Señor Jesucristo'. (...) A su pobreza material se contrapone su rica vida interior. Igual que la paciencia para soportar sus debilidades físicas, nos impresiona la fuerza del carácter de la nueva beata y su firmeza en la fe. Esta fuerza la recibió de la Sagrada Eucaristía. De este modo su ejemplo abrió a la completa pasión amorosa hacia Jesucristo los corazones de los hombres pobres y ricos, de las personas cultas y humildes".
El Santo Padre subrayó que el desafío del cristiano de "buscar en todo la voluntad de Dios, conocerla y ponerla por obra", fue afrontado diariamente por el emperador y rey Carlos de Austria. "Fue -dijo- un amigo de la paz. A sus ojos la guerra era 'algo horrible'. Cuando ascendió al trono en medio de la tempestad de la Primera Guerra Mundial, intentó retomar la iniciativa de paz de mi predecesor Benedicto XV. (...) En su conducta política, su prioridad fue seguir la llamada a la santidad de los cristianos. Por esto consideraba importante la idea del amor social. ¡Que sea siempre un modelo para todos nosotros, en particular para quienes hoy tienen una responsabilidad política en Europa!".
Terminada la misa y antes de rezar el Angelus, el Santo Padre invitó en este mes dedicado al rosario a "rezar esta hermosa oración imitando a los nuevos beatos". Posteriormente saludó en sus respectivas lenguas a los peregrinos venidos a la beatificación.
HML/BEATIFICACIONES/... VIS 20041004 (600)
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