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jueves, 30 de septiembre de 2004

EL ARZOBISPO LAJOLO EN LA 59 ASAMBLEA GENERAL DE LA ONU


CIUDAD DEL VATICANO, 30 SEP 2004 (VIS).-El arzobispo Giovanni Lajolo, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede, intervino ayer en la discusión general de la 59 sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas. El prelado recordó que era la primera vez que la Santa Sede tomaba parte en un debate "tras la resolución que el 1 de julio pasado formalizó y precisó los derechos y prerrogativas de su estatus de Observador Permanente del que disfruta desde 1964".

  El arzobispo Lajolo centró su discurso en la posición de la Santa Sede sobre diversos temas del programa de la Asamblea General.

  Refiriéndose al argumento de pobreza y desarrollo dijo que "atañe al derecho a la subsistencia de cientos de millones de seres humanos que sobreviven -como pueden- por debajo del nivel de lo necesario, y de decenas de millones de niños desnutridos y privados injustamente del derecho de vivir. (...) Para superar de forma duradera esa situación inhumana es necesario que bajo la protección de la ONU se llegue a un sistema comercial internacional más flexible y más justo".

  Para que haya paz en el mundo, prosiguió, el desarme debe ser completo y general. "La problemática de las armas de destrucción de masa y de las convencionales es muy diversa; pero las armas convencionales tienen una actualidad feroz y constante en los numerosos conflictos armados, que ensangrientan el planeta, y en el terrorismo".

  Centrándose en el tema de los conflictos armados regionales, el secretario para las Relaciones con los Estados habló del conflicto entre israelíes y palestinos, la guerra de Irak y la situación en diversas naciones africanas.

  "La Iglesia Católica presente en Palestina desde hace dos mil años -dijo respecto al primer argumento- invita a todos a dejar de lado, en primer lugar, cualquier acción encaminada a destruir la confianza y a pronunciar palabras generosas de paz, a efectuar gestos valientes de paz. Y si la paz es fruto de la justicia no hay que olvidar (...) que no hay justicia sin perdón. Si, sin perdón recíproco. Efectivamente, para ello hace falta un coraje moral más grande que el necesario para empuñar las armas".

  Sobre Irak, el arzobispo afirmó: "La Santa Sede cree que ahora hay que apoyar al gobierno actual en su esfuerzo de llevar al país a una condición de vida normal  y a un  sistema político substancialmente democrático y conforme a los valores de sus tradiciones históricas".

  Hablando del continente africano el prelado explicó que "Sudán, Somalia, los países de la Región de los Grandes Lagos, Costa de Marfil están ensangrentados por reyertas recíprocas, pero todavía más por conflictos internos. Necesitan una solidaridad internacional activa (...) y la Unión Africana debe conseguir que prevalezca su autoridad para sentar en la mesa de negociaciones a todas las partes legítimamente interesadas".

  "He mencionado el tema del terrorismo. Es un fenómeno aberrante, completamente indigno del ser humano, que ha asumido dimensiones planetarias: hoy ningún Estado puede presumir de estar a salvo. Por eso -siempre afirmando el derecho y el deber de cada Estado de poner en práctica todas las medidas justas para tutelar a sus ciudadanos e instituciones-, es evidente que para oponerse eficazmente al terrorismo es necesaria no una política plasmada sobre el principio de unilateralidad, sino una decidida concertación plurilateral, en el respeto del 'ius gentium'".

  Los párrafos finales estuvieron dedicados al tema de los derechos humanos fundamentales, entre los cuales el derecho a la vida y a la libertad religiosa. "En realidad esos derechos fundamentales -concluyó el arzobispo- están y caen juntos. Y el hombre se mantiene o cae con ellos. Por eso  -según la Santa Sede- es necesario tutelarlos con todos los esfuerzos y en todos los ámbitos. Para que sea así hay que evitar, en particular, un peligro que en nuestros días se manifiesta en ambientes diversos de países diversos. Es la idea de que los derechos fundamentales del ser humano, los sancionados en la Declaración Universal, sean expresión de una cultura determinada y por tanto muy relativos".
DELSS/ASAMBLEA GENERAL/ONU:LAJOLO               VIS 20040930 (690)


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