CIUDAD DEL VATICANO, 29 FEB 2004 (VIS).-Las tentaciones de Jesús en el desierto, narradas en el Evangelio de este domingo, el mensaje de Cuaresma dedicado a la infancia y los ejercicios espirituales de la curia romana fueron los temas tratados por el Papa antes de rezar el Angelus de hoy.
Refiriéndose al primer argumento, Juan Pablo II recordó que "Cristo (…) impulsado por el Espíritu Santo se retira en el desierto y permanece allí durante cuarenta días. El relato evangélico narra las tres célebres tentaciones, que son eco del antiguo engaño con que Satanás hizo caer a nuestros antepasados. Pero Cristo, el nuevo Adán, las supera rechazando con firmeza al tentador: 'Se ha dicho: ¡No tentarás al Señor, tu Dios!'. La victoria de Jesús sobre el maligno nos garantiza que no sucumbiremos en el momento de la prueba si permanecemos unidos al Señor".
El Santo Padre recordó su mensaje para la Cuaresma de 2004: "donde he recordado en particular a los niños, a menudo víctimas de inocentes de la maldad de los seres humanos". Después, subrayando que los niños eran especiales para Cristo, afirmó: "¡Que este período del año litúrgico se transforme en una generosa competición de solidaridad para estos pequeños, sobre todo para los que se encuentran en peligro y dificultad!".
"Queridos hermanos y hermanas -concluyó el Papa- os invito a rezar por esta intención. Os pido además que me acompañéis espiritualmente en los ejercicios espirituales que empezarán, como cada año, esta tarde" en el Vaticano.
ANG/…/… VIS 20040301 (260)
Refiriéndose al primer argumento, Juan Pablo II recordó que "Cristo (…) impulsado por el Espíritu Santo se retira en el desierto y permanece allí durante cuarenta días. El relato evangélico narra las tres célebres tentaciones, que son eco del antiguo engaño con que Satanás hizo caer a nuestros antepasados. Pero Cristo, el nuevo Adán, las supera rechazando con firmeza al tentador: 'Se ha dicho: ¡No tentarás al Señor, tu Dios!'. La victoria de Jesús sobre el maligno nos garantiza que no sucumbiremos en el momento de la prueba si permanecemos unidos al Señor".
El Santo Padre recordó su mensaje para la Cuaresma de 2004: "donde he recordado en particular a los niños, a menudo víctimas de inocentes de la maldad de los seres humanos". Después, subrayando que los niños eran especiales para Cristo, afirmó: "¡Que este período del año litúrgico se transforme en una generosa competición de solidaridad para estos pequeños, sobre todo para los que se encuentran en peligro y dificultad!".
"Queridos hermanos y hermanas -concluyó el Papa- os invito a rezar por esta intención. Os pido además que me acompañéis espiritualmente en los ejercicios espirituales que empezarán, como cada año, esta tarde" en el Vaticano.
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