CIUDAD DEL VATICANO, 27 FEB 2004 (VIS).-Los pastores de la provincia eclesiástica de Besançon y el arzobispo y obispo auxiliar de Estrasburgo fueron recibidos esta mañana por Juan Pablo II al final de su visita "ad limina". En su discurso, el Papa observó que sus encuentros con los prelados franceses estaban a punto de concluir y dio las gracias a los obispos y a los fieles por su "valiente compromiso en la proclamación del Evangelio".
El Santo Padre recordó al arzobispo Michael Courtney, nuncio apostólico en Burundi, asesinado el pasado mes de diciembre y que fue observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa en Estrasburgo. "Fue un artífice convencido -dijo- de la cooperación de los estados del continente europeo. Hoy invito a las iglesias locales a comprometerse siempre firmemente en favor de la integración europea. Para llegar a ese resultado es necesario releer la historia y recordar que a lo largo de los siglos los valores antropológicos morales y espirituales cristianos han contribuido en gran manera a modelar las diversas naciones europeas y a tejer sus profundos lazos. (…) No se puede llegar a la unión en detrimento de estos valores ni en oposición a ellos".
Juan Pablo II subrayó que no han sido los intereses políticos o económicos, ni las alianzas de conveniencia, los que han forjado los lazos entre los pueblos. Los cimientos de una Europa unificada son, en cambio, los valores comunes de todos. "De ahí nacerá una Europa cuya identidad repose en una comunidad de valores, una Europa de la fraternidad y la solidaridad" que busca " la promoción del ser humano, el respeto de los derechos inalienables y del bien común".
Después habló de "la presencia de la Iglesia a lo largo de los siglos en los diferentes países del continente mediante su participación en la unidad entre los pueblos y las culturas y en la vida social, sobre todo en los sectores de la educación, la beneficencia, la sanidad y la asistencia social". El Papa notó también que durante su última asamblea la conferencia episcopal de Francia discutió sobre el tema del lugar de la Iglesia en la sociedad.
A continuación tocó el tema de la "formación integral de los jóvenes, sobre todo de los que mañana serán los responsables de la nación. (…) La Iglesia quiere iluminarlos con el Evangelio y el Magisterio. En este contexto las universidades católicas tienen una misión específica (…) para ayudar a los jóvenes a analizar situaciones particulares y a tratar de situar siempre al ser humano en el centro de sus decisiones".
Refiriéndose al papel de los cristianos en la vida social en todos sus aspectos, Juan Pablo II dijo: " En la vida política, en la economía, en el trabajo y en la familia, es tarea de los fieles hacer que Cristo esté siempre presente y que resplandezcan los valores del Evangelio", además de reafirmar la dignidad del ser humano, su puesto central en el universo y su primado sobre el interés individual.
"La participación de los cristianos en la vida pública, la presencia visible de la Iglesia Católica y de otras religiones no está en contradicción con el principio de laicidad ni con las prerrogativas del Estado. (…) Una laicidad bien entendida no debe confundirse con el laicismo: no puede borrar las creencias personales ni comunitarias. (…) La religión no puede arrinconarse a la esfera privada".
El Santo Padre recalcó la importancia del conocimiento de la propia religión y de las tradiciones de otras religiones, recordando la fuerte presencia de musulmanes en Francia "con quienes -dijo- intentáis mantener buenas relaciones y promover el diálogo interreligioso que es, como dije antes, un diálogo de vida. Un diálogo así debería reavivar también en los cristianos la conciencia de su fe y de su pertenencia a la Iglesia".
Al final, el Papa dijo a los prelados que les esperaba la misión de "intensificar (…) las relaciones con las autoridades civiles y otras categorías de personas representativas en vuestro país, en el parlamento nacional y en el europeo, sobre todo con los parlamentarios católicos y con las instituciones internacionales".
AL/…/FRANCIA VIS 20040227 (700)
El Santo Padre recordó al arzobispo Michael Courtney, nuncio apostólico en Burundi, asesinado el pasado mes de diciembre y que fue observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa en Estrasburgo. "Fue un artífice convencido -dijo- de la cooperación de los estados del continente europeo. Hoy invito a las iglesias locales a comprometerse siempre firmemente en favor de la integración europea. Para llegar a ese resultado es necesario releer la historia y recordar que a lo largo de los siglos los valores antropológicos morales y espirituales cristianos han contribuido en gran manera a modelar las diversas naciones europeas y a tejer sus profundos lazos. (…) No se puede llegar a la unión en detrimento de estos valores ni en oposición a ellos".
Juan Pablo II subrayó que no han sido los intereses políticos o económicos, ni las alianzas de conveniencia, los que han forjado los lazos entre los pueblos. Los cimientos de una Europa unificada son, en cambio, los valores comunes de todos. "De ahí nacerá una Europa cuya identidad repose en una comunidad de valores, una Europa de la fraternidad y la solidaridad" que busca " la promoción del ser humano, el respeto de los derechos inalienables y del bien común".
Después habló de "la presencia de la Iglesia a lo largo de los siglos en los diferentes países del continente mediante su participación en la unidad entre los pueblos y las culturas y en la vida social, sobre todo en los sectores de la educación, la beneficencia, la sanidad y la asistencia social". El Papa notó también que durante su última asamblea la conferencia episcopal de Francia discutió sobre el tema del lugar de la Iglesia en la sociedad.
A continuación tocó el tema de la "formación integral de los jóvenes, sobre todo de los que mañana serán los responsables de la nación. (…) La Iglesia quiere iluminarlos con el Evangelio y el Magisterio. En este contexto las universidades católicas tienen una misión específica (…) para ayudar a los jóvenes a analizar situaciones particulares y a tratar de situar siempre al ser humano en el centro de sus decisiones".
Refiriéndose al papel de los cristianos en la vida social en todos sus aspectos, Juan Pablo II dijo: " En la vida política, en la economía, en el trabajo y en la familia, es tarea de los fieles hacer que Cristo esté siempre presente y que resplandezcan los valores del Evangelio", además de reafirmar la dignidad del ser humano, su puesto central en el universo y su primado sobre el interés individual.
"La participación de los cristianos en la vida pública, la presencia visible de la Iglesia Católica y de otras religiones no está en contradicción con el principio de laicidad ni con las prerrogativas del Estado. (…) Una laicidad bien entendida no debe confundirse con el laicismo: no puede borrar las creencias personales ni comunitarias. (…) La religión no puede arrinconarse a la esfera privada".
El Santo Padre recalcó la importancia del conocimiento de la propia religión y de las tradiciones de otras religiones, recordando la fuerte presencia de musulmanes en Francia "con quienes -dijo- intentáis mantener buenas relaciones y promover el diálogo interreligioso que es, como dije antes, un diálogo de vida. Un diálogo así debería reavivar también en los cristianos la conciencia de su fe y de su pertenencia a la Iglesia".
Al final, el Papa dijo a los prelados que les esperaba la misión de "intensificar (…) las relaciones con las autoridades civiles y otras categorías de personas representativas en vuestro país, en el parlamento nacional y en el europeo, sobre todo con los parlamentarios católicos y con las instituciones internacionales".
AL/…/FRANCIA VIS 20040227 (700)
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