CIUDAD DEL VATICANO, 21 SEP 2003 (VIS) - Juan Pablo II, durante el último domingo de su permanencia en Castelgandolfo, rezó el Angelus con los peregrinos que acudieron a la residencia estival del Papa. El Santo Padre prosiguió su peregrinación espiritual al Santuario de Nuestra Señora del Rosario en Pompeya, donde acudir el 7 de octubre, y afirmó que la meditación de hoy estaba dedicada a los cinco Misterios de Luz, que añadió al Rosario el 16 de octubre de 2002.
Esos misterios, dijo, se refieren a la "vida pública" de Jesús, "el tiempo en que Jesús, con la potencia de la palabra y las obras, revela de forma completa el 'rostro' del Padre celestial, inaugurando su Reino de amor, de justicia y de paz. El bautismo en el Jordán, las bodas de Can , el anuncio del Reino, la Transfiguración en el monte Tabor y la institución de la Eucaristía: son todos momentos de revelación; misterios, 'luminosos', en los que se transparenta el esplendor de la naturaleza divina de Jesucristo".
"La presencia de María en estos misterios -prosiguió el Papa- se sitúa, casi siempre, en el fondo. Excepto en uno: las bodas de Can , donde el papel de la 'Madre de Jesús', es determinante. Es ella la que hace notar a su Hijo que el vino se ha acabado y cuando El le responde que 'todavía no ha llegado su hora', lo empuja con urgencia materna, diciendo a los criados: 'Haced lo que él os diga'".
María nos enseña así, concluyó Juan Pablo II, que "intuye mejor que ningún otro las intenciones profundas de Jesús. Ella lo conoce 'de corazón a corazón', porque desde el principio custodia y medita cualquier gesto y cualquier palabra suyos. Por esto la Virgen es la primera y principal maestra de la oración cristiana".
ANG;MISTERIOS LUMINOSOS;...;...;VIS;20030922;310;
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