CIUDAD DEL VATICANO, 14 MAY 2003 (VIS) - Continuando con su catequesis sobre los salmos, en la audiencia general de hoy, celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa habló sobre el Cántico del Libro de Daniel, "Oración de Azarías en el horno".
El Cántico, dijo Juan Pablo II ante 25.000 personas, "es una súplica elevada al Señor con ardor y sinceridad. Es la voz de Israel que está experimentando la dura vicisitud del exilio y de la di spora entre los pueblos". Azarías, continuó, es condenado a muerte, con otros dos fieles, por no haber renunciado a su fe.
"La persecución viene considerada en este Cántico como una justa pena con la que Dios purifica al pueblo pecador. (...) Dios es fiel y no desmentir sus promesas. Aunque la justicia exige que Israel sea castigado por sus culpas, existe la certeza de que la última palabra será la de la misericordia y del perdón".
El Santo Padre señaló que "el orante se acerca al Señor y le ofrece el sacrificio más precioso y agradable: el 'corazón contrito' y el 'espíritu humilde'. Es el centro de la existencia, el yo renovado por la prueba que es ofrecido al Señor, para que lo acoja como señal de conversión y de consagración al bien. Con esta disposición interior cesa el miedo, se apagan la confusión y la vergüenza, y el espíritu se abre a la confianza en un futuro mejor, cuando se cumplirán las promesas hechas a los padres".
"La frase final de la súplica de Azarías (...) produce un fuerte impacto emotivo y es de una profunda intensidad espiritual: 'Ahora te seguimos de todo corazón, te tememos y buscamos tu rostro'. (...) Ha llegado el momento -terminó- en el que nuestro camino está abandonando las vías perversas del mal, los senderos tortuosos y oblicuos. Nos disponemos a seguir al Señor movidos por el deseo de encontrar su rostro".
AG;CANTICO DANIEL;...;...;VIS;20030514;320;
No hay comentarios:
Publicar un comentario