CIUDAD DEL VATICANO, 17 ABR 2003 (VIS) - A las 9,30 de hoy, Jueves Santo, Juan Pablo II presidió en la basílica vaticana la misa del Crisma. Concelebraron los cardenales, obispos y presbíteros presentes en Roma. Tras la renovación de las promesas sacerdotales se bendijeron los óleos de los catecúmenos, de los enfermos y el crisma.
En la homilía, el Papa afirmó que cada vez que se celebra la Eucaristía "se hace presente y eficaz el misterio de Cristo único y sumo Sacerdote de la nueva y eterna alianza".
El Santo Padre exhortó a los sacerdotes a que "no se pierda el entusiasmo espiritual de la ordenación presbiteral". Y al resto de los fieles pidió que rezasen por los sacerdotes "para que distribuyan con atención los dones de la gracia divina, de modo especial de la misericordia de Dios en el sacramento de la Confesión y del Pan de vida en la Eucaristía, memorial vivo de la muerte y resurrección de Cristo".
"Para subrayar la actualidad del gran memorial de la redención, en la misa 'in Cena Domini' -terminó- firmaré la Encíclica 'Ecclesia de Eucharistia', que he querido dirigir de modo especial a vosotros, queridos sacerdotes, en lugar de la habitual carta del Jueves Santo. Acogedla como un don particular con ocasión del 25 aniversario de mi ministerio petrino y dadla a conocer a las almas confiadas a vuestros cuidados pastorales".
A las 17,30, Juan Pablo II presidió en la basílica de San Pedro la concelebración eucarística en la Cena del Señor, durante la que firmó la Encíclica "Ecclesia de Eucharistia". En el momento previsto, los cardenales Ratzinger y Sodano lavaron los pies de 12 sacerdotes. Durante la presentación de los dones, el Santo Padre recibió una oferta que será enviada a las poblaciones afectadas por la guerra en Irak.
El Papa puso de relieve que "el lavatorio de los pies y el sacramento de la Eucaristía son dos manifestaciones de un mismo misterio de amor confiado a los discípulos: 'para que -dice Jesús- también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros'".
"¡La Eucaristía -exclamó- es un misterio verdaderamente grande! ¡Es un Misterio 'incomprensible' para la razón humana, pero muy luminoso para los ojos de la fe! La Mesa del Señor en la sencillez de los símbolos eucarísticos -el pan y el vino compartidos- se revela también como mesa de la fraternidad concreta. El mensaje que proviene de ésta es demasiado claro para que pueda ser ignorado: cuantos participan en la celebración eucarística no pueden permanecer insensibles frente a las necesidades de los pobres y de los necesitados".
"En este contexto -continuó el Santo Padre- deseo que el dinero recaudado en esta celebración se destine para aliviar las urgentes necesidades de los que sufren en Irak por las consecuencias de la guerra. Un corazón que ha experimentado el amor del Señor se abre espontáneamente a la caridad para con los hermanos".
Juan Pablo II concluyó afirmando que la Eucaristía "es un gran don para la Iglesia y para el mundo. Precisamente para que se reserve una mayor atención al sacramento de la Eucaristía, he querido ofrecer a toda la comunidad de los creyentes una Encíclica, cuyo tema central es el Misterio eucarístico".
JPII-SEMANA SANTA;JUEVES SANTO;...;...;VIS;20030423;500;
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