CIUDAD DEL VATICANO, 1 MAR 2003 (VIS) - Los obispos de Rumania, en conclusión de su visita "ad limina", fueron recibidos esta mañana por Juan Pablo II que recordó su visita a ese país en mayo de 1999 donde "experimentó -dijo- el intenso afecto del pueblo rumano por el Papa".
"La Iglesia Católica rumana, en los dos ritos que la constituyen -dijo el Santo Padre en su discurso en rumano- representa una minoría muy activa tanto espiritual como socialmente. Se que vuestras comunidades trabajan en colaboración con la mayoría ortodoxa del país, (...) con espíritu de diálogo fraterno y de respeto recíproco". Después se refirió a la importante tarea de la Comisión Mixta para el Dialogo entre la Iglesia Greco-Católica y la Iglesia Ortodoxa de Rumania.
El Santo Padre abordó a continuación el importante tema de la pastoral de las familias y recordó que en este contexto habían tenido lugar encuentros con los ortodoxos "para un discernimiento común de los problemas que la familia atraviesa en vuestro país". Entre estos problemas citó "la fragilidad de las parejas, la consistente emigración de jóvenes familias hacia los países occidentales, el cuidado de los hijos que, en consecuencia, se confía a los abuelos, la separación forzosa de los cónyuges, sobre todo cuando la que va a buscar trabajo es la madre, la difusión del aborto, el control de los nacimientos mediante métodos contrarios a la dignidad de la persona humana".
"¿Cómo olvidar -prosiguió- la triste herencia de la dictadura comunista también en vuestro país y la crisis de una visión cristiana de la vida?". El Papa afirmó que la tarea de evangelización es "inmensa" y recordó que "en sintonía con los hermanos de la Iglesia Ortodoxa Rumana (...) es necesario fomentar centros de formación donde los jóvenes puedan conocer la común herencia evangélica, para dar después testimonio de ella de forma incisiva en la sociedad".
Juan Pablo II elogió "el heroico testimonio de los católicos rumanos de ambos ritos que pasaron por sufrimientos indecibles bajo el régimen comunista" y recordó en especial al cardenal Alexandru Todea que falleció el pasado año y a los siete obispos que fueron martirizados, de quienes está en curso el proceso de canonización. "Si es verdad -dijo- que el pueblo rumano (...) ha sabido resistir al materialismo ateo militante, conservando la herencia del anuncio cristiano, ahora es necesario que emerja de los corazones de los fieles esta riqueza".
"¡No tengas miedo, Iglesia de Rumania! -dijo el Papa- Dios bendice tus esfuerzos y de ello es testimonio el consistente número de candidatos al sacerdocio en los seminarios".
Refiriéndose a continuación al tema del proceso de integración de Rumania en la Unión Europea y en las instituciones del continente, el Santo Padre afirmó que era un hecho positivo pero no exento de riesgos, sobre todo si Rumania olvidase su herencia cristiana y pasase a estar "condicionada por el consumismo y el individualismo egoísta". Después invitó a los rumanos a recordar que "no tienen solo algo que recibir, sino también una rica herencia espiritual, cultural e histórica que ofrecer en beneficio de la unidad y de la vitalidad de todo el continente".
El Papa subrayó también la urgencia de llegar a la unidad plena de los cristianos. ""Pido al Señor -exclamó- que llegue pronto el día bendito en el que católicos y ortodoxos puedan comulgar juntos en la misma sacra mesa".
Al final Juan Pablo II habló de las dos tradiciones vigentes desde hace siglos en ese país "la latina y la bizantina que juntas embellecen el rostro de la Iglesia única. Actuáis casi como en un 'laboratorio' espiritual donde las riquezas del cristianismo no dividido muestran toda su fuerza y toda su vitalidad".
AL;...;...;RUMANIA;VIS;20030303;620;
No hay comentarios:
Publicar un comentario