CIUDAD DEL VATICANO, 10 FEB 2003 (VIS) - El Santo Padre recibió esta mañana a los prelados de Bielorrusia, entre ellos al cardenal Kazimierk Swiatek, arzobispo de Minsk-Mohilev, al final de su visita "ad limina". El Papa centró su discurso en los retos a los que tienen que hacer frente y en las iniciativas que han tomado en los años transcurridos desde la caída del comunismo.
"Está todavía vivo en mí -dijo Juan Pablo II- el recuerdo de nuestro encuentro en abril de 1997. Fue entonces motivo de profunda alegría tomar acto de la primavera de la vida eclesial en vuestro país, tras el invierno de la persecución violenta que se prolongó durante décadas. Entonces se notaban todavía los efectos del ateísmo que sistemáticamente se había querido inculcar en vuestras poblaciones, especialmente entre los jóvenes, de la destrucción casi total de las estructuras eclesiásticas y de la clausura forzosa de los lugares de formación cristiana".
El Papa recordó a los prelados que a la hora de fijar sus prioridades pastorales, era importante centrarse en la familia, el matrimonio y los jóvenes pero también en "la inserción de Bielorrusia en el vasto contexto del continente europeo" porque "las consecuencias de ese retraso pesan en la reestructuración económica y ,sobre todo en el campo, crece la pobreza".
El Santo Padre subrayó que la primera prioridad de los obispos debe ser la familia que, agregó, atraviesa una crisis profunda en todo el mundo. El Papa, repitiendo cuanto dijo a las familias reunidas recientemente en Manila para el IV Encuentro Mundial de las Familias, afirmó: "Es necesario dar testimonio con convicción y coherencia de la verdad sobre la familia, basada en el matrimonio. La familia es un gran bien, necesaria para la vida, el desarrollo y el futuro de la humanidad".
Juan Pablo II recordó que Bielorrusia tiene 10 millones de habitantes, de los cuales el 20 por ciento vive en la capital, Minsk. Solo el 10 por ciento de los bielorrusos son católicos.
Entre las prioridades de los prelados, agregó, debe estar la atención a los jóvenes, muchos de los cuales viven en las ciudades y buscan empleo. "La crisis demogr fica sin precedentes -añadió- es un gran desafío para el anuncio del 'Evangelio de la Vida', y los fenómenos de marginación, entre los cuales el alcoholismo que ha empeorado en los últimos tiempos, esperan respuestas urgentes y eficaces".
La Iglesia Católica, subrayó el Papa, quiere hacer cuanto esté a su alcance para prestar ayuda en este y otros sectores, pero el personal -sacerdotes, religiosas, catequistas - escasea. Efectivamente, recordó, Belorrusia es ayudada por las Iglesias de los países cercanos.
Al final el Santo Padre habló de la tarea, que acaban de empezar los obispos, de traducir al bielorruso los textos sagrados, entre ellos el misal romano. Después volvió a afirmar la necesidad de que la oración diaria y frecuente forme parte de la vida cotidiana y alentó a obispos y fieles a rezar por el éxito de la traducción de los textos sagrados, por las iniciativas emprendidas por la Iglesia en Bielorrusia, por el aumento de los trabajadores pastorales, sobre todo de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa y por el fructífero diálogo ecuménico con la Iglesia Ortodoxa.
AL;...;...;BIELORRUSIA;VIS;20030210;540;
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