CIUDAD DEL VATICANO, 19 DIC 2002 (VIS) - El Santo Padre recibió esta mañana las cartas credenciales de la nueva embajadora de la República Eslovaca ante la Santa Sede, Dagmar Babcanov .
En su discurso, el Papa puso de manifiesto que la Iglesia católica, de la que forman parte muchos ciudadanos eslovacos, "lleva a cabo su propia misión en el pleno reconocimiento de la soberanía del Estado democr tico, con el que quiere mantener un diálogo cordial y constructivo en el respeto de las recíprocas competencias, con la intención de contribuir al bienestar y al progreso de la nación".
"Este diálogo -continuó- tiene un valor especial en esta fase en la que Eslovaquia, tras un duro período de persecución, está renaciendo a la libertad y quiere progresar a todos los niveles. Es importante que en esta fase de tumultuosas transformaciones no se ceda a las falaces perspectivas, que encuentran su raíz en el materialismo pr ctico y en el consumismo desenfrenado. Confío en que el pueblo eslovaco, respetando la rica tradición de valores morales por la que siempre se ha caracterizado, sepa también afrontar en el futuro los peligros de una modernidad sorda a los valores del espíritu".
Refiriéndose a la entrada de Eslovaquia en la Unión Europea, Juan Pablo II dijo que supondrá para la nueva Europa "una contribución muy significativa de cultura y de valores". Además, añadió, para las nuevas generaciones es "una concreta posibilidad para utilizar mejor las propias energías, en beneficio del bien común. Este es -dijo- mi ferviente deseo".
El Papa puso de relieve que "la sociedad de mañana se fundar en los jóvenes. Por eso, es necesario que el Estado les ofrezca el apoyo indispensable para su formación y para la entrada en el mundo del trabajo". En este sentido, afirmó, es muy importante apoyar "la formación de nuevas y sólidas familias, fundadas en el matrimonio y abiertas a la vida. (...) Este era uno de los objetivos del Acuerdo-base firmado entre la Santa Sede y la República Eslovaca en el 2000". El Santo Padre terminó expresando el deseo de que "el nuevo clima creado por este acuerdo favorezca una mejor colaboración entre las autoridades del Estado y los pastores de la Iglesia, para servir mejor al bien común de la nación".
CD;CREDENCIALES;...;ESLOVAQUIA; BABCANOVA;VIS;20021219;380;
En su discurso, el Papa puso de manifiesto que la Iglesia católica, de la que forman parte muchos ciudadanos eslovacos, "lleva a cabo su propia misión en el pleno reconocimiento de la soberanía del Estado democr tico, con el que quiere mantener un diálogo cordial y constructivo en el respeto de las recíprocas competencias, con la intención de contribuir al bienestar y al progreso de la nación".
"Este diálogo -continuó- tiene un valor especial en esta fase en la que Eslovaquia, tras un duro período de persecución, está renaciendo a la libertad y quiere progresar a todos los niveles. Es importante que en esta fase de tumultuosas transformaciones no se ceda a las falaces perspectivas, que encuentran su raíz en el materialismo pr ctico y en el consumismo desenfrenado. Confío en que el pueblo eslovaco, respetando la rica tradición de valores morales por la que siempre se ha caracterizado, sepa también afrontar en el futuro los peligros de una modernidad sorda a los valores del espíritu".
Refiriéndose a la entrada de Eslovaquia en la Unión Europea, Juan Pablo II dijo que supondrá para la nueva Europa "una contribución muy significativa de cultura y de valores". Además, añadió, para las nuevas generaciones es "una concreta posibilidad para utilizar mejor las propias energías, en beneficio del bien común. Este es -dijo- mi ferviente deseo".
El Papa puso de relieve que "la sociedad de mañana se fundar en los jóvenes. Por eso, es necesario que el Estado les ofrezca el apoyo indispensable para su formación y para la entrada en el mundo del trabajo". En este sentido, afirmó, es muy importante apoyar "la formación de nuevas y sólidas familias, fundadas en el matrimonio y abiertas a la vida. (...) Este era uno de los objetivos del Acuerdo-base firmado entre la Santa Sede y la República Eslovaca en el 2000". El Santo Padre terminó expresando el deseo de que "el nuevo clima creado por este acuerdo favorezca una mejor colaboración entre las autoridades del Estado y los pastores de la Iglesia, para servir mejor al bien común de la nación".
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