CIUDAD DEL VATICANO, 2 MAR 2002 (VIS) - Juan Pablo II recibió esta mañana a la superiora general de las Esclavas del Corazón de Jesús, madre Rita Burley y a las hermanas que participan en la XVII congregación general en Roma.
El Papa afirmó que la próxima conmemoración de los 125 años de la fundación del Instituto "ha de ser una ocasión privilegiada para dar un nuevo impulso al deseo tantas veces repetido de la madre fundadora, Santa Rafaela María, de que la vida de cada hermana sea 'toda ella un tejido de fe y generosidad'".
Tras referirse a las dificultades en el desempeño de su misión, a causa de las condiciones de indigencia extrema o injusticia, aseguró que no faltan ocasiones "en que los obstáculos a la plena identificación con la propia misión se hallan en la vida de las personas y comunidades mismas, tentadas a veces por el tedio en el desempeño de actividades consideradas poco reconocidas o de escaso rendimiento a corto plazo. También en estos casos ha de resurgir constantemente el auténtico espíritu de servicio, viviendo gozosamente la opción radical de buscar y hacer ante todo la voluntad de Dios".
El Santo Padre manifestó a las hermanas el agradecimiento de la Iglesia por su servicio "a la evangelización, tanto mediante el testimonio de vida como a través de la actividad que realizáis en los diversos campos de la educación, el cuidado de centros de espiritualidad, la pastoral juvenil o la promoción de los menos favorecidos de la sociedad".
AC;...;...;ESCLAVAS CORAZON JESUS;VIS;20020304;260;
El Papa afirmó que la próxima conmemoración de los 125 años de la fundación del Instituto "ha de ser una ocasión privilegiada para dar un nuevo impulso al deseo tantas veces repetido de la madre fundadora, Santa Rafaela María, de que la vida de cada hermana sea 'toda ella un tejido de fe y generosidad'".
Tras referirse a las dificultades en el desempeño de su misión, a causa de las condiciones de indigencia extrema o injusticia, aseguró que no faltan ocasiones "en que los obstáculos a la plena identificación con la propia misión se hallan en la vida de las personas y comunidades mismas, tentadas a veces por el tedio en el desempeño de actividades consideradas poco reconocidas o de escaso rendimiento a corto plazo. También en estos casos ha de resurgir constantemente el auténtico espíritu de servicio, viviendo gozosamente la opción radical de buscar y hacer ante todo la voluntad de Dios".
El Santo Padre manifestó a las hermanas el agradecimiento de la Iglesia por su servicio "a la evangelización, tanto mediante el testimonio de vida como a través de la actividad que realizáis en los diversos campos de la educación, el cuidado de centros de espiritualidad, la pastoral juvenil o la promoción de los menos favorecidos de la sociedad".
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