Ciudad
del Vaticano, 8 noviembre 2015 (VIS).- El Santo Padre dedicó el
Ángelus dominical al evangelio de la liturgia de hoy, que describe
por una parte cómo no deben ser los seguidores de Jesús y por otra
el ideal ejemplar del cristiano. ''En la primera parte -dijo- Jesús
adosa a los escribas, maestros de la ley, tres defectos que se
manifiestan en su estilo de vida: soberbia, avidez e hipocresía...
Bajo apariencias tan solemnes, se esconden falsedad e injusticia...
También hoy existe el riesgo de asumir estas conductas. Por ejemplo,
cuando se separa la oración de la justicia, porque no se puede
rendir culto a Dios y causar daño a los pobres. O cuando se dice que
se ama a Dios y, sin embargo, se le anteponen la propia vanagloria,
el propio provecho''.
En
la segunda parte el Evangelio narra la escena ambientada en el lugar
para las ofertas del templo de Jerusalén, donde los ricos arrojaban
muchas monedas, y una pobre viuda, en cambio dejaba solo dos de poco
valor. Francisco explicó que ''los ricos dan , con gran
ostentación, lo que para ellos es superfluo, mientras que la viuda,
con discreción y humildad, daba ''todo lo que tenía para vivir'';
por ello, dice Jesús, que ella dió más que todos''.
''Hoy
Jesús nos dice también a nosotros que el metro de juicio no es la
cantidad, sino la plenitud. Hay una diferencia entre cantidad y
plenitud -señaló el Papa- Se puede tener mucho dinero, pero ser una
persona vacía. No hay plenitud en ese corazón.
Al
final, el Papa animó a todos a pensar durante este semana en la
diferencia que hay entre cantidad y plenitud. ''No es cosa de
monedero, sino de corazón Ante las necesidades del prójimo estamos
llamados a privarnos ... de algo indispensable, no sólo de lo
superfluo; estamos llamados a dar el tiempo necesario, no sólo el
que nos sobra; estamos llamados a dar enseguida, sin reservas, algún
talento nuestro, no después de haberlo utilizado para nuestros
objetivos personales o de grupo''.
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