Ciudad
del Vaticano, 19 de julio de 2015 (Vis).-El Papa Francisco, en el
ángelus dominical, encomendó los frutos de su reciente viaje
apostólico a América Latina a la Virgen María venerada en esas
tierras bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe y dio las
gracias a las gentes de Ecuador, Bolivia y Paraguay por su acogida,
cálida y afectuosa y por su entusiasmo.
También
tuvo palabras de agradecimiento para las autoridades de los tres
países por su colaboración y para todo el clero, desde los obispos
a los consagrados, que lo acompañó en su estancia. ''Con estos
hermanos y hermanas -dijo- he alabado al Señor por las maravillas
que ha obrado en el Pueblo de Dios en camino en estas tierras, por la
fe que ha animado y anima sus vidas y su cultura. Y también lo hemos
alabado por las bellezas naturales con las que ha enriquecido esos
países. El continente latinoamericano tiene grandes potencialidades
humanas y espirituale y custodia valores cristianos profundamente
enraizados, pero también vive graves problemas sociales y
económicos. Para contribuir a solucionarlos, la Iglesia está
comprometida en movilizar las fuerzas espirituales y morales de sus
comunidades, colaborando con todos los miembros de la sociedad''.
''Ante los grandes desafíos que el anuncio del Evangelio debe
afrontar -afirmó- invité a recurrir a Cristo Señor para obtener
la gracia que salva y fortalece el esfuerzo del testimonio
cristiano, a difundir más aún la Palabra de Dios, para que la
fuerte religiosidad de esos pueblos sea siempre testimonio fiel del
Evangelio''.
Antes,
el Papa había explicado a los fieles reunidos en la Plaza de San
Pedro el Evangelio de hoy en que Jesús lleva a descansar a los
apóstoles a un lugar apartado, pero viendo que la multitud los
sigue, siente compasión por esas gentes y comienza a impartirles
sus enseñanzas. Francisco se detuvo en los verbos que emplea el
evangelista ver, tener compasión, enseñar.
''Los
podemos llamar los verbos del Pastor -observó- Ver, tener
compasión, enseñar. El primero y el segundo, ver y tener
compasión, están siempre vinculados a la actitud de Jesús: de
hecho su mirada no es la mirada de un sociólogo o de un reportero
gráfico, porque Él mira siempre con ''los ojos del corazón''.
Ambos verbos, ver y tener compasión, configuran a Jesús como Buen
Pastor. Pero su compasión, no es solamente un sentimiento humano: es
la emoción del Mesías en el cual se ha hecho carne la ternura de
Dios. Y de esta compasión nace el deseo de Jesús de nutrir a la
multitud con el pan de su Palabra, es decir, de enseñar la palabra
de Dios a la gente. Jesús ve, Jesús tiene compasión, Jesús
enseña''.
''Y
yo pedí al Señor -reveló el Pontífice- que el Espíritu de Jesús,
Buen Pastor, ese Espíritu me guíase en el viaje que efectué hace
algunos días a América Latina''.
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