Ciudad
del Vaticano, 19 diciembre 2014
(VIS).- El Papa recibió esta mañana en la Sala Clementina a una
delegación de las provincias italianas de Verona y Catanzaro que
este año han ofrecido respectivamente al Vaticano el Belén con las
figuras de terracota y el árbol de Navidad que decoran en estas
fiestas la Plaza de San Pedro y que a partir de esta noche estarán
iluminados y a la vista del público.
''Los
valores del cristianismo -dijo Francisco- han fecundado la cultura,
la literatura, la música y el arte de vuestras tierras y todavía
hoy constituyen un patrimonio inapreciable que conservar y
transmitir a las generaciones futuras. El Nacimiento y el árbol de
Navidad, son signos navideños siempre sugestivos y amados por
nuestras familias cristianas: recuerdan el misterio de la
encarnación, el Hijo unigénito de Dios que se hizo hombre para
salvarnos y la luz que Jesús trajo al mundo con su nacimiento. Pero
tanto el Belén como el Árbol llegan al corazón de todos, también
de los que no creen, porque hablan de fraternidad, de intimidad y de
amistad, llamando a la humanidad de nuestra época a descubrir de
nuevo la belleza de la sencillez, del compartir y de la solidaridad.
Son una invitación a la unidad, a la concordia y a la paz; una
invitación a hacer sitio, en nuestra vida personal y social, a Dios
que no viene con arrogancia a imponer su potencia, sino que nos
ofrece su amor omnipotente a través de la frágil figura de un Niño.
El Belén y el Árbol traen, por lo tanto, un mensaje de luz, de
esperanza y de amor''.
''El
Mesías se hizo hombre y vino entre nosotros para disipar las
tinieblas del error y del pecado, trayendo a la humanidad su luz
divina. El mismo Jesús dirá: ''Yo soy la luz del mundo, el que me
sigue no camina entre tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida''. Sigamos a esta Luz verdadera para no extraviarnos y para dar,
a nuestra vez, luz y calor a todos los que atraviesan momentos de
dificultad y oscuridad interior'', concluyó el Santo Padre.
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