Ciudad
del Vaticano, 2 octubre 2014
(VIS).-Ayer tarde el Santo Padre recibió una delegación de eritreos
supervivientes del naufragio en el que hace un año en la costa de
Lampedusa fallecieron 368 emigrantes, así como a algunos familiares
de las víctimas. La delegación estaba formada por 37 personas -20
supervivientes y algunos familiares- procedentes de diversos países
europeos donde han sido acogidos, a menudo por sus parientes que ya
residían allí, como en Alemania, Suecia, Noruega, Países Bajos y
Dinamarca. Mañana, 3 de octubre, la delegación a la que se unirán
otros supervivientes del suceso, participará en Lampedusa en una
conmemoración de ese trágico episodio. Hace pocos días se ha
presentado en el parlamento italiano una propuesta de ley para que el
3 de octubre se declare ''Jornada en recuerdo de las víctimas del
mar''.
La
delegación estaba organizada por el ''Comité 3 de octubre'' que
preside Tareke Brhane, un refugiado eritreo que vive en Roma y presta
ayuda a los emigrantes y prófugos y la acompañaban el arzobispo
Konrad Krajewski, Limosnero Pontificio y el padre Giovanni Lamanna,
ex presidente del Centro Astalli, la sede italiana del Servicio de
los Jesuitas para los Refugiados-JRS , una organización católica
internacional activa en más de 40 países cuya misión es acompañar
y atender a los refugiados y prófugos y defender sus derechos.
Durante
el encuentro, que tuvo lugar en una sala adyacente al Aula Pablo VI,
uno de los refugiados se dirigió al Papa pidiendo su ayuda para,
entre otras causas, el reconocimiento de los cadáveres que en
algunos casos todavía no se ha podido llevar a cabo y una joven
dio las gracias a Francisco por su interés y su ayuda a los
emigrantes y refugiados.
El
Papa, muy emocionado, dijo a los presentes: ''He oído cosas que no
se pueden decir porque no hay palabras para hacerlo. Todo lo que
habéis sufrido se contempla en silencio, se llora y se busca una
forma para estar cerca de vosotros. A veces, cuando parece que se ha
llegado al puerto hay situaciones muy duras. Se encuentran puertas
cerradas y no se sabe donde ir. Pero también hay muchas personas que
os abren sus corazones. Y la puerta del corazón es la más
importante en esos momentos. ¡Pido a todos los hombres y mujeres de
Europa que abran las puertas del corazón!...Quiero decir que estoy
cerca de vosotros y que rezo por vosotros, rezo para que las puertas
cerradas se abran''.
La
delegación regaló a Francisco una escultura de hierro: una botella
en el mar dentro de la que está metida una familia. Al final, el
Papa saludó personalmente a cada uno de los presentes.
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