Ciudad
del Vaticano, 16 octubre 2013
(VIS).- Con motivo del Día Mundial de la Alimentación, que se
celebra todos los años el 16 de octubre, fecha de fundación de la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO), y que este año lleva por tema: “Sistemas
alimentarios sostenibles para la seguridad alimentaria y la
nutrición”, el Santo Padre ha escrito un mensaje al director de
ese organismo José Graziano de Silva.
“En
un momento en que la globalización permite conocer las situaciones
de necesidad en el mundo y multiplicar los intercambios y las
relaciones humanas -ha escrito el Papa-, parece crecer la tendencia
al individualismo y al encerrarse en sí mismos, lo que lleva a una
cierta actitud de indiferencia —a nivel personal, de las
instituciones y de los estados— respecto a quien muere de hambre o
padece malnutrición, casi como si se tratara de un hecho
ineluctable. Pero el hambre y la desnutrición nunca pueden ser
consideradas un hecho normal al que hay que acostumbrarse, como si
formara parte del sistema. Algo tiene que cambiar en nosotros mismos,
en nuestra mentalidad, en nuestras sociedades”.
Para
este cambio, Francisco ha añadido que “un paso importante es
abatir con decisión las barreras del individualismo, del encerrarse
en sí mismos, de la esclavitud de la ganancia a toda costa; y esto,
no sólo en la dinámica de las relaciones humanas, sino también en
la dinámica económica y financiera global”.
El
Pontífice ha destacado que “es necesario, hoy más que nunca,
educarnos en la solidaridad, redescubrir el valor y el significado de
esta palabra tan incómoda, y muy frecuentemente dejada de lado, y
hacer que se convierta en actitud de fondo en las decisiones en el
plano político, económico y financiero, en las relaciones entre las
personas, entre los pueblos y entre las naciones.”.
“Todavía
estamos lejos de un mundo en el que todos puedan vivir con dignidad
-ha reiterado destacando que esto comporta “un serio interrogante
sobre la necesidad de cambiar realmente nuestro estilo de vida,
incluido el alimentario, que en tantas áreas del planeta está
marcado por el consumismo, el desperdicio y el despilfarro de
alimentos”. Según el Papa bastaría eliminar tales derroches y
desperdicios “para reducir drásticamente el número de
hambrientos”.
Francisco
ha introducido un tercer elemento de reflexión. “La educación en
la solidaridad y en una forma de vida que supere la “cultura del
descarte” y ponga realmente en el centro a toda persona y su
dignidad, como es característico de la familia”. Asimismo ha
subrayado y para finalizar que “la Iglesia Católica recorre junto
con ustedes esta senda, consciente de que la caridad, el amor, es el
alma de su misión”.
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