CIUDAD DEL VATICANO, 14 ENE 2011 (VIS).-El Santo Padre recibió esta mañana a la presidenta de la Junta Regional del Lacio, Renata Polverini, al alcalde de Roma, Gianni Alemanno y al presidente de la provincia de Roma, Nicola Zingaretti, acompañados por sus colaboradores, para el tradicional intercambio de felicitaciones al inicio del año.
Hablando de la familia, "célula originaria de la sociedad, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer", el Papa puso de relieve que en ella "los hijos aprenden los valores humanos y cristianos que permiten una convivencia constructiva y pacífica. Se aprende la solidaridad entre las generaciones, el respeto de las reglas, el perdón y la aceptación de los demás". En este contexto señaló que "la familia debe ser sostenida por políticas orgánicas (...) cuya finalidad sea su consolidación y desarrollo y que estén acompañadas por una labor educativa adecuada".
"La aprobación de formas de unión que distorsionan la esencia y el fin de la familia, penaliza -dijo- a quienes, no sin dificultades, se comprometen a vivir lazos afectivos estables, garantizados jurídicamente y reconocidos públicamente. En esta perspectiva, la Iglesia ve con buenos ojos todas las iniciativas que tienen como objetivo educar a los jóvenes a vivir el amor en la lógica del don de sí, con una visión alta y oblativa de la sexualidad. Para ello es necesaria una convergencia educativa entre los diferentes componentes de la sociedad, porque el amor humano no se reduzca a un objeto para consumir, sino que sea percibido y vivido como una experiencia fundamental que da sentido a la existencia".
Refiriéndose al deseo de tantas parejas de tener más hijos, "pero que se ven obligadas a esperar", el Papa dijo que "hay que apoyar concretamente la maternidad, así como garantizar a las mujeres que ejercen una profesión la posibilidad de conciliar familia y trabajo".
"Como "la apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo", el elevado número de abortos que se practican en nuestra región no puede dejar indiferentes. La comunidad cristiana, a través de numerosas "Casas familia", los "Centros de ayuda a la vida" y otras iniciativas similares, se compromete a acompañar y a apoyar a las mujeres que tienen dificultades para acoger una nueva vida. Que las instituciones públicas -pidió- ofrezcan su apoyo para que los consultorios familiares puedan ayudar a las mujeres a superar las causas que pueden llevar a interrumpir el embarazo".
Benedicto XVI señaló a continuación que "el envejecimiento de la población plantea nuevos problemas. (...) Aunque hay muchos ancianos que pueden contar con el apoyo y la cercanía de su familia, aumenta el número de los que están solos y que necesitan atención médica". En este sentido, expresó su alegría por "la sinergia con las grandes realidades sanitarias católicas, como por ejemplo, en el campo de la infancia, entre el Hospital "Bambin Gesù" y las instituciones públicas", y auspició que esas estructuras "puedan seguir colaborando con las autoridades locales para garantizar su servicio a quienes lo soliciten, renovando la invitación a promover una cultura que respete la vida hasta su fin natural".
Hablando de la crisis económica, el Papa destacó que las parroquias de la diócesis de Roma, a través de Cáritas, "están haciendo todo lo posible para prestar ayuda" a las familias con mayores problemas. "Confío -añadió- en que se adopten las medidas adecuadas para sostener a las familias con bajos ingresos, en particular las numerosas, a menudo penalizadas".
El Santo Padre afirmó que "la grave cuestión del trabajo" afecta sobre todo a los jóvenes, que tras años de preparación no encuentran salidas profesionales "y a menudo se sienten frustrados y tienen la tentación de rechazar a la misma sociedad. La prolongación de estas situaciones causa tensiones sociales, que son explotadas por organizaciones criminales para proponer actividades ilícitas. Por tanto -concluyó-, es urgente que incluso en este momento difícil, se haga todo lo posible por promover políticas de empleo que puedan garantizar un trabajo y un apoyo dignos, requisito indispensable para formar nuevas familias".
AC/ VIS 20110114 (670)
Hablando de la familia, "célula originaria de la sociedad, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer", el Papa puso de relieve que en ella "los hijos aprenden los valores humanos y cristianos que permiten una convivencia constructiva y pacífica. Se aprende la solidaridad entre las generaciones, el respeto de las reglas, el perdón y la aceptación de los demás". En este contexto señaló que "la familia debe ser sostenida por políticas orgánicas (...) cuya finalidad sea su consolidación y desarrollo y que estén acompañadas por una labor educativa adecuada".
"La aprobación de formas de unión que distorsionan la esencia y el fin de la familia, penaliza -dijo- a quienes, no sin dificultades, se comprometen a vivir lazos afectivos estables, garantizados jurídicamente y reconocidos públicamente. En esta perspectiva, la Iglesia ve con buenos ojos todas las iniciativas que tienen como objetivo educar a los jóvenes a vivir el amor en la lógica del don de sí, con una visión alta y oblativa de la sexualidad. Para ello es necesaria una convergencia educativa entre los diferentes componentes de la sociedad, porque el amor humano no se reduzca a un objeto para consumir, sino que sea percibido y vivido como una experiencia fundamental que da sentido a la existencia".
Refiriéndose al deseo de tantas parejas de tener más hijos, "pero que se ven obligadas a esperar", el Papa dijo que "hay que apoyar concretamente la maternidad, así como garantizar a las mujeres que ejercen una profesión la posibilidad de conciliar familia y trabajo".
"Como "la apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo", el elevado número de abortos que se practican en nuestra región no puede dejar indiferentes. La comunidad cristiana, a través de numerosas "Casas familia", los "Centros de ayuda a la vida" y otras iniciativas similares, se compromete a acompañar y a apoyar a las mujeres que tienen dificultades para acoger una nueva vida. Que las instituciones públicas -pidió- ofrezcan su apoyo para que los consultorios familiares puedan ayudar a las mujeres a superar las causas que pueden llevar a interrumpir el embarazo".
Benedicto XVI señaló a continuación que "el envejecimiento de la población plantea nuevos problemas. (...) Aunque hay muchos ancianos que pueden contar con el apoyo y la cercanía de su familia, aumenta el número de los que están solos y que necesitan atención médica". En este sentido, expresó su alegría por "la sinergia con las grandes realidades sanitarias católicas, como por ejemplo, en el campo de la infancia, entre el Hospital "Bambin Gesù" y las instituciones públicas", y auspició que esas estructuras "puedan seguir colaborando con las autoridades locales para garantizar su servicio a quienes lo soliciten, renovando la invitación a promover una cultura que respete la vida hasta su fin natural".
Hablando de la crisis económica, el Papa destacó que las parroquias de la diócesis de Roma, a través de Cáritas, "están haciendo todo lo posible para prestar ayuda" a las familias con mayores problemas. "Confío -añadió- en que se adopten las medidas adecuadas para sostener a las familias con bajos ingresos, en particular las numerosas, a menudo penalizadas".
El Santo Padre afirmó que "la grave cuestión del trabajo" afecta sobre todo a los jóvenes, que tras años de preparación no encuentran salidas profesionales "y a menudo se sienten frustrados y tienen la tentación de rechazar a la misma sociedad. La prolongación de estas situaciones causa tensiones sociales, que son explotadas por organizaciones criminales para proponer actividades ilícitas. Por tanto -concluyó-, es urgente que incluso en este momento difícil, se haga todo lo posible por promover políticas de empleo que puedan garantizar un trabajo y un apoyo dignos, requisito indispensable para formar nuevas familias".
AC/ VIS 20110114 (670)
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