CIUDAD DEL VATICANO, 2 JUL 2010 (VIS).-El Santo Padre recibió hoy las cartas credenciales de Habbeb Mohammed Hadi Ali Al-Sadr, nuevo embajador de Irak ante la Santa Sede.
Después de pedir al diplomático que transmitiera al presidente Yalal Talabani sus respetuosos saludos y la garantía de sus oraciones por “la paz y el bienestar de todos los ciudadanos” iraquíes, el Papa recordó que en las elecciones de marzo de este año, ese pueblo “ dio al mundo una clara señal de que desean ver el fin de la violencia y que han elegido el camino de la democracia, a través del cual aspiran a vivir en armonía unos con otros dentro de una sociedad justa, pluralista e inclusiva. (...) Es de esperar que se llegue pronto a la formación de un nuevo gobierno para que se cumpla el deseo del pueblo de vivir en un Irak más estable y unificado”.
En este sentido, el pontífice aseguró que la Santa Sede, “que ha valorado siempre sus excelentes relaciones diplomáticas con Irak, seguirá prestando toda la asistencia posible para que asuma el lugar que le corresponde como un país líder en la región, con mucho que aportar a la comunidad internacional”.
Refiriéndose a continuación a las medidas que tendrá que adoptar el nuevo gobierno “para incrementar la seguridad de todos los sectores de la población, especialmente de las minorías”, Benedicto XVI citó la situación de los cristianos, que “desde los primeros días de la Iglesia han estado presentes en la tierra de Abraham, una tierra que forma parte del patrimonio común del judaísmo, el cristianismo y el Islam”.
“Aunque los cristianos constituyan una pequeña minoría de la población iraquí -subrayó- pueden aportar una valiosa contribución a su reconstrucción y a la recuperación económica a través del apostolado en el ámbito educativo y sanitario, mientras que su participación en proyectos humanitarios proporciona una asistencia muy necesaria en la construcción de la sociedad. Pero para desempeñar plenamente su papel (...) deben saber que es seguro para ellos permanecer o regresar a sus hogares y necesitan garantías de que les restituirán sus propiedades y de que sus derechos serán sostenidos”.
El Santo Padre habló también de “los numerosos actos de trágica violencia cometidos contra miembros inocentes de la población, tanto musulmanes como cristianos, (...) que son contrarios tanto a las enseñanzas del Islam, como a las del cristianismo. Este sufrimiento compartido puede originar un vínculo profundo, fortaleciendo la determinación de musulmanes y cristianos de trabajar por la paz y la reconciliación. La historia ha demostrado que algunos de los incentivos más poderosos para superar las divisiones vienen del ejemplo de aquellos hombres y mujeres que, habiendo elegido el camino de dar testimonio de los valores más altos con la no violencia, han perdido sus vidas a través de cobardes actos de violencia”. El Papa recordó en este ámbito al arzobispo Paulos Faraj Rahho y al padre Ragheed Ganni, manifestando el deseo de que “su sacrificio y el sacrificio de tantos otros como ellos, fortalezca en el pueblo iraquí la determinación moral necesaria para que las estructuras políticas garanticen una mayor justicia y estabilidad”.
Hablando del compromiso del gobierno iraquí de respetar los derechos humanos, el Papa recordó que “entre los derechos que deben respetarse plenamente para lograr el bien común, asumen una gran importancia los derechos a la libertad de religión y la libertad de culto, porque permiten a los ciudadanos vivir en conformidad con su dignidad trascendente. (...) Por tanto, espero y rezo para que estos derechos no sólo se reconozcan en la legislación, sino que embeban el tejido de la sociedad, para que todos los iraquíes desempeñen el papel que les corresponde en la formación de una sociedad justa, moral y pacífica”.
Por último, Benedicto XVI habló de la próxima la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio, que “brindará una excelente oportunidad para explorar el papel y el testimonio de los cristianos en las tierras de la Biblia, e impulsar la importante tarea del diálogo interreligioso, que puede contribuir en gran manera al objetivo de la coexistencia pacífica en la estima y el respeto mutuos entre los seguidores de diferentes religiones”
“Es mi sincera esperanza -concluyó- que Irak emerja de las experiencias difíciles de la década pasada como un modelo de tolerancia y cooperación entre musulmanes, cristianos y otros al servicio de los más necesitados”.
CD/ VIS 20100702 (730)
Después de pedir al diplomático que transmitiera al presidente Yalal Talabani sus respetuosos saludos y la garantía de sus oraciones por “la paz y el bienestar de todos los ciudadanos” iraquíes, el Papa recordó que en las elecciones de marzo de este año, ese pueblo “ dio al mundo una clara señal de que desean ver el fin de la violencia y que han elegido el camino de la democracia, a través del cual aspiran a vivir en armonía unos con otros dentro de una sociedad justa, pluralista e inclusiva. (...) Es de esperar que se llegue pronto a la formación de un nuevo gobierno para que se cumpla el deseo del pueblo de vivir en un Irak más estable y unificado”.
En este sentido, el pontífice aseguró que la Santa Sede, “que ha valorado siempre sus excelentes relaciones diplomáticas con Irak, seguirá prestando toda la asistencia posible para que asuma el lugar que le corresponde como un país líder en la región, con mucho que aportar a la comunidad internacional”.
Refiriéndose a continuación a las medidas que tendrá que adoptar el nuevo gobierno “para incrementar la seguridad de todos los sectores de la población, especialmente de las minorías”, Benedicto XVI citó la situación de los cristianos, que “desde los primeros días de la Iglesia han estado presentes en la tierra de Abraham, una tierra que forma parte del patrimonio común del judaísmo, el cristianismo y el Islam”.
“Aunque los cristianos constituyan una pequeña minoría de la población iraquí -subrayó- pueden aportar una valiosa contribución a su reconstrucción y a la recuperación económica a través del apostolado en el ámbito educativo y sanitario, mientras que su participación en proyectos humanitarios proporciona una asistencia muy necesaria en la construcción de la sociedad. Pero para desempeñar plenamente su papel (...) deben saber que es seguro para ellos permanecer o regresar a sus hogares y necesitan garantías de que les restituirán sus propiedades y de que sus derechos serán sostenidos”.
El Santo Padre habló también de “los numerosos actos de trágica violencia cometidos contra miembros inocentes de la población, tanto musulmanes como cristianos, (...) que son contrarios tanto a las enseñanzas del Islam, como a las del cristianismo. Este sufrimiento compartido puede originar un vínculo profundo, fortaleciendo la determinación de musulmanes y cristianos de trabajar por la paz y la reconciliación. La historia ha demostrado que algunos de los incentivos más poderosos para superar las divisiones vienen del ejemplo de aquellos hombres y mujeres que, habiendo elegido el camino de dar testimonio de los valores más altos con la no violencia, han perdido sus vidas a través de cobardes actos de violencia”. El Papa recordó en este ámbito al arzobispo Paulos Faraj Rahho y al padre Ragheed Ganni, manifestando el deseo de que “su sacrificio y el sacrificio de tantos otros como ellos, fortalezca en el pueblo iraquí la determinación moral necesaria para que las estructuras políticas garanticen una mayor justicia y estabilidad”.
Hablando del compromiso del gobierno iraquí de respetar los derechos humanos, el Papa recordó que “entre los derechos que deben respetarse plenamente para lograr el bien común, asumen una gran importancia los derechos a la libertad de religión y la libertad de culto, porque permiten a los ciudadanos vivir en conformidad con su dignidad trascendente. (...) Por tanto, espero y rezo para que estos derechos no sólo se reconozcan en la legislación, sino que embeban el tejido de la sociedad, para que todos los iraquíes desempeñen el papel que les corresponde en la formación de una sociedad justa, moral y pacífica”.
Por último, Benedicto XVI habló de la próxima la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio, que “brindará una excelente oportunidad para explorar el papel y el testimonio de los cristianos en las tierras de la Biblia, e impulsar la importante tarea del diálogo interreligioso, que puede contribuir en gran manera al objetivo de la coexistencia pacífica en la estima y el respeto mutuos entre los seguidores de diferentes religiones”
“Es mi sincera esperanza -concluyó- que Irak emerja de las experiencias difíciles de la década pasada como un modelo de tolerancia y cooperación entre musulmanes, cristianos y otros al servicio de los más necesitados”.
CD/ VIS 20100702 (730)
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