CIUDAD DEL VATICANO, 7 MAR 2010 (VIS).-Después de visitar la parroquia romana de San Juan de la Cruz en Colle Salario, a mediodía el Papa se asomó a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles en la Plaza de San Pedro.
Comentando la primera lectura de la liturgia de hoy -el relato de la zarza en llamas vista por Moisés, que no se apaga nunca y desde la que Dios lo llama-, el Papa dijo: "Dios se manifiesta en diversos modos también en la vida de cada uno de nosotros. Para poder reconocer su presencia es necesario que nos acerquemos a Él conscientes de nuestra miseria y con profundo respeto. Si no es así, seremos incapaces de encontrarlo y de entrar en comunión con Él".
A continuación, explicó el pasaje evangélico en que Jesús es interpelado acerca de algunos hechos luctuosos: el asesinato dentro del templo de algunos galileos por orden de Pilatos y la caída de una torre sobre algunos viandantes. "Frente a la fácil conclusión de considerar el mal como efecto del castigo divino -afirmó el pontífice- Jesús proclama la inocencia de Dios, que es bueno y no quiere el mal y, advierte que no hay que pensar que las desgracias son un efecto inmediato de las culpas personales de los que las padecen".
Cuando Cristo responde a los que le interrogan: "¿Creéis que aquellos galileos eran más pecadores que los demás galileos por haber padecido esa desgracia? No, pero si no os convertís, pereceréis todos de la misma manera", invita a interpretar diversamente esos hechos, "colocándolos en la perspectiva de la conversión: las desgracias, los lutos, no deben suscitar en nosotros la curiosidad o la búsqueda de presuntos culpables, sino representar ocasiones para reflexionar, para vencer la ilusión de poder vivir sin Dios y para reforzar, con la ayuda del Señor, el compromiso de cambiar de vida", observó el Santo Padre
"La posibilidad de conversión exige que aprendamos a leer los acontecimientos con la perspectiva de la fe. (...) En presencia de sufrimientos y lutos, la sabiduría verdadera es interrogarse sobre la precariedad de la existencia y leer la historia humana con los ojos de Dios que, queriendo solo lo mejor para sus hijos, por el proyecto indescifrable de su amor, permite a veces que el dolor nos ponga a prueba para llevarnos a un bien más grande", concluyó.
Después de rezar el Ángelus, el Papa saludó entre otros a un grupo de peregrinos franceses y recordó en especial a los afectados por la tempestad que arrasó la semana pasada la zona occidental de ese país.
ANG/CONVERSION/... VIS 20100308 (450)
Comentando la primera lectura de la liturgia de hoy -el relato de la zarza en llamas vista por Moisés, que no se apaga nunca y desde la que Dios lo llama-, el Papa dijo: "Dios se manifiesta en diversos modos también en la vida de cada uno de nosotros. Para poder reconocer su presencia es necesario que nos acerquemos a Él conscientes de nuestra miseria y con profundo respeto. Si no es así, seremos incapaces de encontrarlo y de entrar en comunión con Él".
A continuación, explicó el pasaje evangélico en que Jesús es interpelado acerca de algunos hechos luctuosos: el asesinato dentro del templo de algunos galileos por orden de Pilatos y la caída de una torre sobre algunos viandantes. "Frente a la fácil conclusión de considerar el mal como efecto del castigo divino -afirmó el pontífice- Jesús proclama la inocencia de Dios, que es bueno y no quiere el mal y, advierte que no hay que pensar que las desgracias son un efecto inmediato de las culpas personales de los que las padecen".
Cuando Cristo responde a los que le interrogan: "¿Creéis que aquellos galileos eran más pecadores que los demás galileos por haber padecido esa desgracia? No, pero si no os convertís, pereceréis todos de la misma manera", invita a interpretar diversamente esos hechos, "colocándolos en la perspectiva de la conversión: las desgracias, los lutos, no deben suscitar en nosotros la curiosidad o la búsqueda de presuntos culpables, sino representar ocasiones para reflexionar, para vencer la ilusión de poder vivir sin Dios y para reforzar, con la ayuda del Señor, el compromiso de cambiar de vida", observó el Santo Padre
"La posibilidad de conversión exige que aprendamos a leer los acontecimientos con la perspectiva de la fe. (...) En presencia de sufrimientos y lutos, la sabiduría verdadera es interrogarse sobre la precariedad de la existencia y leer la historia humana con los ojos de Dios que, queriendo solo lo mejor para sus hijos, por el proyecto indescifrable de su amor, permite a veces que el dolor nos ponga a prueba para llevarnos a un bien más grande", concluyó.
Después de rezar el Ángelus, el Papa saludó entre otros a un grupo de peregrinos franceses y recordó en especial a los afectados por la tempestad que arrasó la semana pasada la zona occidental de ese país.
ANG/CONVERSION/... VIS 20100308 (450)
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