CIUDAD DEL VATICANO, 31 DIC 2009 (VIS).-El Papa presidió a las 18,00, en la basílica vaticana, las primeras vísperas de la solemnidad de Santa María Madre de Dios, a las que siguieron la exposición del Santísimo Sacramento, el canto del "Te Deum" de acción de gracias al concluir el año civil y la bendición eucarística.
Comentando las palabras del apóstol san Pablo en la liturgia del día, cuando habla de la "plenitud del tiempo", el Santo Padre dijo que "con la encarnación del Hijo de Dios, la eternidad ha entrado en el tiempo y la historia del ser humano se ha abierto al cumplimiento absoluto de Dios. El tiempo ha sido, por decir así, "tocado" por Cristo, el Hijo de Dios y de María, y de El ha recibido significados nuevos y sorprendentes: se ha convertido en tiempo de salvación y de gracia".
"Precisamente en esta perspectiva -continuó- debemos considerar el tiempo del año que se cierra y el del que comienza, para poner los más diversos acontecimientos de nuestra vida -importantes o pequeños, sencillos o indescifrables, alegres o tristes- bajo el signo de la salvación y acoger la llamada que Dios nos dirige para conducirnos hacia una meta más allá del mismo tiempo: la eternidad".
Refiriéndose a la cercanía de Dios a toda la humanidad, propia del misterio de la Navidad, Benedicto XVI explicó que "Dios se hace hombre y al hombre se le concede la posibilidad inaudita de ser hijo de Dios. Todo esto nos llena de gran alegría y nos lleva a alabar a Dios", como es costumbre hacer en este día con el canto del "Te Deum".
Benedicto XVI agradeció "las abundantes gracias" que ha recibido la diócesis de Roma en estos últimos doce meses y expresó su aprecio por la decisión pastoral de "dedicar un tiempo a examinar el itinerario recorrido para acrecentar el sentido de pertenencia a la Iglesia y favorecer la corresponsabilidad pastoral".
Tras poner de relieve la labor de "tantas familias, numerosos educadores y comunidades parroquiales que ayudan a los jóvenes a construir su futuro sobre fundamentos sólidos, en particular sobre la roca que es Jesucristo", el Papa subrayó que "la Palabra, creída, anunciada y vivida nos empuja a comportamientos de solidaridad y a compartir". En este sentido, alentó a todos a "seguir comprometiéndose en aliviar las dificultades de tantas familias afectadas por la crisis económica y por el desempleo".
Antes de concluir, el Santo Padre reiteró que "Roma necesita sacerdotes que sean anunciadores valientes del Evangelio", e invitó a los jóvenes a "no tener miedo de responder con el don completo de la propia existencia a la llamada del Señor para seguirle en la vida del sacerdocio o de la vida consagrada".
Terminada la celebración, el Papa visitó brevemente el pesebre de la Plaza de San Pedro.
ML/VISPERAS:TE DEUM/... VIS 20100104 (480)
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