CIUDAD DEL VATICANO, 13 DIC 2009 (VIS).-Después de visitar el Hospice Fundación Roma, el Santo Padre se asomó a mediodía a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. Siguiendo la tradición romana, bendijo en el tercer domingo de Adviento las estatuillas del Niño Jesús que se colocarán en los Nacimientos.
"Es para mi motivo de alegría -dijo el Papa antes de la oración mariana- saber que en vuestras familias se conserva la costumbre del Nacimiento. Pero no basta repetir un gesto tradicional, por muy importante que sea. Hay que intentar vivir en la realidad cotidiana lo que el Nacimiento representa, es decir, el amor de Cristo, su humildad y su pobreza".
"La bendición de los "Bambinelli", como se dice en Roma, nos recuerda que el Nacimiento es una escuela de vida donde podemos aprender el secreto de la verdadera alegría, que no consiste en tener tantas cosas sino en sentirse amados por Dios, en darse a los demás y en quererse. Observemos el Nacimiento: la Virgen y San José no parecen una familia muy afortunada: han tenido a su primer hijo en medio de graves problemas. Y sin embargo, están llenos de alegría, porque se aman, se ayudan y sobre todo están seguros de que Dios actúa en su historia".
"¿Y qué motivo tendrían los pastores para alegrarse?", prosiguió el Santo Padre. "El recién nacido no cambiará ciertamente su situación de pobreza y marginación. Pero la fe los ayuda a reconocer en el "niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre", la "señal", del cumplimiento de las promesas de Dios para todos los seres humanos "que ama" y también para ellos".
Por eso, la verdadera alegría, explicó Benedicto XVI, consiste "en sentir que nuestra existencia personal y comunitaria se llena de un misterio más grande, el misterio del amor de Dios. Para alegrarnos necesitamos (…) amor y verdad. Necesitamos a un Dios cercano que caliente nuestros corazones y responda a nuestras expectativas más profundas".
Después de rezar el Ángelus, el Papa recordó que hoy en Roma se celebra la "Jornada para las nuevas iglesias" porque en la capital "hay comunidades que no tienen un lugar de culto adecuado, (…) ni tampoco estructuras para las actividades de formación" e invitó a todas las personas a contribuir en la realización de los centros pastorales necesarios.
Al final, el Santo Padre recordó a los misioneros Daniel Cizimya, Louis Blondel, Gerry Roche y Denise Kahambu, asesinados recientemente en el continente africano. "Fueron testigos fieles del Evangelio que anunciaron con valor, poniendo incluso en peligro su propia vida", dijo el Papa, que manifestó su cercanía a los familiares y las comunidades de los religiosos y pidió a todos que rezasen con él para que el Señor con su venida traiga "reconciliación y paz".
ANG/NACIMIENTO/… VIS 20091214 (480)
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