CIUDAD DEL VATICANO, 10 DIC 2008 (VIS).-En la audiencia general de este miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI, a la que asistieron 5.000 personas, el Papa habló sobre la predicación de San Pablo acerca de los sacramentos.
Benedicto XVI dijo que "de San Pablo hemos aprendido que existe un nuevo inicio de la historia en Jesucristo, que es hombre y Dios. Con El, que viene de Dios, comienza una nueva historia formada por su sí al Padre, (…) por el amor y la verdad".
"¿Cómo podemos entrar -se preguntó- en este nuevo inicio, en esta nueva historia?. (…) ¿Cómo Jesús llega a mi vida, a mi ser? La respuesta fundamental de San Pablo, de todo el Nuevo Testamento, es: a través del Espíritu Santo", que "ha creado en Pentecostés el inicio de la nueva humanidad, de la nueva comunidad, la Iglesia, el cuerpo de Cristo".
El espíritu de Cristo, dijo, "me toca interiormente y (…) se sirve de dos elementos visibles: la palabra del anuncio y los sacramentos, en particular el Bautismo y la Eucaristía. (…) La fe no viene de la lectura sino de la escucha. No es solo interior, sino una relación".
"La Palabra se ha hecho carne en Jesús para crear una nueva humanidad. Por eso, la palabra del anuncio se convierte en sacramento. (…) Nadie puede bautizarse a sí mismo; (…) nadie puede hacerse cristiano por sí mismo. (…) Solo podemos llegar a ser cristianos por medio de "otro" y éste nos da el don de la fe. (…) Un cristianismo autónomo es una contradicción en sí". Este "otro" es, en primer lugar, la comunidad de creyentes, la Iglesia. (…) Solo Cristo puede constituir la Iglesia; Cristo es el verdadero donador de los sacramentos".
El Santo Padre hizo hincapié en que ''ser cristianos es más que una operación cosmética, que embellece mi existencia, (…) es un nuevo inicio y renacimiento, muerte y resurrección. (…) No es algo puramente espiritual; implica el cuerpo, el cosmos, se extiende hacia la nueva tierra y los nuevos cielos".
Por lo que respecta a la Eucaristía, San Pablo habla de la institución de este sacramento en su primera carta a los Corintios. En este contexto, el Papa explicó que "con el don del cáliz de la nueva alianza, Cristo nos dona el verdadero sacrificio, el único verdadero sacrificio es el amor del Hijo".
Tras recordar que el Apóstol de las Gentes dice que el cáliz que bendecimos es comunión con la sangre de Cristo y el pan que partimos es comunión con el cuerpo de Cristo, Benedicto XVI subrayó que "Cristo se une personalmente con cada uno de nosotros y con el hombre y la mujer que están junto a mí".
Refiriéndose al capítulo 10 de la primera carta a los Corintios, en la que San Pablo habla de "llegar a ser un solo cuerpo, en cuanto partícipes del único pan", el Papa afirmó que "el realismo de la Iglesia es mucho más profundo y verdadero que el del Estado, porque realmente Cristo nos da su cuerpo y nos convierte en su cuerpo (…) y nos une a unos con otros. (…) La Iglesia no es solo una corporación como el Estado; es un cuerpo; no es una organización, sino organismo".
Hablando del matrimonio, el Papa recordó que San Pablo define este sacramento "un misterio grande. (…) El amor matrimonial tiene como modelo el amor de Cristo por su Iglesia. (…) Un auténtico matrimonio será bien vivido si el constante crecimiento humano-afectivo está siempre unido a la eficacia de la palabra y al significado del Bautismo. (…) La participación en el Cuerpo y en la Sangre del Señor consolida y hace visible una unión que la gracia convierte en indisoluble".
AG/SAN PABLO:SACRAMENTOS/… VIS 20081210 (650)
Benedicto XVI dijo que "de San Pablo hemos aprendido que existe un nuevo inicio de la historia en Jesucristo, que es hombre y Dios. Con El, que viene de Dios, comienza una nueva historia formada por su sí al Padre, (…) por el amor y la verdad".
"¿Cómo podemos entrar -se preguntó- en este nuevo inicio, en esta nueva historia?. (…) ¿Cómo Jesús llega a mi vida, a mi ser? La respuesta fundamental de San Pablo, de todo el Nuevo Testamento, es: a través del Espíritu Santo", que "ha creado en Pentecostés el inicio de la nueva humanidad, de la nueva comunidad, la Iglesia, el cuerpo de Cristo".
El espíritu de Cristo, dijo, "me toca interiormente y (…) se sirve de dos elementos visibles: la palabra del anuncio y los sacramentos, en particular el Bautismo y la Eucaristía. (…) La fe no viene de la lectura sino de la escucha. No es solo interior, sino una relación".
"La Palabra se ha hecho carne en Jesús para crear una nueva humanidad. Por eso, la palabra del anuncio se convierte en sacramento. (…) Nadie puede bautizarse a sí mismo; (…) nadie puede hacerse cristiano por sí mismo. (…) Solo podemos llegar a ser cristianos por medio de "otro" y éste nos da el don de la fe. (…) Un cristianismo autónomo es una contradicción en sí". Este "otro" es, en primer lugar, la comunidad de creyentes, la Iglesia. (…) Solo Cristo puede constituir la Iglesia; Cristo es el verdadero donador de los sacramentos".
El Santo Padre hizo hincapié en que ''ser cristianos es más que una operación cosmética, que embellece mi existencia, (…) es un nuevo inicio y renacimiento, muerte y resurrección. (…) No es algo puramente espiritual; implica el cuerpo, el cosmos, se extiende hacia la nueva tierra y los nuevos cielos".
Por lo que respecta a la Eucaristía, San Pablo habla de la institución de este sacramento en su primera carta a los Corintios. En este contexto, el Papa explicó que "con el don del cáliz de la nueva alianza, Cristo nos dona el verdadero sacrificio, el único verdadero sacrificio es el amor del Hijo".
Tras recordar que el Apóstol de las Gentes dice que el cáliz que bendecimos es comunión con la sangre de Cristo y el pan que partimos es comunión con el cuerpo de Cristo, Benedicto XVI subrayó que "Cristo se une personalmente con cada uno de nosotros y con el hombre y la mujer que están junto a mí".
Refiriéndose al capítulo 10 de la primera carta a los Corintios, en la que San Pablo habla de "llegar a ser un solo cuerpo, en cuanto partícipes del único pan", el Papa afirmó que "el realismo de la Iglesia es mucho más profundo y verdadero que el del Estado, porque realmente Cristo nos da su cuerpo y nos convierte en su cuerpo (…) y nos une a unos con otros. (…) La Iglesia no es solo una corporación como el Estado; es un cuerpo; no es una organización, sino organismo".
Hablando del matrimonio, el Papa recordó que San Pablo define este sacramento "un misterio grande. (…) El amor matrimonial tiene como modelo el amor de Cristo por su Iglesia. (…) Un auténtico matrimonio será bien vivido si el constante crecimiento humano-afectivo está siempre unido a la eficacia de la palabra y al significado del Bautismo. (…) La participación en el Cuerpo y en la Sangre del Señor consolida y hace visible una unión que la gracia convierte en indisoluble".
AG/SAN PABLO:SACRAMENTOS/… VIS 20081210 (650)
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