CIUDAD DEL VATICANO, 29 OCT 2008 (VIS).-Con motivo del 50 aniversario de la elección al solio pontificio del beato Juan XXIII, Benedicto XVI evocó la figura del "Papa bueno", al final de la Santa Misa presidida ayer tarde por el cardenal Tarcisio Bertone en la basílica vaticana, a la que acudieron unos tres mil peregrinos de la diócesis de Bérgamo a la que pertenecía Juan XXIII.
El Papa recordó que en los años de la elección de Juan XXIII, "la gracia de Dios estaba preparando un período trabajoso y prometedor para la Iglesia y para la sociedad y encontró en la docilidad al Espíritu Santo, que caracterizó toda la vida de Juan XXIII, el terreno bueno para que germinase la concordia, la esperanza, la unidad y la paz en bien de toda la humanidad".
El beato pontífice "indicó la fe en Cristo y la pertenencia a la Iglesia, madre y maestra, como garantía de fecundo testimonio cristiano en el mundo" y "en medio de la fuerte contraposición de su época, fue hombre y pastor de paz que abrió en Oriente y Occidente horizontes inesperados de fraternidad entre los cristianos y de diálogo con todos".
El Santo Padre subrayó a continuación que el Concilio Ecuménico Vaticano II, "decidido, preparado e iniciado" por Juan XXIII, fue "un don verdaderamente especial para la Iglesia", que "todos estamos empeñados en acoger de forma adecuada meditando todavía sus enseñanzas y traduciendo en la vida sus indicaciones".
Después, refiriéndose al sínodo diocesano de Bérgamo, que ha estado dedicado a la parroquia, el Papa afirmó que es en ella donde "se aprende a vivir concretamente la fe, manteniendo viva la rica tradición del pasado y volviendo a proponer sus valores en un ambiente social secularizado que se presenta a menudo hostil o indiferente".
Benedicto XVI mencionó lo importante que para Juan XXIII era la familia, donde "se aprende a vivir en las cosas cotidianas el precepto cristiano fundamental del amor". "Con mucha tranquilidad -agregó-, el Papa Roncalli confiaba a la parroquia, familia de familias, la tarea de alimentar entre los fieles los sentimientos de comunión y fraternidad".
"Plasmada por la Eucaristía -concluyó Benedicto XVI citando las palabras de su antecesor-, la parroquia se convertirá en fermento de una inquietud saludable en medio del consumismo y el individualismo tan difundidos en nuestra época, despertando la solidaridad y abriendo en la fe la mirada del corazón para reconocer al Padre que es amor gratuito, deseoso de compartir con sus hijos su alegría".
AC/JUAN XXIII/... VIS 20081029 (430)
El Papa recordó que en los años de la elección de Juan XXIII, "la gracia de Dios estaba preparando un período trabajoso y prometedor para la Iglesia y para la sociedad y encontró en la docilidad al Espíritu Santo, que caracterizó toda la vida de Juan XXIII, el terreno bueno para que germinase la concordia, la esperanza, la unidad y la paz en bien de toda la humanidad".
El beato pontífice "indicó la fe en Cristo y la pertenencia a la Iglesia, madre y maestra, como garantía de fecundo testimonio cristiano en el mundo" y "en medio de la fuerte contraposición de su época, fue hombre y pastor de paz que abrió en Oriente y Occidente horizontes inesperados de fraternidad entre los cristianos y de diálogo con todos".
El Santo Padre subrayó a continuación que el Concilio Ecuménico Vaticano II, "decidido, preparado e iniciado" por Juan XXIII, fue "un don verdaderamente especial para la Iglesia", que "todos estamos empeñados en acoger de forma adecuada meditando todavía sus enseñanzas y traduciendo en la vida sus indicaciones".
Después, refiriéndose al sínodo diocesano de Bérgamo, que ha estado dedicado a la parroquia, el Papa afirmó que es en ella donde "se aprende a vivir concretamente la fe, manteniendo viva la rica tradición del pasado y volviendo a proponer sus valores en un ambiente social secularizado que se presenta a menudo hostil o indiferente".
Benedicto XVI mencionó lo importante que para Juan XXIII era la familia, donde "se aprende a vivir en las cosas cotidianas el precepto cristiano fundamental del amor". "Con mucha tranquilidad -agregó-, el Papa Roncalli confiaba a la parroquia, familia de familias, la tarea de alimentar entre los fieles los sentimientos de comunión y fraternidad".
"Plasmada por la Eucaristía -concluyó Benedicto XVI citando las palabras de su antecesor-, la parroquia se convertirá en fermento de una inquietud saludable en medio del consumismo y el individualismo tan difundidos en nuestra época, despertando la solidaridad y abriendo en la fe la mirada del corazón para reconocer al Padre que es amor gratuito, deseoso de compartir con sus hijos su alegría".
AC/JUAN XXIII/... VIS 20081029 (430)
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