CIUDAD DEL VATICANO, 17 ABR 2008 (VIS).-Esta mañana a las 9,30 el Papa llegó en automóvil al "Nationals Park Stadium" de Washington, el estadio de baseball más moderno de Estados Unidos, que tiene una cabida de 45.000 personas. El Santo Padre fue recibido por el arzobispo de Washington, Donald William Wuerl, el alcalde Adrian M. Fenty y el propietario del estadio y de su equipo Theodore Lerner.
Benedicto XVI recorrió el estadio en papamóvil antes de trasladarse a la sacristía. A las 10,00 inició la Santa Misa dedicada a los fieles de la archidiócesis de Washington.
El Santo Padre recordó el aniversario de la división, por obra de Pío VII, de la diócesis de Baltimore y la instauración de las diócesis de Boston, Bardstown, ahora Louisville, Nueva York y Filadelfia, y afirmó que dos siglos después de esa fecha "la Iglesia en América tiene buenos motivos para alabar la capacidad de las generaciones pasadas de aglutinar grupos de inmigrantes muy diferentes en la unidad de la fe católica y en el esfuerzo común por difundir el Evangelio".
Benedicto XVI pidió a continuación que ese aniversario, al igual que su visita fueran para todos los católicos "una ocasión para reafirmar su unidad en la fe apostólica, para ofrecer a sus contemporáneos una razón convincente de la esperanza que los inspira y para renovar su celo misionero al servicio de la difusión del Reino de Dios".
"El mundo necesita el testimonio -dijo el Santo Padre-. Quién puede negar que el momento actual (...) es un tiempo lleno de grandes promesas, pues vemos cómo la familia humana se acomuna de diversos modos, haciéndose cada vez más interdependiente" pero al mismo tiempo "percibimos signos evidentes de un quebrantamiento preocupante de los fundamentos mismos de la sociedad: (...) aumento de la violencia, debilitamiento del sentido moral, vulgaridad en las relaciones sociales y creciente olvido de Dios".
"La fidelidad y el valor con que la Iglesia en este país logrará afrontar los retos de una cultura cada vez más secularizada y materialista dependerá en gran parte de vuestra fidelidad personal al transmitir el tesoro de nuestra fe católica. (...) Los desafíos que se nos presentan exigen una instrucción amplia y sana en la verdad de la fe. Pero requieren cultivar también un modo de pensar, una "cultura" intelectual que sea auténticamente católica, que confía en la armonía profunda entre fe y razón, y dispuesta a llevar la riqueza de la visión de la fe en contacto con las cuestiones urgentes que conciernen el futuro de la sociedad americana".
Recordando que su visita a Estados Unidos quería ser un testimonio de "Cristo esperanza nuestra"", el Papa afirmó que los americanos "han sido siempre un pueblo de esperanza" cuyos antepasados llegaron allí con "la expectativa de encontrar una nueva libertad y nuevas oportunidades" y de crear "una nueva nación sobre nuevos fundamentos".
"Ciertamente -observó- ésta no ha sido la experiencia de todos los habitantes de este país; baste pensar en las injusticias sufridas por las poblaciones americanas nativas y de los que fueron traídos de África por la fuerza como esclavos. Pero la esperanza, la esperanza en el futuro, forma parte hondamente del carácter americano. Y la virtud cristiana de la esperanza (...) ha caracterizado también y sigue caracterizando la vida de la comunidad católica en este país".
"En el contexto de esta esperanza nacida del amor y de la fidelidad de Dios reconozco el dolor que ha sufrido la Iglesia en América como consecuencia del abuso sexual de menores. Ninguna palabra mía podría describir el dolor y el daño producido por dicho abuso. Es importante que se preste una cordial atención pastoral a los que han sufrido. Tampoco puedo expresar adecuadamente el daño que se ha hecho dentro de la comunidad de la Iglesia. Ya se han hecho grandes esfuerzos para afrontar de manera honesta y justa esta trágica situación y para asegurar que los niños -a los que nuestro Señor ama entrañablemente y que son nuestro tesoro más grande- puedan crecer en un ambiente seguro. Estos esfuerzos para proteger a los niños han de continuar".
Benedicto XVI pidió a los presentes que hicieran cuanto fuera posible "para promover la recuperación y la reconciliación, y para ayudar a los que han sido dañados" y que "estimen a sus sacerdotes y los reafirmen en el excelente trabajo que hacen"".
"Mediante el poder invencible de la gracia de Cristo, confiado a frágiles ministros humanos -observó el Santo Padre- la Iglesia renace continuamente y se nos da a cada uno de nosotros la esperanza de un nuevo comienzo. Confiemos en el poder del Espíritu de inspirar conversión, curar cada herida, superar toda división y suscitar vida y libertades nuevas", dijo el Papa subrayando que estos dones se encuentran sobre todo en el sacramento de la Penitencia.
"La fuerza libertadora de este Sacramento (...) necesita ser redescubierta y hecha propia por cada católico. En gran parte la renovación de la Iglesia en América depende de la renovación de la regla de la penitencia y del crecimiento en la santidad".
"En esperanza fuimos salvados", exclamó el Santo Padre, exhortando a los fieles a seguir siendo fermento de esperanza evangélica en la sociedad americana" y mediante "el testimonio de la fe" a indicar "el camino hacia ese horizonte inmenso de esperanza que Dios está abriendo también hoy a su Iglesia, más aún, a toda la humanidad: la visión de un mundo reconciliado y renovado en Jesucristo".
Al final, el Papa se dirigió a los miembros de la comunidad hispanohablante. "La Iglesia en Estados Unidos, acogiendo en su seno a tantos de sus hijos emigrantes -dijo- ha ido creciendo gracias también al testimonio de los fieles de lengua española. (...) No se dejen vencer por el pesimismo, la inercia o los problemas. (...) El Señor les llama a seguir contribuyendo al futuro de la Iglesia en este país y a la difusión del Evangelio".
Acabada la Santa Misa, el Papa bendijo la primera piedra del altar de la escuela católica "Juan Pablo el Grande" de la diócesis de Arlington y la primera piedra de la nueva capilla del Colegio Santo Tomás de Aquino en Santa Paula (California)
PV-EE.UU./HOMILIA:ESPERANZA/WASHINGTON VIS 20080418 (900)
Benedicto XVI recorrió el estadio en papamóvil antes de trasladarse a la sacristía. A las 10,00 inició la Santa Misa dedicada a los fieles de la archidiócesis de Washington.
El Santo Padre recordó el aniversario de la división, por obra de Pío VII, de la diócesis de Baltimore y la instauración de las diócesis de Boston, Bardstown, ahora Louisville, Nueva York y Filadelfia, y afirmó que dos siglos después de esa fecha "la Iglesia en América tiene buenos motivos para alabar la capacidad de las generaciones pasadas de aglutinar grupos de inmigrantes muy diferentes en la unidad de la fe católica y en el esfuerzo común por difundir el Evangelio".
Benedicto XVI pidió a continuación que ese aniversario, al igual que su visita fueran para todos los católicos "una ocasión para reafirmar su unidad en la fe apostólica, para ofrecer a sus contemporáneos una razón convincente de la esperanza que los inspira y para renovar su celo misionero al servicio de la difusión del Reino de Dios".
"El mundo necesita el testimonio -dijo el Santo Padre-. Quién puede negar que el momento actual (...) es un tiempo lleno de grandes promesas, pues vemos cómo la familia humana se acomuna de diversos modos, haciéndose cada vez más interdependiente" pero al mismo tiempo "percibimos signos evidentes de un quebrantamiento preocupante de los fundamentos mismos de la sociedad: (...) aumento de la violencia, debilitamiento del sentido moral, vulgaridad en las relaciones sociales y creciente olvido de Dios".
"La fidelidad y el valor con que la Iglesia en este país logrará afrontar los retos de una cultura cada vez más secularizada y materialista dependerá en gran parte de vuestra fidelidad personal al transmitir el tesoro de nuestra fe católica. (...) Los desafíos que se nos presentan exigen una instrucción amplia y sana en la verdad de la fe. Pero requieren cultivar también un modo de pensar, una "cultura" intelectual que sea auténticamente católica, que confía en la armonía profunda entre fe y razón, y dispuesta a llevar la riqueza de la visión de la fe en contacto con las cuestiones urgentes que conciernen el futuro de la sociedad americana".
Recordando que su visita a Estados Unidos quería ser un testimonio de "Cristo esperanza nuestra"", el Papa afirmó que los americanos "han sido siempre un pueblo de esperanza" cuyos antepasados llegaron allí con "la expectativa de encontrar una nueva libertad y nuevas oportunidades" y de crear "una nueva nación sobre nuevos fundamentos".
"Ciertamente -observó- ésta no ha sido la experiencia de todos los habitantes de este país; baste pensar en las injusticias sufridas por las poblaciones americanas nativas y de los que fueron traídos de África por la fuerza como esclavos. Pero la esperanza, la esperanza en el futuro, forma parte hondamente del carácter americano. Y la virtud cristiana de la esperanza (...) ha caracterizado también y sigue caracterizando la vida de la comunidad católica en este país".
"En el contexto de esta esperanza nacida del amor y de la fidelidad de Dios reconozco el dolor que ha sufrido la Iglesia en América como consecuencia del abuso sexual de menores. Ninguna palabra mía podría describir el dolor y el daño producido por dicho abuso. Es importante que se preste una cordial atención pastoral a los que han sufrido. Tampoco puedo expresar adecuadamente el daño que se ha hecho dentro de la comunidad de la Iglesia. Ya se han hecho grandes esfuerzos para afrontar de manera honesta y justa esta trágica situación y para asegurar que los niños -a los que nuestro Señor ama entrañablemente y que son nuestro tesoro más grande- puedan crecer en un ambiente seguro. Estos esfuerzos para proteger a los niños han de continuar".
Benedicto XVI pidió a los presentes que hicieran cuanto fuera posible "para promover la recuperación y la reconciliación, y para ayudar a los que han sido dañados" y que "estimen a sus sacerdotes y los reafirmen en el excelente trabajo que hacen"".
"Mediante el poder invencible de la gracia de Cristo, confiado a frágiles ministros humanos -observó el Santo Padre- la Iglesia renace continuamente y se nos da a cada uno de nosotros la esperanza de un nuevo comienzo. Confiemos en el poder del Espíritu de inspirar conversión, curar cada herida, superar toda división y suscitar vida y libertades nuevas", dijo el Papa subrayando que estos dones se encuentran sobre todo en el sacramento de la Penitencia.
"La fuerza libertadora de este Sacramento (...) necesita ser redescubierta y hecha propia por cada católico. En gran parte la renovación de la Iglesia en América depende de la renovación de la regla de la penitencia y del crecimiento en la santidad".
"En esperanza fuimos salvados", exclamó el Santo Padre, exhortando a los fieles a seguir siendo fermento de esperanza evangélica en la sociedad americana" y mediante "el testimonio de la fe" a indicar "el camino hacia ese horizonte inmenso de esperanza que Dios está abriendo también hoy a su Iglesia, más aún, a toda la humanidad: la visión de un mundo reconciliado y renovado en Jesucristo".
Al final, el Papa se dirigió a los miembros de la comunidad hispanohablante. "La Iglesia en Estados Unidos, acogiendo en su seno a tantos de sus hijos emigrantes -dijo- ha ido creciendo gracias también al testimonio de los fieles de lengua española. (...) No se dejen vencer por el pesimismo, la inercia o los problemas. (...) El Señor les llama a seguir contribuyendo al futuro de la Iglesia en este país y a la difusión del Evangelio".
Acabada la Santa Misa, el Papa bendijo la primera piedra del altar de la escuela católica "Juan Pablo el Grande" de la diócesis de Arlington y la primera piedra de la nueva capilla del Colegio Santo Tomás de Aquino en Santa Paula (California)
PV-EE.UU./HOMILIA:ESPERANZA/WASHINGTON VIS 20080418 (900)
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