CIUDAD DEL VATICANO, 18 ENE 2008 (VIS).-Benedicto XVI recibió hoy en el Vaticano a los prelados de la Conferencia de los Obispos Latinos en las Regiones Arabes (CELRA) que preside Su Beatitud Michel Sabbah, patriarca de Jerusalén de los Latinos.
En el discurso que les dirigió, el Papa recordó que esa conferencia "abarca una gran diversidad de situaciones y muy a menudo los fieles, originarios de numerosos países, se agrupan en pequeñas comunidades, en sociedades compuestas en su mayoría por creyentes de otras religiones".
El Santo Padre aseguró que compartía "las inquietudes y las esperanzas" de esas personas, y afirmó después que en esas regiones "el desencadenamiento constante de la violencia, la inseguridad y el odio dificultan mucho la convivencia, haciendo temer a veces por la existencia de vuestras comunidades".
Esa situación, dijo el Papa a los obispos, "plantea un grave reto a vuestro servicio pastoral y os estimula a reforzar la fe de los fieles y su sentido fraternal para que todos vivan en una esperanza fundada en la certeza de que el Señor no abandona jamás a quienes se dirigen a Él".
"Es comprensible -prosiguió el Santo Padre- que las circunstancias empujen a veces a los cristianos a dejar su país para encontrar una tierra acogedora que les permita vivir mejor. Sin embargo, es necesario alentar y sostener con firmeza a los que deciden permanecer fieles a su tierra para que no se convierta en un lugar arqueológico desprovisto de vida eclesial". Por eso, el Papa garantizó todo su apoyo a las iniciativas tomadas por los obispos "para contribuir a la creación de condiciones socioeconómicas que ayuden a los cristianos que permanecen en su país", y pidió "a toda la Iglesia que sostenga con vigor ese esfuerzo".
"La vocación de los cristianos en vuestros países reviste una importancia esencial -observó-. Al ser artífices de paz y de justicia son presencia viva de Cristo, que vino a reconciliar al mundo con el Padre y a reunir a todos sus hijos dispersos. De ahí que sea necesario reafirmar y desarrollar una comunión auténtica y una colaboración serena y respetuosa entre los católicos de diversos ritos, que constituirá un signo elocuente para los demás cristianos y para toda la sociedad".
Benedicto XVI recordó después que para los católicos en esas tierras "el encuentro con los miembros de otras religiones, judíos y musulmanes, es una realidad cotidiana" y que "la calidad de las relaciones entre los creyentes asume un significado particular, siendo a la vez testimonio rendido al único Dios y aportación al establecimiento de relaciones más fraternas entre las personas y entre los diferentes componentes de vuestras sociedades". También es necesario, subrayó, "un mejor conocimiento recíproco para favorecer un mayor respeto de la dignidad humana y de la igualdad de derechos y deberes de las personas".
En este ámbito, el Papa manifestó su "vivo deseo" de que " por doquier sea efectiva la auténtica libertad religiosa y que "el derecho de cada uno a practicar su religión, o a cambiarla, no se obstaculice", ya que "se trata de un derecho primordial de todo ser humano".
El Santo Padre pidió también a los prelados que considerasen "prioritaria " la ayuda a las familias cristianas, "que se enfrentan a numerosos retos, como el relativismo religioso, el materialismo y a una serie de amenazas contra los valores morales familiares y sociales", y elogió la labor de las instituciones y de los religiosos y religiosas en los sectores de la educación, de la sanidad y de la asistencia a los necesitados.
"Quiero expresar de nuevo -concluyó- mi solidaridad a todas aquellos que en vuestra región sufren múltiples formas de violencia. Podéis contar con la solidaridad de la Iglesia universal. Me apelo también a la sabiduría de todos los seres humanos de buena voluntad, sobre todo de aquellos que tienen responsabilidades en la vida colectiva, para que privilegiando el diálogo entre todas las partes, cese la violencia, se instaure en todos los lugares una paz auténtica y duradera y se establezcan relaciones de solidaridad y colaboración".
AL/.../CELRA VIS 20080118 (670)
En el discurso que les dirigió, el Papa recordó que esa conferencia "abarca una gran diversidad de situaciones y muy a menudo los fieles, originarios de numerosos países, se agrupan en pequeñas comunidades, en sociedades compuestas en su mayoría por creyentes de otras religiones".
El Santo Padre aseguró que compartía "las inquietudes y las esperanzas" de esas personas, y afirmó después que en esas regiones "el desencadenamiento constante de la violencia, la inseguridad y el odio dificultan mucho la convivencia, haciendo temer a veces por la existencia de vuestras comunidades".
Esa situación, dijo el Papa a los obispos, "plantea un grave reto a vuestro servicio pastoral y os estimula a reforzar la fe de los fieles y su sentido fraternal para que todos vivan en una esperanza fundada en la certeza de que el Señor no abandona jamás a quienes se dirigen a Él".
"Es comprensible -prosiguió el Santo Padre- que las circunstancias empujen a veces a los cristianos a dejar su país para encontrar una tierra acogedora que les permita vivir mejor. Sin embargo, es necesario alentar y sostener con firmeza a los que deciden permanecer fieles a su tierra para que no se convierta en un lugar arqueológico desprovisto de vida eclesial". Por eso, el Papa garantizó todo su apoyo a las iniciativas tomadas por los obispos "para contribuir a la creación de condiciones socioeconómicas que ayuden a los cristianos que permanecen en su país", y pidió "a toda la Iglesia que sostenga con vigor ese esfuerzo".
"La vocación de los cristianos en vuestros países reviste una importancia esencial -observó-. Al ser artífices de paz y de justicia son presencia viva de Cristo, que vino a reconciliar al mundo con el Padre y a reunir a todos sus hijos dispersos. De ahí que sea necesario reafirmar y desarrollar una comunión auténtica y una colaboración serena y respetuosa entre los católicos de diversos ritos, que constituirá un signo elocuente para los demás cristianos y para toda la sociedad".
Benedicto XVI recordó después que para los católicos en esas tierras "el encuentro con los miembros de otras religiones, judíos y musulmanes, es una realidad cotidiana" y que "la calidad de las relaciones entre los creyentes asume un significado particular, siendo a la vez testimonio rendido al único Dios y aportación al establecimiento de relaciones más fraternas entre las personas y entre los diferentes componentes de vuestras sociedades". También es necesario, subrayó, "un mejor conocimiento recíproco para favorecer un mayor respeto de la dignidad humana y de la igualdad de derechos y deberes de las personas".
En este ámbito, el Papa manifestó su "vivo deseo" de que " por doquier sea efectiva la auténtica libertad religiosa y que "el derecho de cada uno a practicar su religión, o a cambiarla, no se obstaculice", ya que "se trata de un derecho primordial de todo ser humano".
El Santo Padre pidió también a los prelados que considerasen "prioritaria " la ayuda a las familias cristianas, "que se enfrentan a numerosos retos, como el relativismo religioso, el materialismo y a una serie de amenazas contra los valores morales familiares y sociales", y elogió la labor de las instituciones y de los religiosos y religiosas en los sectores de la educación, de la sanidad y de la asistencia a los necesitados.
"Quiero expresar de nuevo -concluyó- mi solidaridad a todas aquellos que en vuestra región sufren múltiples formas de violencia. Podéis contar con la solidaridad de la Iglesia universal. Me apelo también a la sabiduría de todos los seres humanos de buena voluntad, sobre todo de aquellos que tienen responsabilidades en la vida colectiva, para que privilegiando el diálogo entre todas las partes, cese la violencia, se instaure en todos los lugares una paz auténtica y duradera y se establezcan relaciones de solidaridad y colaboración".
AL/.../CELRA VIS 20080118 (670)
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